Los inversores no confían en Portugal y sus bancos sufren una baja masiva de las calificaciones
Autoridades tanto en Lisboa como en Bruselas insisten en que Portugal no es como Grecia. En los meses siguientes llegará el momento de probarlo.
La inyección de fondos del Banco Central Europeo en el sistema bancario del continente ha, por ahora, rescatado a España e Italia del borde del abismo de la crisis de deuda soberana.
Pero no ha ocurrido lo mismo con Portugal. Aunque el rendimiento de sus bonos gubernamentales mejoró esta semana, se mantiene en niveles muy elevados.
Esto se debe en parte a que los inversionistas ven con recelo las dificultades del gobierno para reducir su déficit fiscal en medio de un bajón económico prolongado.
Portugal sólo superó la meta de registrar un déficit de 5,9% del Producto Interno Bruto en 2011 tras contabilizar como ganancia una transferencia de los activos pensionales del sector bancario.
El gobierno utilizó una maniobra contable similar en 2010, con activos de pensiones de la industria de telecomunicaciones.
Los bancos portugueses tampoco están comprando considerables sumas de deuda soberana, un ingrediente importante de la mejora del ánimo en España e Italia. Portugal está, por ende, en una especie de purgatorio financiero.
Sus problemas fiscales no son de la magnitud de los de Grecia, pero tampoco ha producido las mejoras estables de Irlanda, otro beneficiario de un paquete de rescate.
El bono a 10 años de Portugal rendía 11% el miércoles, según Tradeweb, frente a 13,5% a principios de año. El volumen es bajo y los precios son volátiles. En cambio, el bono irlandés comparable anotó un retorno inferior a 7%.
"Aunque el rendimiento es muy atractivo, el retorno por riesgo no lo es", dice Rebecca Patterson, estratega principal de mercados de J.P. Morgan Asset Management en Nueva York.
"Hay lugares de sobra donde obtener un retorno sin un riesgo similar al de Grecia".
La débil demanda y los volúmenes bajos sugieren que Portugal podría tener problemas para recaudar dinero. El rescate de 78.000 millones de euros (unos US$104.000 millones) que recibió de la zona euro y el Fondo Monetario Internacional, lo obliga a levantar 10.000 millones de euros en los mercados de capital en 2013.
De lo contrario, el país no tendrá más remedio que incumplir con un pago de 9.700 millones de euros previsto para septiembre de ese año.
A menos que los retornos de sus bonos caigan substancialmente, a un nivel que le brinde a Portugal una oportunidad real de acudir a los mercados, el tema podría pasar a primer plano a fines del segundo trimestre.
El FMI exige que este tipo de "brechas de financiación" se resuelvan con un año de anticipación.
Hay razones para pensar que algunos inversionistas no regresarán. Luego de que las firmas de calificación de riesgo redujeran sus notas para Portugal, sus bonos dejaron de ser atractivos para los fondos de pensiones y otros grandes compradores de deuda soberana que se limitan a invertir en valores con grado de inversión.
"Los inversionistas extranjeros han abandonado Portugal simplemente porque han perdido categoría en los índices", dice Justin Knight, jefe de estrategia de tasas de interés europeas del banco UBS en Londres.
Las instituciones financieras portuguesas, a su vez, tampoco están comprando en forma sostenida. A fines de enero,las posiciones de los bancos portugueses en bonos soberanos del país ascendían a los 23.000 millones de euros igual que dos meses antes.
En contraste, los bancos españoles elevaron en 70% sus activos en deuda de su gobierno en el mismo período, y los bancos italianos lo hicieron en más de 15%, según datos de los bancos centrales.
Los bancos portugueses dependen en buena medida del financiamiento del BCE y están bajo presión regulatoria para reducir su exposición a países riesgosos. Algunas instituciones portuguesas sufrieron cuantiosas pérdidas ligadas a sus carteras de deuda griega.
Para los compradores de bonos, la pregunta clave es si Portugal reestructurará su deuda e impondrá pérdidas a sus acreedores, como lo hizo Grecia. Knight, de UBS, dijo que la zona euro tratará de impedirlo, si el país muestra disciplina fiscal. "Mientras Portugal haga su parte, creemos que (la UE) será flexible", observa.
La UE y el FMI han dado señales de que están dispuestos a hacer más. Pero hay un riesgo que el descontento de la población en Alemania y otros países dificulten sus intenciones de seguir abriendo las arcas si Portugal no logra recaudar dinero en los mercados.
Moody's Analytics estima la probabilidad de una cesación de pagos de Portugal en los próximos cinco años en cerca de 17%, superior a la de Irlanda, Italia y España.
El miércoles, la calificadora de riesgo estadounidense Moody's Investors Service redujo las notas de cuatro bancos portugueses y de la subsidiaria portuguesa de Banco Santander SA.
En concreto, la calificadora de riesgos ha rebajado en un peldaño la nota de los depósitos y de la deuda senior de Caixa Geral de Depositos (CGD), Banco Espirito Santo (BES) y Banco BPI (BPI), que pasa a ser ''Ba3'' desde ''Ba2'', así como el ''rating'' del Banco Internacional do Funchal (Banif), que se sitúa en ''B1'' desde ''Ba3''.
Asimismo, Moody''s decidido recortar en dos escalones la nota de Santander Totta, cuya califición pasa a ser ''Ba1'' desde ''Baa2'', mientras que ratificó las calificaciones ''Ba3'' de Caixa Economica Montepio Geral (Montepio) y del Banco Comercial Portugues (BCP).
La agencia precisó que esta decisión refleja la rebaja de la calificación autónoma de fortaleza financiera de las entidades a consecuencia del "esperado deterioro de sus activos domésticos y de su rentabilidad por las pobres previsiones económicas como consecuencia de las medidas de austeridad necesarias para afrontar el debilitamiento del perfil de crédito soberano".
Asimismo, la calificadora de riesgos ha tenido en cuenta los activos de riesgo adicionales como consecuencia de la sustancial presencia de deuda soberana en sus carteras y su prolongada falta de acceso a los mercados mayoristas de financiación.