El dólar cayó $70 y cerró en $1.160: la City debate en qué rango de la banda se ubicará en el corto plazo
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En el cierre de una semana acortada por los feriados de Pascuas, el dólar minorista bajó este miércoles en las pantallas del Banco Nación setenta pesos, para cerrar a $1.160 para la venta. En el mercado informal, el dólar blue también operó con un descenso de treinta y cinco pesos, a $1.250. En tanto, dentro del segmento financiero, el dólar contado con liquidación retrocedió un 5,2% y se ubicó en $1.177, mientras que el MEP mostró una baja del 5,9%, negociándose en $1.164
En las últimas semanas, el panorama económico argentino experimentó un cambio de dirección marcado por la implementación de un nuevo esquema cambiario y la redefinición de la relación con el FMI. Analistas del mercado coincidieron en que esta transformación representa el inicio del desarme del cepo cambiario, luego de meses de presión sobre las reservas internacionales y una inflación que superó ampliamente las previsiones. La decisión oficial de abandonar el tipo de cambio como ancla y migrar hacia un sistema de bandas móviles, con una mayor apertura para personas físicas, refleja un giro profundo en la estrategia de estabilización.
Los especialistas señalaron que la nueva estructura cambiaria incluye la eliminación del esquema blend para exportadores, el levantamiento parcial de restricciones cambiarias y la posibilidad futura de girar dividendos al exterior. Este conjunto de medidas busca ordenar la transición hacia un tipo de cambio más competitivo y previsible, aunque en el corto plazo se anticipa un escenario de mayor volatilidad. El éxito dependerá de que el nuevo equilibrio cambiario se mantenga dentro de un rango razonable y que el traslado a precios no se descontrole.
Dólares: ¿qué rango de valor prevén los analistas?
Luego de la baja exhibida este miércoles, el mercado espera que continúe con una tendencia similar en el mediano plazo.
Pilar Tavella, directora de Research Macro & Estrategia en Balanz, sostuvo que "la reacción inicial del dólar oficial estuvo en línea con lo que el mercado venía anticipando en los últimos días, algo que ya se reflejaba en los contratos de Rofex".
"En los próximos días podríamos ver cierta volatilidad mientras el mercado se ajusta a la implementación del nuevo esquema cambiario y a la dinámica de las bandas. Esperamos que el tipo de cambio oficial se mantenga entre los $1.200 y $1.300 pesos, con baja probabilidad de que testee el techo de la banda en esta primera etapa", auguró.
Por su parte, Ber estimó que el dólar oficial "a partir de las mayores liquidaciones del campo y una reactivación del carry-trade afloje por debajo de $1.200, posiblemente hacia la zona de $ 1.150, nivel cercano que tenían previamente los exportadores".
Con respecto a los dólares paralelos, Ber prevé que "la brecha del CCL y el blue debería ubicarse no más allá del 5%, en torno a los $1.250, e incluso menos en el caso del MEP a partir de eventuales arbitrajes de ahorristas". Y vaticinó que "de achicar el oficial hacia los $1.150, dichas referencias se podrían desinflar hacia los $ 1.200".
Los analistas de PPI plantearon que "no esperamos que el tipo de cambio oficial alcance el límite superior de la banda en el corto plazo, principalmente porque está por comenzar el período estacional de mayor liquidación de la cosecha gruesa, que históricamente se concentra entre mediados de abril y julio".
"Suponemos que los exportadores aprovecharán este contexto para ingresar divisas al mercado, especialmente teniendo en cuenta que la reducción de retenciones se mantendría vigente hasta el 30 de junio".
En ese contexto, calcularon que "considerando los precios internacionales de los commodities, el valor de la cosecha gruesa se ubica entre un estimado de u$s30.600 millones y u$s31.600 millones dependiendo de las proyecciones de producción de soja y maíz".
"Con este escenario, no anticipamos un salto significativo en el tipo de cambio. Por el contrario, consideramos razonable una suba moderada de hasta 15%, que llevaría la cotización hacia niveles cercanos a los $1.250", pronosticaron.
El economista Federico Glustein cree que el precio que alcanzó el dólar oficial en la primera jornada tras la salida del cepo y la implementación de la banda de flotación "es mejor al esperado y puede seguir oscilando entre $1.150 y $1.230, estando más cerca del piso que del techo".
Explicó que espera esa trayectoria por el refuerzo de las reservas con la llegada esta semana del primer desembolso del FMI por u$s12.000 millones que le da "poder de fuego" al BCRA, y "que serán suficientes por un tiempo para evitar grandes sobresaltos"
"El MEP y CCL estarán un 5% arriba como mucho (del oficial) y el blue también un poco mas arriba, sobre todo por la restricción u$s100 de compra en efectivo que motiva que se pague más caro".
Ramírez proyectó también que el tipo de cambio oficial estaría " en el corto plazo más cerca del piso de la banda que del techo, ya que Milei en una entrevista dijo que a fin de junio van a volver a subir las retenciones lo que le pone cierta premura a las liquidaciones del agro".
"Se espera que en el corto plazo, en este segundo trimestre que es el más alentador en términos de dólares por la cosecha, más los recursos que vienen del FMI y de los organismos internacionales y del campo, vamos a empezar a ver un BCRA que empieza a comprar dólares, y el tipo de cambio va a tender a la banda inferior, y le va a permitir comprar reservas.No veo saltos abruptos en el tipo de cambio en el corto plazo".
En cambio, la economista Natalia Motyl evaluó que "con una base monetaria todavía elevada en términos reales —producto del rezago de la emisión pasada— y una oferta de dólares que recién comienza a reactivarse, es esperable que el mercado presione hacia la parte superior de la banda de flotación"
Una desinflación abandonada y un nuevo esquema con devaluación implícita
Desde la consultora económica C-P analizaron que el pilar fundamental del esquema económico vigente hasta ahora —la desinflación sostenida por una firme ancla cambiaria— se desplomó en pleno año electoral. Esta transformación obligó al Gobierno a abandonar su estrategia principal y reemplazarla por un sistema de bandas cambiarias amplias, con una devaluación implícita en el horizonte inmediato.
Los expertos de C-P indicaron que este viraje representa una clara renuncia a los objetivos iniciales de estabilización de precios. En lugar de contener la inflación con un tipo de cambio fijo, se ha optado por flexibilizar el régimen, lo que ha traído como resultado una aceleración en el ritmo inflacionario. A cambio, se ofrece una apertura gradual de los controles cambiarios para las personas, especialmente en lo que respecta a la compra de dólares para atesoramiento.
Este cambio en el enfoque no es menor, ya que implica modificar el núcleo mismo del programa económico. La desinflación ya no es el objetivo inmediato; la prioridad ha pasado a ser la obtención de dólares frescos, aun al costo de sacrificar la estabilidad a corto plazo. El nuevo escenario económico, tal como lo plantean los analistas de C-P, está marcado por la inestabilidad y una fuerte carga de incertidumbre.
A partir de este giro, la estabilización económica queda postergada para 2026, en la esperanza de que hacia entonces el país pueda volver a acceder a los mercados de crédito voluntario. Mientras tanto, el presente se caracteriza por medidas de emergencia, más que por un plan de desarrollo sostenido.
El acuerdo con el FMI redefine el tablero económico
Para C-P, el nuevo acuerdo alcanzado con el Fondo es un punto de inflexión clave. Si bien implica un importante ingreso de divisas, el costo es la adopción de un esquema cambiario mucho más flexible de lo que inicialmente se preveía. Este giro redefine por completo cualquier intento de estabilización a corto plazo, ya que introduce nuevas variables que son difíciles de controlar en el actual contexto.
Los especialistas de la consultora advirtieron que la nueva hoja de ruta supone una alta dosis de riesgo. Si bien los desembolsos del FMI permitirán atender los compromisos financieros más inmediatos, las condiciones impuestas son estrictas. En ese marco, se corre el riesgo de cumplir con los pagos sin poder alcanzar las metas de acumulación de reservas pactadas con el organismo internacional.
El acuerdo pone el foco en reformular lo que desde C-P consideran el punto más débil del programa anterior: el esquema cambiario. La meta ahora es reconstruir credibilidad mediante una mayor coherencia en las reglas del juego cambiario, aunque eso signifique dejar de lado temporalmente la estabilidad de precios.
Por lo tanto, el camino trazado es complejo: mientras se garantiza liquidez a corto plazo, se abre un frente de vulnerabilidad con consecuencias económicas y políticas inciertas. En opinión de los analistas, se trata de una apuesta que posterga el equilibrio fiscal y monetario en pos de ganar tiempo y margen de maniobra.
Un giro clave en la política cambiaria
En la misma línea, desde la sociedad de bolsa Cohen señalaron que el reciente acuerdo con el Fondo llegó en un momento crítico para el Gobierno, en medio de una acelerada pérdida de reservas internacionales y una inflación en marzo que superó ampliamente las expectativas. En este contexto, el entendimiento con el organismo internacional no solo permitió un significativo desembolso inicial, complementado por fondos de otros organismos multilaterales, sino que también habilitó un profundo giro en la estrategia cambiaria.
Los especialistas del bróker explicaron que la decisión del Gobierno de avanzar hacia un esquema de bandas móviles y comenzar a desarmar el cepo, aunque limitado por ahora a personas físicas, representa un cambio de rumbo importante. Esta flexibilización cambiaria no está exenta de riesgos, en especial desde el punto de vista político, pero busca ordenar una transición hacia un tipo de cambio más competitivo y sostenible en el tiempo.
Entre los elementos destacados por Cohen se encuentra la eliminación del esquema "blend" que permitía a los exportadores liquidar una parte de sus divisas en mercados paralelos. Además, se contempla la posibilidad de giro de dividendos a partir de 2025, así como una mayor previsibilidad del tipo de cambio gracias a los nuevos límites establecidos por las bandas. En conjunto, estas medidas podrían allanar el camino hacia un mercado cambiario más funcional y menos distorsionado.
A pesar de que se prevé una mayor volatilidad en el corto plazo, desde Cohen consideran que si el tipo de cambio logra estabilizarse en un rango de entre $1.200 y $1.250, y si el traslado a precios permanece contenido, el nuevo esquema podría darle a la economía el impulso necesario para iniciar una etapa de mayor crecimiento.
Las medidas clave del nuevo programa económico
Los expertos de C-P detallaron que el nuevo programa se estructura a partir de una reformulación completa del sistema cambiario. Entre los ejes principales figuran la devaluación del tipo de cambio oficial y la adopción de un esquema de bandas cambiarias amplias, con el objetivo de dar mayor flexibilidad al mercado.
Otra de las modificaciones relevantes es la unificación del tipo de cambio comercial y la eliminación del "blend" que permitía a los exportadores liquidar parte de sus divisas en mercados paralelos. Esta medida busca simplificar el esquema vigente y reducir distorsiones, aunque su impacto en la competitividad exportadora aún está por verse.
A ello se suma la eliminación de las restricciones para la compra de dólares con fines de atesoramiento, lo que representa un giro de magnitud en la política cambiaria. Los analistas señalaron que este punto introduce un riesgo importante para la estabilidad del sistema, ya que podría acentuar la presión sobre el tipo de cambio oficial en un momento de alta volatilidad.
Completan el paquete la flexibilización del giro de utilidades desde 2025, la emisión de nuevos Bopreales para canalizar la dolarización de dividendos retenidos, y la futura implementación de un nuevo esquema monetario, cuyos detalles aún no han sido revelados. Para C-P, esta última medida será crucial para evaluar la sostenibilidad del programa en el mediano plazo.
Riesgos, metas exigentes y una agenda postergada
Uno de los aspectos que más preocupación genera, según la evaluación de C-P, es la exigente meta de acumulación de reservas exigida por el FMI. Esta condición introduce un nuevo factor de incertidumbre, en la medida en que obliga a sostener un piso para el tipo de cambio oficial, a pesar del relajamiento de los controles para el acceso a divisas por parte de personas humanas.
El eventual incumplimiento de esas metas, alertan desde la consultora, podría derivar en fricciones con el Fondo que se manifestarían con mayor intensidad a partir del segundo semestre del año. De allí que el componente político se vuelva determinante en el desenlace del nuevo esquema económico, especialmente tras junio, cuando las tensiones podrían escalar.
Los analistas de C-P enfatizaron que, aunque el programa incluye una serie de medidas de corto plazo para garantizar liquidez, la verdadera apuesta está colocada en el largo plazo. La posibilidad de estabilizar la economía queda sujeta al éxito de las reformas y a una futura normalización del acceso al crédito externo.
En este contexto, los interrogantes centrales giran en torno a tres ejes: el nivel en que se acomodará el tipo de cambio oficial, la magnitud del impacto inflacionario derivado de la devaluación, y las consecuencias políticas que pueda acarrear el proceso. Desde la consultora advierten que la liberalización del atesoramiento en dólares, si bien necesaria para corregir distorsiones, incorpora un riesgo sustancial al nuevo esquema económico.
Un marco financiero reforzado por organismos internacionales
Desde Cohen remarcaron que uno de los pilares del nuevo programa es el sólido respaldo financiero internacional con el que contará el Gobierno. En particular, el acuerdo con el FMI incluye una ampliación del programa por u$s 20.000 millones, de los cuales u$s 15.000 millones se desembolsarán en 2025, y estarán destinados a reforzar las reservas internacionales.
De ese total, u$s 12.000 millones ingresarán de inmediato, mientras que los u$s 3.000 millones restantes llegarán en el corto plazo. A este paquete se suman aportes por u$s 6.100 millones de organismos multilaterales como el Banco Mundial y el BID, así como una nueva facilidad de Repo con bancos internacionales por hasta u$s 2.000 millones.
Los analistas de la sociedad de bolsa explicaron que, con estos fondos, el Gobierno podrá fortalecer las reservas líquidas en más de u$s 23.000 millones durante 2025, lo que representa una mejora significativa para uno de los flancos más débiles del programa económico. A su vez, se extenderá por 12 meses el tramo activado del swap con el Banco Popular de China, por un total de u$s 5.000 millones.
Este robusto respaldo financiero, sumado a la implementación de nuevos instrumentos como una serie adicional de BOPREAL para atender pasivos heredados vinculados a servicios de deuda y dividendos previos al nuevo régimen, busca dar mayor previsibilidad al mercado. Para Cohen, se trata de un paso importante para ordenar la transición hacia un sistema más transparente y estable.
Expectativas puestas en el equilibrio del tipo de cambio
Los especialistas de Cohen indicaron que, en esta nueva etapa, toda la atención estará centrada en la dinámica del nuevo esquema cambiario y en el punto de equilibrio del tipo de cambio nominal. Allí competirán, por un lado, la mayor demanda de divisas por parte de personas físicas e importadores, y por otro, una oferta creciente proveniente de los exportadores, ahora obligados a liquidar todas sus divisas en el mercado oficial.
La eliminación del dólar blend implica que ya no habrá incentivos para mantener una parte de las exportaciones fuera del circuito oficial, lo que podría incrementar la oferta de divisas y contribuir a estabilizar el tipo de cambio. Sin embargo, el equilibrio dependerá también del ritmo al que se liberalice el mercado y de la capacidad del BCRA para intervenir de manera eficaz dentro de las bandas establecidas.
Cohen espera que el tipo de cambio oficial se ubique en el rango de $1.200 a $1.250 por dólar, un nivel que consideran razonable si el traslado a precios es moderado. Este escenario permitiría recuperar competitividad y brindar un entorno más predecible para el comercio exterior y las decisiones de inversión.
En definitiva, el éxito del nuevo esquema dependerá de la coherencia entre las políticas fiscal, monetaria y cambiaria, así como de la confianza que logre generar en el mercado. Para los analistas de Cohen, el Gobierno enfrenta un desafío complejo, pero con herramientas más robustas que en etapas anteriores, y con una hoja de ruta que, aunque incierta, busca mayor previsibilidad y sostenibilidad.