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Por qué la situación de Italia puede desencadenar una crisis financiera mundial

Un artículo del New York Times advierte sobre una grieta entre un "gobierno populista" y un establishment financiero que espera recortes fiscales
26/10/2018 - 16:58hs
Por qué la situación de Italia puede desencadenar una crisis financiera mundial

Tras el "sacudón" que recibieron los mercados emergentes este año, con casos destacados como Turquía y Argentina, los analistas ahora temen que se produzca una crisis mayor.

La próxima crisis financiera sería global y comenzaría en uno de los países de la Europa desarrollada: Italia.

Muchos de los ingredientes están allí. Un montón de deuda. Bancos débiles. Un gobierno errático. Una economía grande capaz de causar daño fuera del país, señala un artículo del New York Times.

Los inversionistas en bonos han estado activando la alarma. Los planes populistas de gasto del gobierno, ampliamente considerados en los círculos financieros como imprudentes, han ocasionado que se disparen las tasas de interés sobre la deuda italiana, lo que amenaza con crear un llamado “círculo de perdición” que abarcaría toda la economía.

El presupuesto propuesto expone las costuras de la coalición gobernante de Italia, donde un partido favorece los recortes fiscales y el otro, costosos programas de bienestar. Esto ha dividido al gobierno populista y al establishment financiero italiano, que teme lo que el gasto hará a la economía del país y a su relación con Europa.

Las crisis financieras tienden a suceder cada década más o menos, e Italia está cerca del tope de una lista de puntos álgidos que podrían desatar la siguiente.

Pero, en contraste con la crisis financiera que empezó en 2008, los bancos centrales tal vez no podrían llegar al rescate en esta ocasión, dijo Richard Portes, profesor en la Escuela de Negocios de Londres. Gastaron casi todas sus herramientas de combate de crisis cuando enfrentaron el último colapso.

Es por eso que los inversionistas están tan preocupados por Italia. La eurozona aún se recupera de una crisis de deuda que comenzó en Grecia en 2010. Italia, la tercera economía más grande del bloque, representa el 11% del PBI de la Unión Europea —10 veces más que Grecia— y tiene el potencial para crear mucho más daño.

A diferencia de anteriores gobiernos italianos que cumplieron con las demandas de la Unión Europea, los populistas de Italia han forjado sus carreras yendo en contra de Bruselas. Emprenden un rumbo confrontacional con la Comisión Europea, señala el New York Times.

El 23 de octubre, la UE rechazó el propuesto plan de gastos de Italia, que pedía un déficit igual al 2,4% de PBI, una cifra considerada demasiado alta para un país cuya deuda total del gobierno es igual al 131 por ciento del PBI, más del doble del límite de la eurozona.

El anterior gobierno de centro-izquierda había propuesto un presupuesto con un déficit del 0,8%, lo que habría permitido a Italia seguir disminuyendo su deuda total.

Después del rechazo oficial, Luigi Di Maio, líder político del Movimiento 5 Estrellas y ministro de Desarrollo Económico de Italia, escribió en Facebook: “Sabemos que hemos emprendido el camino correcto, y por eso no nos vamos a detener”.

Bajo las reglas del bloque, Italia tiene 3 semanas para hacer ajustes a su presupuesto.

Fitch Ratings ha señalado que podría degradar su calificación de la deuda de Italia, una medida que de ser igualada por otra agencias calificadoras elevaría aún más el costo del gobierno para pedir préstamos.

El gobierno italiano parece popular e inmune al dolor electoral. Pero el apoyo público podría empezar a tambalearse si los inversionistas siguen perdiendo la confianza en la deuda italiana, lo que tendría severas consecuencias para la economía.

Los bancos entonces se volverían más cautelosos respecto de los préstamos. Los consumidores y las empresas tienen que pagar tasas de interés más altas para pedir préstamos, o tal vez no podrían obtener créditos en absoluto, estrangulando la economía.

Si el crecimiento económico disminuye y el desempleo aumenta, menos personas pagarán impuestos y la situación financiera del gobierno se deteriorará aún más. Los inversionistas entonces insisten en una prima de riesgos más alta sobre bonos italianos —un mayor dividendo— y el ciclo se repite. Es por eso que se llama ciclo de perdición, explica el New York Times.

Las encuestas arrojan que los italianos no quieren renunciar al euro, un hecho que podría llevar a la moderación. El gobierno ha reaccionado antes a la presión, al designar a un moderado, Giovanni Tria, como ministro de Finanzas tras objeciones a la designación inicial, Paolo Savona, un economista que había escrito sobre abandonar el euro.

Provocar a Bruselas ha sido una estrategia ganadora para los actuales líderes italianos, y no muestran señales de desistir.

“Nos importan los mercados”, declaró Maio en una entrevista televisiva. Pero si tiene que elegir entre los rendimientos de bonos y el pueblo italiano, añadió, “elijo al pueblo italiano”.

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