• 10/12/2025
ALERTA

Logística extrema: se viene el avión más grande del mundo para transportar palas eólicas de 100 metros

Un carguero de 108 metros busca superar el principal cuello de botella en energía eólica : el transporte de aspas gigantes, reto inédito en la industria.
Por L.I.
10/11/2025 - 14:50hs
Avion renovables

El futuro de la energía eólica terrestre se juega en el aire. La logística del transporte de sus componentes gigantes, un problema que frecuentemente exige operativos inéditos y complejos en la Argentina y el resto del mundo, podría estar cerca de su solución gracias a un desarrollo de megaingeniería aeronáutica que busca eliminar las barreras de puertos, rutas y caminos.

La empresa estadounidense Radia, autodenominada "catalizador de las energías renovables", está construyendo el WindRunner, un avión de carga diseñado específicamente para mover las palas de turbinas eólicas más grandes del planeta. Esta aeronave, la más grande del mundo en su tipo, promete "expandir radicalmente el alcance y la escala de la industria de la energía eólica terrestre", al llevar electricidad de bajo costo a ubicaciones remotas con los recursos de viento más prometedores.

El principal problema de la industria de las renovables es, irónicamente, el tamaño. Los fabricantes ya luchan para transportar aspas que superan los 70 metros de longitud, una tarea que implica cerrar carreteras, desviar el tráfico, obtener escoltas policiales y, en ocasiones, atravesar terrenos agrícolas, como se observa en diversos países. Estos operativos no solo son costosos, sino que son inviables para las turbinas de próxima generación, cuyo tamaño y rentabilidad exigen palas aún más extensas.

Radia se enfrentó a este mismo dilema al desarrollar sus turbinas terrestres GigaWind. El transporte por ruta o ferrocarril no era factible para sus piezas de gran tamaño. Ante la imposibilidad de construir palas segmentadas (debido a su mayor tasa de fallos, costos y pérdida de rendimiento) o de fabricarlas en el sitio (por la necesidad de entornos controlados y alta tecnología), la única respuesta era la aviación.

WindRunner es logística extrema

El WindRunner, con una longitud de 108 metros (un 239% más largo que un Boeing 747-400F) y una envergadura de 80 metros, es una proeza de la ingeniería. Su amplio compartimento de carga, de 105 metros de largo, podrá acomodar palas de turbina de hasta 104 metros.

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El diseño del WindRunner permitirá cargar palas extremas para los parques eólicos.

La aeronave no solo debe ser gigantesca, sino también ágil. El diseño fue concebido para superar las limitaciones de otras soluciones aéreas: los dirigibles son lentos y requieren vastas áreas de aterrizaje, mientras que los helicópteros carecen de suficiente capacidad de carga útil y velocidad para mover aspas pesadas.

El WindRunner, en cambio, usará "trucos del oficio" y componentes estándar del mercado para mantener los costos bajo control. Está diseñado con un fuselaje de aluminio que le permite soportar las duras condiciones de aterrizaje y despegue en pistas improvisadas de tan solo 1,8 km de tierra, un requisito fundamental para acceder a los sitios de parques eólicos. Sus alas rectas, a diferencia de los aviones de pasajeros, le permiten una velocidad de aterrizaje de solo 185 km/h.

El cuello de botella de las renovables

Mark Lundstrom, director ejecutivo de Radia, es categórico: "El desafío es la logística. Simplemente no se pueden mover objetos de más de 100 metros de largo y siete metros de ancho por tierra. La energía eólica está limitada, a menos que puedas averiguar cómo transportar por aire estos objetos gigantescos hasta pistas de tierra".

El argumento de Lundstrom se centra en el rendimiento. Las turbinas de 10 MW que este avión podría mover harán que los sitios con velocidades de viento moderadas sean rentables, lo que se traduce en una fuerte reducción de los costos eléctricos y las emisiones de carbono.

Radia proyecta que la construcción de la fábrica comenzará en 2026 y que el WindRunner realizará su primer vuelo de prueba a finales de 2029, con una posible entrada en operaciones comerciales para 2031. Si este ambicioso plan se concreta, el transporte aéreo de componentes eólicos dejará de ser una excepción para convertirse en la norma, asegurando la viabilidad de la próxima generación de energías renovables en todo el mundo.

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