El periodista estafador y la parábola de Eugenio Curatola con u$s90 M
Un día, 90 millones de dólares después, encontró la luz.
“¿Por qué Dios permite que sucedan cosas malas a gente buena?”, escribió en su blog hace poco más de cuatro meses, el 17 de junio pasado.
“Nosotros no necesitamos preocuparnos”, se respondió párrafos más adelante. “Sólo tenemos que mantener nuestro enfoque en nuestro Creador y entrar en su presencia cada día a través del portal de su Santa Palabra. Allí encontraremos la verdad, el contentamiento, riquezas espirituales y gozo eterno”.
Padre de tres hijos, abuelo de una nena, a los 53 años Eugenio Curatola parece un hombre nuevo.
Poco se ve en él de aquel que tenía que esconderse hasta de sus vecinos del exclusivo country Abril, una década atrás.
Su parábola empezó a fines de los 90, cuando aún se ganaba la vida como asesor de seguros.
En 1998 vio la oportunidad de entrar al mercado internacional de divisas (el Forex, donde bancos, gobiernos, instituciones y especuladores compran y venden monedas de forma virtual) y empezó a captar inversionistas.
Fue un iluminado: para 2001, con el corralito, su negocio floreció gracias a que permitía sacar dinero del país.
A través de “Curatola y Asociados”, ofrecía hacer depósitos en cuentas de un broker extranjero llamado FXCM –habilitado para operar en el Forex– para que éste invirtiera el dinero –10.000 dólares, mínimo– en el mercado de divisas.
Los inversionistas podían controlar sus ganancias vía Internet y retirar su capital cuando quisieran, previo pago de comisiones al propio Curatola.
El rendimiento ofrecido era espectacular: 45% anual. Parecía el negocio del siglo.
Con ayuda de su esposa, Silvina Amestoy, y de otros familiares, abrió cuatro oficinas en Capital y 20 en Azul, Olavarría, La Pampa, Río Negro, Neuquén, Mendoza y Chubut y otras ciudades del interior. En poco tiempo sumaba más de 10.000 clientes.
Curatola era imparable. Empezó a dar charlas en hoteles de todo el país para captar “inversores” y llegó a tener su propio micro de finanzas en distintas radios y canales de cable: el modelo que seguiría calcado, años después, el marplatense Daniel Viglione, detenido el sábado.
Los problemas comenzaron entre 2002 y 2003, cuando el broker FXCM –el mismo que ahora decía usar Viglione– advirtió irregularidades y dejó de operar con Curatola.
El consultor, sin embargo, tranquilizó a sus clientes: les anunció que tendría un broker nuevo, Forexvan, radicado en Panamá y con cuentas en Bermudas.
Los inversores le creyeron y enviaron su dinero allí. Les generó confianza, entre otras cosas, el hecho de que Forexvan tuviera una página web igualita a la de FXCM. Contra depósito –una mujer llegó a poner 325.000 dólares–.
Curatola les daba una clave y ellos podían entrar allí a ver cómo evolucionaba su inversión. Los números, otra vez, eran fabulosos.
Pero todo se derrumbó en 2005. Los inversores empezaron a desconfiar, reclamaron su dinero y se encontraron con que la plata no estaba. Curatola, tampoco.
Las denuncias comenzaron a acumularse. Los cálculos más moderados hablaban de 11.000 damnificados por más de 300 millones de dólares, muchos de los cuales no podían presentarse ante la Justicia porque tenían todo en negro.
El 30 de diciembre de 2008, finalmente, la Policía entró al country Abril y se llevó detenido a Curatola. Pero la investigación era compleja, lenta y había muchas razones para demorarla. El consultor pasó preso dos años y medio y luego lo liberaron.
Para entonces ya estaba claro lo ocurrido. Curatola había seguido los pasos de ese pionero llamado Carlo Ponzi, un inmigrante italiano que en 1920 inventó en los Estados Unidos el esquema que llevaría su nombre para siempre.
Concretamente, consistía tomar dinero de inversores prometiendo rendimientos siderales, pagarles “ganancias” a los primeros con lo que ponían los que llegaban en segundo turno y retroalimentar el sistema con el boca a boca.
En el fondo no hay ningún negocio real: sólo una ficción montada hasta que llega el momento de escapar con el grueso del capital.
Forexvan y las cuentas a las que había ido a parar el dinero eran, probaría la Justicia –y se ratificaría este año con los “Panamá Papers”– propiedad de Curatola.
En junio de 2015, el inversor firmó un juicio abreviado en el que aceptó una pena a 5 años de prisión, que le permitió mantenerse libre.
El cálculo: estafas a 249 personas por 90 millones de dólares.
Su para entonces ex esposa, Silvina Amestoy, optó por ir a juicio oral: le dieron 7 años de cárcel.
“Hasta último momento pensé que Curatola iba a venir para contar qué es lo que sucedió con el dinero de la gente”, dijo la mujer.
Pero Curatola ya está más allá. Tiene un blog donde escribe sobre el Señor.
Fundó una “consultora de negocios y marketing digital” llamada “Tíquico Digital”, en cuya web explica el origen bíblico del nombre, “un fiel servidor del Señor”.
Allí se define a sí mismo como “productor inmobiliario” y reconoce: “En el camino sucumbí a algunas de las trampas que ponen los sistemas financieros internacionales pasando por una espectacular y bien publicitada caída”.
Caso Viglione
El sábado due detenido en Mendoza a Daniel Viglione, el periodista económico de Mar del Plata que está acusado de estafar a cerca de 200 personas por u$s5 millones.
Estaba alojado en un hotel de esa provincia, donde se registró con su propio nombre. El juez de Garantías Saúl Errandone había ordenado la captura del periodista, que aconsejaba inversiones en un mercado extranjero.
Hasta ahora hay 40 personas que aseguran haber sido estafadas. Veinticinco de esos casos fueron "corroborados" por la Fiscalía y presentados ante Errandonea.
Viglione citaba a los confiados inversores en las oficinas que tiene en los departamentos A y B del segundo piso de Moreno 2876, en el centro de esa ciudad.
Sin dejar de repetir terminología técnica, siempre enmascarando su actividad con títulos como el de la SRL “Finances and Markets Consulting” que había constituido con su esposa e hijo, terminaba de redondear el embuste.
Un par de firmas en formularios apócrifos, que completaba a mano alzada, y listo: sumas entre u$s10.000 y u$s60.000 quedaban en sus manos.
Así se hizo de millones de dólares el falso financista marplatense que había desaparecido el 21 de octubre, cuando ya no pudo sostener la mentira de que ese dinero lo invertía en bancos estadounidenses.
En las Fiscalía de Delitos Económicos de Fernando Berlingeri se acumulan ahora 40 denuncias y el abogado Julio Razona acercará otros casos.
El letrado fue reconstruyendo el modo en que operaba Viglione, y por eso pidió a la Justicia que la calificación legal pase a ser "asociación ilícita".
Es que el periodista sería el jefe de la banda y el abogado denunciante amplió su acusación a la esposa de Viglione, Claudia Fernández, a su hijo Luis, a una socia, María Larsen, y a la hija de esta mujer, radicada en España.
"Ya detectamos la cuenta de la hija de Larsen, que vive en Formentera, en la que muchas veces hacían depositar el dinero. Una cuenta en el extranjero le servía para aparentar la actividad ilícita que desarrollaban”, explicó.
Otras veces la operación se hacía en las oficinas de Viglione en la calle Moreno, donde también grababa algunos de los videos que subía a las redes sociales dirigiéndose “a la comunidad”, como llamaba a los inversores.
"Le daba a la gente la copia de un formulario falso con el membrete de un broker estadounidense (hay otros con membrete de otro broker londinense), a cambio del dinero", confió el abogado
Expresó que le ponía un número al formulario y les decía que ese era el número de cuenta de ellos.
"La mayoría de las veces él no firmaba nada”, completó el letrado y dijo que les hacía llegar informes "que él mismo preparaba, donde mostraba lasganancias que iban obteniendo".
Viglione, que era monotributista, conducía su programa “Economy Geeks” en una radio marplatense y tenía presencia en las redes sociales, según Clarín.
Ahí comenzaba el engaño, luego daba conferencias en hoteles y ofrecía sus servicios. La estafa la sostuvo hasta que muchos de sus inversores decidieron traer su dinero al país a partir de la ley de blanqueo fiscal.
Lo llamaron, le pidieron su plata, y cuando se quedó sin excusas armó un bolso con ropa, cargó sus celulares y escapó.