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Alberto, optimista para el 2020: prevé señales de reactivación en primer trimestre y PBI 1% al alza

El presidente electo busca darle una inyección al consumo para reactivar la economía. Estudia reducir encajes a los bancos para que presten a tasas bajas
13/11/2019 - 06:20hs
Alberto, optimista para el 2020: prevé señales de reactivación en primer trimestre y PBI 1% al alza

Según el "teorema de Baglini", cuanto más lejos está uno del poder, más irresponsables son sus enunciados políticos; y cuanto más cerca, se empiezan a volver más sensatos y razonables. La teoría del dirigente radical mendocino quizá explique el cambio en las proyecciones de Alberto Fernández, quien antes de las PASO rebosaba de optimismo respecto del repunte de la economía y ahora ya anticipa tiempos difíciles para "poner de pie" al país.

Sin embargo, más allá del discurso mucho más moderado del próximo presidente, dentro de su equipo económico anticipan que el Producto Bruto Interno (PBI) podría crecer en el primer año de gestión y que la inflación terminará 2020 por debajo del nivel que heredarán de Mauricio Macri.

En concreto, según los cálculos más optimistas que circulan en las oficinas de la calle México, la economía cerraría el próximo año con un crecimiento poco menos del 1% y la meta es que la inflación no supere el 40% de enero a diciembre. "Tendríamos que estar viendo un repunte en el primer trimestre, a lo sumo en el primer cuatrimestre", vaticina uno de los hombres del equipo de Alberto.

El exceso de optimismo de estas proyecciones va a contramano de lo que esperan analistas y bancos de inversión que, según el Relevamiento de Expectativa de Mercado (REM) del Banco Central, prevén una caída del PBI de 1,7% en 2020, un pronóstico que mes a mes viene empeorando. En cuanto al aumento del Índice de Precios al Consumidor, los cálculos albertistas no están tan lejos del REM, que proyecta una suba del 42,9% entre enero y diciembre.

También va en contra de lo que pronostica el Fondo Monetario Internacional (FMI), que en su último reporte previó una contracción de la economía argentina del 1,3% para el año próximo.

Extrañamente, los números que hacen cerca del presidente electo están en línea con el Presupuesto 2020 que el actual ministro de Economía, Hernán Lacunza, envió en septiembre al Congreso, donde anticipa un crecimiento del PBI del 1% y una inflación del 34% punta a punta. Claro que, más allá del optimismo que el funcionario macrista mostraba en sus primeros días de gestión, hay que tener en cuenta que desde septiembre a la fecha las variables económicas locales empeoraron, lo que dejarán un lastre más pesado.

Aumento general de salarios

La clave, apuntan en el entorno de Alberto, será reavivar el consumo, que en el país representa cerca del 70% del PBI y viene con una racha de más 15 meses de caída consecutiva. Para eso, el plan será "poner plata en el bolsillo en la gente" -como decía en campaña el presidente electo- y acompañarlo de un gran acuerdo con los empresarios para que contribuyan a contener la inflación.

Sin tiempo para perder, entre las primeras medidas que pretende tomar Alberto están definir un aumento general de salarios, a cuenta de futuros aumentos, acompañado de un incremento en jubilaciones y de la Asignación Universal por Hijo (AUH). "Necesitamos que la gente tenga dinero para gastar. El nivel de consumo reprimido que hoy existe es fenomenal", explican en las filas albertistas.

Si bien no hay un monto definido, ya que el porcentaje se determinará con empresarios y sindicatos, la suba inicial podría rondar el 15% y no se descarta que se haga a través de un decreto.

Evitar que el empresario que le pague más a su empleado traslade ese mayor costo laboral a los precios y lo absorba es la contracara de esta medida y ahí recae la importancia del acuerdo social que buscan sellar.

"La mayoría tiene casi la mitad de la fábrica con capacidad ociosa, está suspendiendo personal y tiene stock de sobra. Entienden que el aumento que den después les vuelve en mayores ventas", razonan en el equipo económico del próximo gobierno, aunque saben que hay sectores más golpeados que otros y no todos podrán afrontar el ajuste de sueldos sin llevarlo a precios. "Se verá caso por caso, pero en líneas generales no deberían trasladarlo. Es hora de que pongan el hombro", acotan.

En el mercado son conscientes que es muy difícil hacer esta distinción y que muchas compañías no tendrán espalda para otorgar los incrementos sin trasladarlos a precios. Su argumento es que en la mesa del acuerdo social no están representados todos los sectores económicos, lo que dificulta la llegada del Estado a la realidad de cada empresa.

Consumo postergado

Según estimaciones que realizó la consultora Elypsis, hay consumos postergados por $104.065 millones, que podrían reactivarse "en lo inmediato si se despeja la incertidumbre macro". De esta cifra, que equivale al 0,5% del PBI, más de $19.000 millones podrían ir a alimentos; unos $14.240 millones se destinarían a productos de indumentaria y calzado; otros $10.357 millones, a autos y motos; y en turismo y recreación se gastaría $11.651 millones.

"Si la economía se ordena y se estabiliza el ingreso, hoy sujeto a shocks de inflación y tipos de cambio semanales, habría margen para un aumento inmediato en el consumo familiar equivalente a 0,5% del PBI -aun si no se recupera el poder adquisitivo en el corto plazo– debido sobre todo a las compras de durables postergadas por la incertidumbre, y al regreso de primeras marcas a la canasta de alimentos", destaca en su informe la consultora, que para estimar esta postergación cruzó datos de consumo con encuestas realizadas a 5.500 jefes y jefas de hogares del país.

Entre otros aspectos, algunos de los resultados del análisis sugieren que:

- El 41,5% de los hogares consultados asegura tener algún consumo postergado ya sea por falta de ingresos o por incertidumbre.

- El 60% de las familias sondeadas para aumentar su consumo necesitaría más ingresos mientras que, el 29,3%, más certidumbre.

- En el último año, el 62,7% de los hogares bajó su consumo. A su vez, el 27,8% de los encuestados define su ingreso como alto o muy alto, 24% como medio y 48,2% como bajo y muy bajo, un reflejo más del margen pendiente que tiene la demanda interna.

En paralelo al aumento de salarios, jubilaciones y AUH, el plan de Alberto es que los bancos otorguen más préstamos a las empresas a bajas tasas. La idea es que eso sea una de las primeras medidas que tome el que desembarque en Reconquista 266 para evitar "concursos masivos de empresas", según define uno de los economistas cercanos al presidente electo.

El rol de los bancos

Si bien aún no está definido cómo se implementaría el plan, una de las posibilidades que barajan es obligar a los bancos a destinar un porcentaje de sus préstamos a estas líneas de tasas bajas para capital de trabajo. La idea es emular las líneas de inversión productiva, pero cambiar el destino a capital de trabajo.

Esta es una de las cartas que ofrecerán a los empresarios para que adhieran al acuerdo, casi como una respuesta a uno de los principales reclamos que durante el macrismo tenían los industriales: financiamiento a tasas bajas.

Al mismo tiempo, para reducir el costo de fondeo a los bancos, la idea es reducir encajes, que hoy rondan el 40%, un nivel "elevadísimo", como definen en el entorno de Alberto.

Esta parte del plan de Fernández, de fogonear al consumo y al mismo tiempo darle financiamiento barato al sector privado, es bien recibida por algunos economistas de la City. De todos modos, ven muy difícil que logre terminar el año con una inflación por debajo del 40%, más aún con esa inyección de pesos en la economía.

"El año que viene está perdido, recién vamos a crecer en 2021. Y la inflación se va a mantener como ahora, en el 55% anual, en el escenario más optimista", destaca uno de los economistas más escuchados de la City.

Con este paquete de medidas inicial, Alberto busca darle una inyección al consumo, que sea capaz de reactivar una economía en recesión. Saben que no es una tarea sencilla, pero también  que no pueden esperar mucho tiempo. No sólo no quieren hablar de "segundo semestre", un término que marcó la eterna promesa de repunte de la gestión macrista, sino tampoco de "la segunda mitad del año".

La idea, como explican desde las filas del albertismo, es que en marzo ya existan signos de repunte (lejos están de decir "brotes verdes"), a lo sumo en el primer cuatrimestre.

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