Ante la posibilidad de un endurecimiento del cepo cambiario y una nueva devaluación, la demanda de dólares en todo el país es cada vez más grande. En Posadas, por ejemplo, las casas de cambio funcionan a pleno a pesar de que venden el billete verde casi 5 pesos por encima de la cotización bancaria.

De esta forma, especuladores y ahorristas recurren a coleros para saltar el cepo o esquivarle a la burocracia bancaria.

El recuerdo de lo sucedido tras las PASO hizo que quienes fueron sorprendidos por aquella corrida no quieren repetir la experiencia y buscan adelantarse a un posible nuevo sacudón cambiario.

Todos los analistas anticipan que a partir del lunes, con las elecciones ya resueltas, el Gobierno deberá instrumentar cambios para frenar la pérdida de reservas, que en las últimas semanas fue de gran magnitud. Por eso, el endurecimiento del cepo aparece como el único camino para evitar una nueva devaluación que espiralice aún más la inflación.

La posibilidad cierta de que se restrinjan más las limitaciones a la compra de divisa opera entonces como otro aliciente que activa la demanda de dólares.

Los bancos ofrecen la cotización más conveniente para comprar divisa, pero imponen un límite de 10 mil dólares mensuales, y para comprar hay que ser cliente, tener una cuenta en dólares y los billetes no se entregan en el acto sino que permanecen bancarizados.

Para quienes pretendan comprar sumas menores, para quienes no son clientes de bancos, como los comerciantes que reciben pesos de compras realizadas por argentinos, y para quienes ya agotaron su cupo mensual de 10 mil dólares que les venden los bancos, las casas de cambio son la opción más elegida.

Allí enfrentan una limitante más estricta que la que rige para los bancos, porque las casas de cambio no venden más de mil dólares por mes por cliente, según reporta misionesonline.com.

Para sortear esa limitación volvieron con fuerza los "coleros", personas reclutadas en el centro de Posadas a quienes se les ofrece un premio de hasta 400 pesos por hacer la fila y prestar su nombre para comprar mil dólares a cuenta de un tercero.

La práctica se extendió a tal punto que hace varios días las colas frente a las casas de cambio se prolonguen por más de 200 metros fuera de los locales.