• 16/12/2025
ALERTA

Héctor Valle: "El IPC es solamente la punta del iceberg"

El economista que sonó fuerte para volver a dirigir el INDEC negó la convocatoria. Reclamó una estrategia para los acreedores con bonos que ajustan por CER
27/08/2008 - 10:42hs
Héctor Valle: "El IPC es solamente la punta del iceberg"

El director del Fondo Nacional de las Artes, Héctor Valle, quién dirigió el Instituto Nacional de Estadí­stica y Censos (INDEC) entre 1990 y 1991, advirtió que "el Gobierno tiene que asumir que el actual instrumento de medición no goza de confiabilidad" y expuso los principales problemas que aquejan al organismo.

En una entrevista con iProfesional.com, el también director de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE) negó haber sido contactado para dirigir el instituto, tal como trascendió en las últimas semanas pero reconoció que tomarí­a la posta si es convocado. El economista abogó porque vuelva la gente desplazada al INDEC y para que desaparezcan "ciertos elementos que ejercen mucha presión".

-¿La economí­a argentina está parada en pilares sólidos?
-Creo que sí­, porque tiene un nivel de reservas, una situación fiscal y de pagos que le ha permitido hasta ahora atravesar con costos menores perturbaciones muy fuertes en el mercado internacional de dinero y en el plano interno, como consecuencia del paro agropecuario. Históricamente la Argentina ha tenido situaciones de incertidumbre provocadas por la aparición de una crisis externa, por una inflación muy violenta o por movimientos militares. En este momento no se da ninguno de esos elementos. En todo caso hay una expectativa inflacionaria que habrí­a que dilucidar, pero las fuentes de incertidumbre parecen más de í­ndole polí­tico que económico.

-¿Como se combaten las expectativas inflacionarias?
-El Gobierno tiene que asumir que el actual instrumento de medición no goza de confiabilidad. Serí­a sensato sentarse a discutir de vuelta como se miden las cosas. En segundo lugar, hay que empezar a estudiar que está pasando en las cadenas de valor, en donde hay un elevado grado de concentración monopólica. No son más de dos o tres los productores de acero, no son más de dos los productores de aluminio y son tres o cuatro los grandes supermercados. El Gobierno tiene que empezar a producir señales para estimular la inversión en ofertantes alternativos o instalar mecanismos de comercialización que le permitan a la gente ver que las normas se cumplen. Por ejemplo, el Gobierno pactó con las aceiteras un precio y no es cumplido por los supermercados. La solución no es poner en el í­ndice el precio oficial sino volver a discutir que está pasando.

Hay otro problema adicional y que el Gobierno casi no tiene posibilidad de controlar: la Argentina es un paí­s productor de alimentos y en el mundo los precios de los alimentos están creciendo sensiblemente. En segundo lugar, tenemos un problema que en economí­a se llama la enfermedad holandesa. Usted tiene un ingreso de divisas extraordinario que va a manos de una capa social con un enorme poder adquisitivo que no tiene inconveniente en pagar más por las cosas. De esta manera, se convalidan  mayores precios, sobre todo en el área de servicios personales o de bienes de consumo de alto standard.

-¿Cómo se hace para revertir esa situación entonces?
-Serí­a bueno recuperar la confiabilidad de los í­ndices y luego separarlos. Así­ como también que hubiera una legislación impositiva que castigue a esos ingresos extraordinarios. Los precios de las exportaciones crecen al 40% y los de las importaciones aumentan 13%. Esos términos de intercambio favorables son dólares que entran al paí­s sin contrapartida real y se convierten en pesos y en gasto privado de gente de un estrato alto que bombea permanentemente el consumo. La condición necesaria es recuperar la credibilidad de los í­ndices pero la suficiente es empezar a trabajar en cómo se forman los precios en el paí­s. Si usted mira desde la devaluación hasta ahora, los sectores que más han ganado en términos de precios no son las panaderí­as sino los productores de aluminio, chapa, fertilizantes y frigorí­ficos. El gran secreto es que crezca la inversión en esos sectores para que aumente la oferta.

-¿Le ofrecieron hacerse cargo del INDEC?
-No, en ningún momento.

-¿Aceptarí­a volver a dirigirlo?
-Soy una persona que piensa que el paí­s necesita un Estado moderno y eficiente. Para ser consecuente con eso, tendrí­a que decir que pese a mi avanzada edad estarí­a dispuesto. Pero el tema no son las personas. Hay que cambiar í­ntegramente el sistema, necesitamos una nueva ley de estadí­stica. No precisamos una comisión de notables sino que los que saben hacer ese trabajo vuelvan a hacerlo. Se necesita que en el INDEC desaparezcan ciertos elementos que ejercen mucha presión. Hay que revisar muchas cosas, no sólo el í­ndice de precios. Dentro de tres años hay que hacer un censo de población que cuesta mucha plata y requiere tecnologí­a de punta y mucho tiempo previo de trabajo. Nose si eso se está haciendo. Se está realizando un relevamiento agropecuario pero con severas crí­ticas. El indicador industrial merece ser adecuado porque eventualmente sólo mide lo que pasa en la rama automotriz. No podemos tener la misma estadí­stica de comercio exterior de cuando exportábamos u$s30.000 millones.
Además, hay otro tema muy importante, no solamente se trata de evaluar la calidad del indicador de precios sino entender que junto con eso hay un problema muy importante que es de la deuda ajustable por CER. Uno no puede alegremente decir cambio el indicador y listo. Primero hay que revisarlo, pero en segundo lugar tiene que haber una estrategia de como se va a posicionar el Estado respecto a los acreedores, que esencialmente son internos. No es el Fondo Monetario ni la banca Morgan, son personas y entidades como las AFJP, que recibieron esos tí­tulos.

-¿Polí­ticamente se puede volver a llamar a la gente desplazada?
-Serí­a una decisión inteligente. No creo que sea una decisión que tenga costo polí­tico. Hay algunos elementos que son muy importantes y otros que no. Si efectivamente hubo gente en el INDEC que dio información a los operadores financieros hay que tratar de identificarla y mandarla presa. No es fácil pero es necesario separar la paja del trigo. Los que trabajaban antes probablemente puedan aportar elementos para corregir. No necesariamente lo que se esta haciendo ahora esta mal, hay que ver. Lo cierto es que por una razón u otra se instaló en la población la sensación de que el indicador no responde a la realidad y es un problema grave para el Gobierno.

-¿Los indicadores deberí­an segmentarse de acuerdo al consumo?
-Claro, al estilo de Estados Unidos. La canasta de consumo de una familia obrera en el Gran Buenos Aires no es la misma que la del promedio general o la de una familia de Recoleta. Tampoco es igual a la de un trabajador de la zona petrolera de Santa Cruz, quien precisa $5.000 mensuales para vivir. Lo mismo pasa con la vivienda. No es lo mismo un PH que una casa en la Patagonia o en Cuyo. Todos los indicadores estadí­sticos merecen ser actualizados. Nadie se mete con los precios mayoristas, obnubilados por la cuestión del consumo. El IPC es la punta del iceberg.

-¿Fue un error no haber informado bien la metodologí­a del nuevo IPC lanzado en la gestión de la presidenta Cristina Kirchner?
-Lo cierto es que si se hace una conferencia de prensa, la gente pone a Tinelli. El conjunto de la población se maneja con percepciones y quizás el Gobierno no maneja bien ese tema. El indicador toda la vida despertó sospechas. Cuando estuve a cargo del INDEC, en tiempos de hiperinflación, me acuerdo que un mes los precios subieron 40% y los diarios nos acusaron de estar mintiendo. También en la época del ministro de Economí­a Roberto Lavagna cuando subió la pobreza, desde su cartera se propuso una medición alternativa. Es inevitable que despierte dudas, lo que pasa es que en este caso se han exacerbado.

-¿Fue un error haber reestructurado la deuda con tantos bonos que se indexan por CER?
-Algún incentivo habí­a que darle a los acreedores internos. Fue peor la indexación por PBI porque evidentemente el Gobierno pensaba que a partir del 2003 el Producto no iba a crecer más de 3 o 4%. La indexación por producto es cuando el crecimiento supera ese lí­mite y eso ha provocado que la plata que se va al exterior por ese concepto sea importante. El Gobierno deberí­a ir rescatando ese tipo de papeles pero son de largo plazo, con lo cual no es tan fácil. Todos los problemas de deuda interna pueden ser resueltos con un costo polí­tico pero con el sector externo no es tan fácil. Haber dado el incentivo de indexación por Producto evidentemente ha sido muy costoso.

-¿Serí­a un acierto correr a Moreno del INDEC y que quede bajo la órbita de la Jefatura de Gabinete?
-Yo me fui del INDEC cuando dependí­a de la Secretarí­a de Planificación y era un momento en el cual Domingo Cavallo estaba en pleno ascenso, arrasó con todo y se apropió del INDEC. No me parece bueno que este en el área de Economí­a, más allá de los personajes. Lo ideal para mi serí­a un instituto con mucha autonomí­a, con un status como el de la AFIP, que tenga un presupuesto aprobado anualmente, una comisión bicameral que lo este supervisando y que el titular del organismo sea designado a propuesta del Presidente. Tratarí­a de colocarlo en una situación que no dependiera de otra área del Gobierno. Por lo menos, en este momento para garantizar su credibilidad.
No tiene que estar sujeto a Economí­a porque los fenómenos que mide el organismo no son sólo de esa í­ndole. Tiene estadí­sticas de registro como las de natalidad y mortalidad, además hace mediciones pluviométricas y de cuencas. En estos momentos de cambio climático yo no se que es mas importante.
Además, el organismo deberí­a tener cierta autonomí­a para poder vender sus servicios con lo cual se evita la tentación de los empleados de vender datos y que los consultores digan cualquier cosa. Es un terreno que se esta cediendo gratuitamente e inútilmente.

Cifras macro
-¿Como se revierten las expectativas desfavorables que hay respecto del rumbo de la economí­a?

-Terminada la primera etapa del conflicto con el campo, a partir de julio se ha visto una recuperación de los indicadores, lo cual hay que tomarlo con pinzas porque no siempre los í­ndices reflejan lo que esta pasando con los sectores económicos individuales. Es innegable que a medida que el sector agropecuario vaya liquidando la cosecha, va a mejorar el nivel de actividad económica. Pero si en los próximos meses no tomamos ciertas decisiones de polí­tica económica que son necesarias, eso no nos garantiza el futuro. El Gobierno tiene que resolver los temas vinculados con las expectativas inflacionarias y debe lanzar un plan agropecuario consistente.

-¿Cómo deberí­a ese plan agropecuario?
-Creo que un plan agropecuario, industrial o de infraestructura no hay que discutirlo con los intereses económicos corporativos sino en el Parlamento. Esa es una lección que dejo el reciente conflicto agropecuario. El Poder Ejecutivo y los legisladores han sido elegidos por la población. Los dirigentes del campo, la industria y la construcción fueron elegidos por sus cámaras representativas, no es el mismo status.
Es necesario utilizar las instituciones de la República y seguramente nos va a ir mucho mejor que buscando consensos con representantes de intereses sectoriales, que pueden ser muy legí­timos, pero que no tienen porque coincidir con los del conjunto de la Nación.

-¿Por qué piensa que sólo finalizó la primer parte del conflicto con el campo?
-La polvareda que se armó en torno a las retenciones móviles ha disimulado conflictos que están latentes. No es lo mismo la situación de un grupo económico que explota entre 80 y 100 mil hectáreas de soja que la de un pequeño campesino o un productor lácteo. Son situaciones totalmente diferentes y muy probablemente con colisión de intereses. El sector agropecuario es como un panal de abejas, en cada celdilla hay una problemática distinta. Si usted deja que avance la soja indiscriminadamente destruye la producción de algodón. Si usted no establece una polí­tica muy inteligente respecto a la lecherí­a va a tener un impacto en los precios internos y si no atiende crediticiamente a las producciones regionales, probablemente serán desplazadas.
Inevitablemente aparecen las contradicciones y la necesidad de que el Estado tenga polí­ticas. Creo que es la etapa que se viene y es bueno que se venga, porque el conflicto con el campo permitió advertir muchas situaciones. Esta Federación Agraria no tiene nada que ver con la de sus orí­genes. De hecho, cuando la Federación Agraria empezó a pedir reivindicaciones para los pequeños productores, que han sido afectados por decisiones que ellos apoyaron, no encontraron la solidaridad de los ruralistas de los sectores más concentrados. Ellos ya tienen su problema resuelto, ahora que se arreglen los chiquitos.

La vuelta del Estado
-¿Qué opina de la restatización de Aerolí­neas Argentinas?
-Lo interesante de lo que pasó es que se ha demostrado que el Poder Legislativo está en condiciones de mejorar el proyecto y la verdad que Aerolí­neas tiene un plantel básico muy bueno. De las privatizaciones argentinas, las tres peores fueron la de Aerolí­neas, porque se dilapidó una compañí­a que era famosa internacionalmente, la del petróleo porque se regalaron reservas y los privados no invirtieron prácticamente nada y el sistema jubila torio. Ya corregimos dos, ahora habrí­a que ir por YPF.

-¿Cómo ve la compra de una porción de YPF por parte de un grupo local?
-Eso avanza, se puede estar de acuerdo o no. La verdad que en esos temas hay un desafio de inversión que si no lo hace el Estado, el privado no lo va a encarar. Graciosamente a las petroleras se las autorizó a dejar 70% de sus exportaciones en el exterior y no hubo ninguna polí­tica que las incentivara a la investigación y el desarrollo de lo más riesgoso que es el descubrimiento de recursos. Yo no las veo a las petroleras privadas en la Argentina dispuestas a hacer una gran inversión para encontrar yacimientos, sí­ refinerí­as y producción.

Mariana Shaalo
©iProfesional.com