Una "piedra" en el zapato de Macri: qué es lo que le piden los inversores para traer sus dólares
Hay una sombra que empaña estas horas de festejo macrista por la consecución del acuerdo con los fondos buitre y el avance de este tema en el Congreso.
Y es que la lista de éxitos políticos y de apoyos extrapartidarios contrasta con la falta de apoyo del sector que, se descontaba, sería el más entusiasta sostén del nuevo Gobierno: la city financiera y el "establishment" económico.
Esa falta de apoyo se manifiesta de diferentes formas, desde la corrida cambiaria de comienzos de marzo hasta la lentitud en las liquidaciones de soja. Desde la demora en la concreción de inversiones hasta las declaraciones críticas por parte de economistas del ala de visión liberal.
Esas críticas suelen converger siempre en un punto fatídico: la gravedad del déficit fiscal y la insuficiencia del ajuste gradualista planteado por el ministro Alfonso Prat Gay.
Más aun, hay quienes temen que la vuelta al crédito externo implique el riesgo de que el Gobierno se "tiente" con la entrada de fondos frescos para posponer las medidas más duras y financiar el "rojo" en las cuentas nacionales.
De hecho, el propio Prat Gay dio pie a estos temores al señalar -en la conferencia de prensa en la que se anunció el acuerdo con los buitres- que de no haber sido por esta negociación y la consecuente vuelta al mercado de crédito, sería necesario "un ajuste brutal".
Lo cierto es que hoy son pocos quienes disimulan su escepticismo sobre la marcha del plan económico.
"Ojalá que el gradualismo de Macri funcione. No digo que vaya a terminar mal, pero si somos rigurosos con la historia económica de los últimos 50 años, jamás los gradualismos terminaron bien", advierte el economista José Luis Espert, uno de los más connotados defensores de la aplicación de una política de "shock".
"Corregir de manera gradual los desastres que ha dejado el kirchnerismo en materia fiscal, monetaria, de tarifas y de tipo de cambio es como dormir en una cama con clavos durante mucho tiempo", agrega.
Lo curioso es que las críticas no se limitan a quienes, desde una visión liberal, hacen gala de su clásica preocupación por el equilibrio fiscal. También provienen de aquellos que ven con simpatía la intervención estatal.
Esto ha quedado en claro en la discusión parlamentaria por el acuerdo con los holdouts. El bloque legislativo que responde a Sergio Massa condicionó su apoyo a que el nuevo endeudamiento esté muy limitado, tanto en el monto como en el destino que se le dará a los nuevos fondos.
"Estamos dispuestos a apoyar la deuda para la financiación de obras de infraestructura, pero no para que sea usada para gastos corrientes, como ya se ha hecho en otras épocas", planteó la diputada Graciela Camaño, del Frente Renovador.
El agujero fiscal, en el centro de las dudas
Por lo pronto, el tema de fondo del plan económico es cómo se financiarán los $350.000 millones de un agujero fiscal que, según el Gobierno, ha recibido como herencia de la gestión kirchnerista. O, mejor dicho, quién pagará esa cuenta.
Al tipo de cambio de hoy da unos u$s20.000 millones, aunque hay analistas que creen que las necesidades reales ascenderán a u$s30.000 millones, cifra que ya de por sí dejaría corto al plan de emisión por u$s15.000 millones anunciado por Prat Gay.
En la city porteña miran los números fríos y llegan a la conclusión de que las cuentas no cierran. Prat Gay se propone llevar a 4,8% el déficit que hoy está en 5,8 puntos del PBI (sin contar la deuda flotante).
La advertencia que los economistas le vienen formulando a Macri es que el rojo propuesto será muy difícil de financiar, incluso solucionado el problema de los holdouts y con la ventanilla del crédito internacional.
En este sentido, la estimación que hacen es que, llegado el caso, aparte del bono que está en etapa de preparación para pagarles en cash a los buitres, apenas existiría margen para algunos pocos miles de millones adicionales. En ningún caso resultará suficiente para cubrir el déficit fiscal.
Las últimas decisiones de la Casa Rosada, lejos de atemperar los ánimos, exacerbaron los enojos.
La paritaria docente, que a nivel nacional se acordó con un aumento del 40% en dos tramos -superior a la estimación más pesimista sobre la inflación anual- fue interpretada como una debilidad del Gobierno nacional frente al reclamo sindical.
En el mismo sentido se analizó el reciente anuncio sobre Ganancias. No porque no sea justo aliviar la carga tributaria de los asalariados de la cuarta categoría sino por el impacto fiscal ($49.000 millones anuales) que tiene la iniciativa.
"Macri está muy mal asesorado. Tiene que recuperar rápido la caja. Tiene que olvidarse de los acuerdos políticos con los gobernadores porque, al menos este año, no habrá plata para obras públicas", advierte en diálogo con iProfesional un economista ligado al club de los ortodoxos, que pide mantener su nombre en reserva.