Reventa de entradas: una lectura económica de una práctica que es costumbre
Otra vez la misma escena: hinchas fanáticos que acampan ante las ventanillas y hacen fila durante horas para encontrarse con que las entradas para ver a su equipo se esfuman… y florece el mercado de las reventas. Enojos, insultos, acusaciones de corrupción, carnet de socios rotos ante las cámaras de televisión.
En esta oportunidad los damnificados fueron los hinchas de Banfield, que manifiestan su escepticismo respecto de que realmente hayan sido puestas a la venta las 4.500 entradas. Y, claro, surge la sospecha de que los $30 que oficialmente valían las entradas puedan rápidamente multiplicar su precio en el mercado negro. De hecho, a los pocos minutos de cerradas las boleterías, ya había ofertas por 300 pesos.
Pero la situación no es nueva. Ocurrió, por ejemplo, con el partido Argentina-Brasil jugado en Rosario en septiembre pasado, cuando se llegó a pagar u$s1.500 por una platea, en un mercado de reventas que ardía.
Y antes pasó con el recital de Madonna en el estadio de River, en el cual una entrada para el sector campo vip saltó en pocas horas desde $630 a 4.500 pesos.
Es decir, el problema parece no tener solución. No es una exclusividad argentina, por cierto. En Gran Bretaña, el histórico concierto de reunión de Led Zeppelin a fines de 2007 produjo un colapso en los sitios web habilitados para la venta, y los precios de reventa alcanzaron tal nivel que se generó un debate nacional en el cual el gobierno analizó el establecimiento de regulaciones.
Sin embargo, los expertos creen que una regulación gubernamental sería la peor de las soluciones: como bien saben los economistas, cuando se ponen trabas a la oferta pero la demanda sigue firme, el resultado es que el precio sube más.
Al menos, esta fue la experiencia en Estados Unidos con los eventos deportivos premium, según explicó Joe Coen, CEO de Seatwave, un sitio web de ventas de entradas, quien escribió una columna en Financial Times.
Coen indicó que no sólo no se logró evitar la reventa, sino que los precios para los partidos del beisbol y el fútbol americano fueron mayores en aquellos estados con legislación anti-reventa. Y destacó que la tendencia es a aceptar como natural las reventas, y mencionó el caso del club alemán de fútbol Bayern Munich, que firmó un contrato para dar a un sitio web el estatus de "revendedor oficial".
Curiosamente, en la Argentina, donde el Gobierno tiene una fuerte vocación por intervenir en los precios de varios mercados, no hay regulaciones que restrinjan la oferta de entradas de espectáculos en Internet. De hecho, la reventa no es considerada un delito, sino apenas una contravención, sancionada con multa.
La sabiduría del revendedor
Desde el punto de vista de la teoría económica, los revendedores podrán no ser simpáticos, pero cumplen una función importante en el mercado: arbitran entre el precio oficial y el que el espectáculo en cuestión realmente vale.
Y, para hilar un poco más fino en la explicación teórica, lo que hace el revendedor es discriminar quién es quién entre los demandantes (en este caso, los hinchas de Banfield).
El postulado de la ley de la demanda indica que no todos reaccionan de la misma forma ante la existencia de un producto o servicio, sino que una minoría lo valora mucho y está dispuesta a pagar precios muy altos, mientras que una mayoría sólo compraría en caso de que el precio descendiera.
En este tipo de espectáculos, la curva de demanda es inelástica con respecto al precio. Traducido, esto significa que para los fanáticos de Banfield, la disposición a comprar la entrada sigue firme aun cuando el precio suba, porque no hay un producto que pueda sustituir al partido que puede coronar a su equipo por primera vez campeón.
En otros mercados, digamos el de la carne, la gente busca un sustituto cuando el precio es muy alto, y compra pollo, por ejemplo. Pero en el mundo del deporte o el espectáculo no funciona así, porque cada producto es percibido como con características únicas.
En ese contexto, los revendedores, aunque jamás hayan leído un texto de economía, intuyen perfectamente que, al producirse una demanda insatisfecha, hay gente que con tal de ganarse su lugar está dispuesta a pagar un plus encima del precio oficial. Y que en algunos casos, ese plus puede ser extremadamente alto.
Es poco lo que se puede hacer ante esta situación, porque reprimir la oferta sólo sirve para subir los precios. El método de la subasta, aunque no garantiza precios bajos, ofrece al menos mayor transparencia, y además elimina la intermediación.
Fernando Gutiérrez
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