Guiño de los inversores a la oferta: se desploma más del 8% el riesgo país y los bonos se recuperan
"Lo que no se sabe es con cuánto apoyo, o no, por parte de los acreedores realmente se cuenta. Había discusiones de que por parte del gobierno se quiere apuntar una quita del orden del 60% o poco mas; mientras que los bonistas buscan algo menor, del orden del 40%. Y desde esa posición, se tratará -entendemos- de buscar un punto intermedio, si entendemos que esta es una primera posición abierta a negociaciones", agregó.
De todas formas, no fue una conferencia para hablar necesariamente de lo que se conocerá -se estima que este viernes- cuando la SEC (el regulador del mercado de valores de Estados Unidos) apruebe la oferta argentina.
La convocatoria que hizo Alberto Fernández fue parte del show político que el Gobierno intenta realizar de cara a una negociación que será muy dura. Sorprendió a algunos que haya sentado a Cristina Fernández de Kirchner. ¿Quizás el Presidente intentó mostrar la posición agresiva que tendrán a la hora de negociar?
Sea como fuere, el ministro expuso muy pocas cartas. Tampoco podía más. Guzmán caminó sobre un desfiladero al dar detalles (pocos) de la propuesta a bonistas. Es que podría haber incurrido en una ilegalidad -según la regulación americana- al hablar de una oferta que formalmente el organismo regulador aún no aprobó (ni se publicó).
Pero el Guzmán blanqueó algo que iProfesional venía contando hace meses: que el equipo económico y los acreedores hablan otro idioma y que no hubo consenso en cómo hacer que la deuda sea sostenible.
Obviamente, esta es una discusión de dinero. Pero el funcionario pidió apoyo popular porque "hay gente jugando muy fuerte, los acreedores quieren que la Argentina pague más y hay muchos intereses en juego". El mensaje fue para los grandes fondos cómo BlackRock, Templeton, Fidelity y tantos más.
Lo concreto que es los pocos datos que mostró Guzmán parecieran confirmar lo que deslizó antes de comenzar la conferencia en Olivos: que finalmente no es tan mala para los bonistas. Por un lado, el período de gracia es de tres años y no cuatro o más, como se había rumoreado. Y virtualmente no hay quita en el capital (planteó una reducción simbólica del 5,4% en promedio sobre el stock total), algo que era pedido por los bonistas.
Así y todo, la mala noticia para los acreedores es la poda en los intereses (del 62%) y la bajísima tasa que pagarán los nuevos bonos a partir del 2023 (0,5% e irían subiendo hasta un promedio de 2,33% anual). Muy poco para un mundo que busca liquidez y necesita ir cobrando algo en el corto plazo.
Los bonistas "viejos", más duros que los "nuevos"
"No podemos decir nada más de lo que dijo el ministro. Tenemos restricciones para hablar hasta que se conozca la oferta formal", le dijeron a iProfesional desde uno de los comités de acreedores por la deuda. De todas formas, y según lo que planteó Guzmán, hay dos clases de bonistas con necesidades distintas.
Por un lado, los bonistas del 2016 hacia adelante (los que tomaron la deuda que emitió Luis Caputo) y, por otro, los que venían del canje del 2005-2010. No será fácil que estos últimos acepten quita de capital y pelearán "a muerte" la reducción de los cupones de intereses. "Es muy difícil que estos entren si no ceden en estas cosas", comentó una fuente allegada a esta clase de inversiones.
Los "nuevos" bonistas, por un lado, tienen otro esquema de mayoría (donde las cláusulas de acción colectivas benefician a la Argentina), algo que no pasa con los tenedores "viejos" (se necesitan mayorías muy elevadas).
"Los grupos de acreedores son bien distintos. Hay menos voluntad entre los acreedores que vienen de canjes anteriores que entre los que son relativamente nuevos. Eso es clarísimo. Con lo cual, la punta de negociación de Guzmán será que los 'nuevos' acreedores arrastren al resto", señaló la misma fuente.
El problema sigue siendo, y así seguirá, que el período de gracia de tres años sin pagar absolutamente nada es muy agresivo para los bonistas. Si los acreedores no aceptan la oferta, tienen tres años para litigar "gratis" devengando la tasa de interés y capital original (que corre en los juicios).
Si en tres años a esos bonistas les sale la sentencia a favor, van a estar mucho mejor posicionados que el otro grupo de tenedores de títulos que entró al canje y esperó tres años para cobrar un cupón de 0,50%. O sea, el período de gracia y lo poco que promete pagar Guzmán hacia adelante incentiva tomar el riesgo de ir a litigar.
"Entonces, hoy pareciera que entre no cobrar nada y hacerle juicio a la Argentina y esperar a cobrar algo en tres años o un poco más vía algo judicial, te puede resultar negocio hacerlo. Porque al final hay tres años en el limbo que el país no paga", comentó una fuente que tiene diálogo directo con los acreedores.
Para otro banquero local, lo más destacable es que Guzmán dijo que "hoy no se puede pagar nada" y que las negociaciones arrancan desde un desacuerdo con los bonistas. Además, dice, hay que ver qué grado de credibilidad le dan a la oferta del Gobierno porque no hay un plan económico hacia adelante. "Tampoco lo pueden tener con el coronavirus. No sabemos si este año la economía cae 6% u 8%. Y hacia adelante, menos. Es todo muy incierto", agregó.