El dólar blue subió con fuerza y se achicó la brecha negativa con el oficial
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El dólar minorista se negoció este lunes sin cambios, a $1.200 en las pantallas del Banco Nación. En el mercado informal, el dólar blue saltó treinta pesos, en $1.195. En el segmento financiero, el dólar contado con liquidación (CCL) avanzó 0,3 % y alcanzó los $1.198, mientras que el dólar MEP cedió 0,1%, en $1.192. Por su parte, el tipo de cambio mayorista se ubicó a $1.185, con una baja de cincuenta centavos con relación al cierre del viernes.
El mercado cambiario argentino se encuentra bajo la lupa de los especialistas económicos, quienes han analizado en profundidad la dinámica de la cuenta corriente, un indicador crucial del intercambio de bienes y servicios del país con el resto del mundo. Expertos comentaron que el superávit comercial, si bien es el componente más determinante, ha mostrado una tendencia a la baja, mientras que el déficit en la balanza de servicios, impulsado principalmente por el turismo, ha experimentado un marcado crecimiento. Esta combinación dibuja un escenario donde la entrada de divisas por exportaciones se ve contrarrestada por la salida generada por las importaciones y los servicios, generando un desafío para la acumulación de reservas.
Analistas señalaron que el impacto del levantamiento de restricciones cambiarias, como el "cepo" para personas humanas, ha reavivado la demanda de divisas, evidenciando una inclinación histórica hacia la formación de activos externos (FAE). Asimismo, indicaron que la reaparición de los préstamos en dólares, junto con la aceleración en la liquidación de divisas del sector agropecuario, han aportado un oxígeno necesario al mercado. Sin embargo, este impulso se ve atenuado por un aumento en las importaciones, impulsado por factores como la recuperación de la actividad y la apreciación del tipo de cambio, lo que genera una presión sobre el saldo comercial.
Para los especialistas, la clave reside en la capacidad del país para financiar de forma sostenible este déficit de cuenta corriente, que se proyecta en torno al 1,5% del PBI para 2025. Un aspecto fundamental que ambos análisis resaltan es que el actual desequilibrio no se explica por un desahorro público, sino por el comportamiento del sector privado, que en un contexto de atraso cambiario incentiva el gasto en bienes importados y turismo internacional. La sostenibilidad externa, enfatizaron, dependerá no solo del saldo mensual, sino de condiciones estructurales como la productividad, las exportaciones con valor agregado y la acumulación genuina de reservas, con la energía y la minería como potenciales soluciones a largo plazo.
Finalmente, expertos concuerdan en que la incertidumbre sobre la trayectoria del dólar a partir de julio y la cercanía de las elecciones de octubre inyectan una dosis de volatilidad. La posibilidad de un retorno a los mercados internacionales de deuda y la reducción del riesgo país son factores cruciales para la estabilidad cambiaria. La colocación de instrumentos financieros, aunque a un costo elevado, representa una señal de búsqueda de financiamiento alternativo, en un escenario donde el país transita una delgada línea entre desafíos transitorios que podrían financiarse y problemas estructurales que requieren soluciones de fondo.
La dinámica del MULC
Los expertos de la consultora Ecolatina publicaron un informe detallado sobre el comportamiento del Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) durante el mes de abril, un período marcado por la incertidumbre cambiaria previa al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la posterior reconfiguración del esquema oficial de divisas.
Los expertos de la consultora señalaron que el déficit turístico se profundizó nuevamente, alcanzando los u$s 863 millones, una de las cifras más altas desde 2018. Este fenómeno, explican, se mantuvo en línea con los meses anteriores, donde aproximadamente el 60% de los egresos por viajes fueron cubiertos con fondos propios por los individuos.
Para Ecolatina, esta demanda de dólares, sumada a las mayores expectativas de devaluación, llevó a que el Banco Central se desprendiera de u$s 700 millones en los mercados financieros durante la primera parte del mes, antes de la flexibilización cambiaria. Esta cifra, la más elevada desde enero, evidencia la presión sobre las reservas internacionales durante esta "temporada larga" de vacaciones, exacerbada por un tipo de cambio considerado bajo en ese momento.
El punto sobresaliente del informe, según la consultora, fue el regreso de la Formación de Activos Externos (FAE) por parte de los individuos. El levantamiento del "cepo" para personas humanas reavivó la históricamente negativa demanda de divisas en el MULC. En tan solo 11 días hábiles sin restricciones, un millón de personas demandaron u$s 2.048 millones en billetes, una cifra que, incluso ajustada por inflación en dólares, supera la salida del "cepo" de diciembre de 2015.
Este incremento en la FAE tuvo un impacto significativo en la Cuenta Financiera. Desde Ecolatina explicaron que, al netear los ingresos e incluir a las personas jurídicas, la contribución de la FAE fue negativa en u$s 2.000 millones en abril. Este factor, en gran medida, explica la reversión negativa de la Cuenta Financiera, que tocó un rojo de u$s 2.304 millones después de ocho meses de superávit.
El déficit de cuenta corriente
A su turno Milagros Gismondi, economista de la sociedad de bolsa Cohen, también analizó la evolución de la cuenta corriente del balance cambiario, un indicador clave para comprender el intercambio de bienes y servicios de Argentina con el resto del mundo. La analista financiera señaló que, en promedio, más de la mitad de los flujos de esta cuenta provienen del saldo comercial, mientras que los intereses públicos y el saldo de servicios (dominado por el turismo) representan porcentajes significativos.
Para la especialista, si bien existen diversos componentes relevantes, el resultado comercial es, sin duda, el más determinante. Le siguen en importancia los intereses públicos, el saldo turístico y, en menor medida, los intereses privados. Esta composición, precisó Gismondi, es fundamental para entender la dinámica de las divisas y su impacto en la economía nacional.
Desde junio de 2024, la cuenta corriente del balance cambiario ha vuelto a terreno negativo. La economista explicó que, aunque el déficit acumulado en el primer cuatrimestre de 2025 (u$s 4.833 millones) es similar al de 2023, lo que realmente importa es su composición interna, la cual muestra un escenario diferente al de años anteriores.
En este sentido, Gismondi apuntó que el superávit comercial fue mínimo en el período analizado, muy lejos del récord alcanzado en 2024, que se benefició de una buena cosecha, la recesión y un cronograma retrasado de pagos de importaciones. En paralelo, el déficit de servicios, impulsado principalmente por el turismo, superó ampliamente el promedio histórico, evidenciando una mayor salida de divisas por este concepto.
El rol clave del FMI y la dinámica de mayo
En este contexto, el acuerdo con el FMI fue crucial para oxigenar las reservas, según los analistas de Ecolatina. Al incorporar el sector público y financiero, la Cuenta Corriente alcanzó un rojo de u$s 636 millones, pero el desembolso del FMI, por un monto de u$s 12.396 millones, permitió que la Cuenta Financiera compensara con creces el déficit de la Cuenta Corriente. Esto se tradujo en un crecimiento de las Reservas Internacionales de cerca de u$s 14.000 millones en el mes.
Para Ecolatina, la dinámica observada en mayo reforzó algunos aspectos positivos. En el lado de la oferta, el sector agropecuario aceleró la liquidación de divisas, totalizando u$s 3.054 millones, lo que implicó un ingreso promedio diario de u$s 150 millones. Este ritmo de liquidación, apuntaron los expertos, se ubicó por encima del promedio de las últimas cinco campañas para un mes de mayo, lo que demuestra la fortaleza de este sector en la provisión de divisas.
Asimismo, con el nuevo régimen cambiario establecido y las expectativas de devaluación contenidas, reaparecieron los préstamos en dólares, un factor clave para la recuperación de la confianza en el mercado. En mayo, el stock de créditos documentados subió u$s 962 millones, un valor significativamente mayor que los u$s 13 millones registrados en abril, y el más elevado desde enero. Este repunte, explicaron desde la consultora, sugiere una mejora en las condiciones financieras y una mayor propensión a la inversión en moneda extranjera.
Los analistas de Ecolatina también identificaron tres factores que se conjugaron en la demanda de divisas durante mayo. En primer lugar, para los minoristas, el "efecto novedad" de la salida del "cepo" podría haber suavizado la demanda de divisas en el mercado oficial. Si bien los depósitos minoristas netos crecieron inicialmente, luego experimentaron una caída, lo que indica un posible ajuste en la demanda.
Incertidumbres futuras y el desafío electoral
Un segundo factor relevante en la dinámica de la demanda, según Ecolatina, fueron los vencimientos puntuales de deuda pública de las provincias, que aumentaron la demanda durante algunas ruedas del mes. Esta situación, explicaron, generó movimientos en los depósitos públicos, reflejando la necesidad de divisas para honrar compromisos financieros.
El tercer factor y el más importante, a juicio de la consultora, es que la demanda por importaciones de bienes parece estar expectante. Ecolatina señala que, dada la no intervención del Banco Central, cuando la divisa comienza a dirigirse con fuerza al piso de la banda, la oferta tiende a menguar y aparece una presión compradora. Esta dinámica de mercado, apuntan, pareciera haber encontrado una zona de equilibrio transitorio entre $1.100 y $1.200, lo que implica que la autoridad monetaria no logró cumplir el objetivo de llevar el tipo de cambio al piso de la banda.
La principal incógnita, para los expertos de Ecolatina, será la trayectoria que tomará el dólar a partir de julio. La consultora advierte que la dinámica reciente podría revertirse con la baja transitoria de las retenciones a finales de junio y, aunque se extienda, no se infiere un stock remanente relevante por parte del sector agropecuario, dado el ritmo de liquidación actual. En sentido contrario, la marcha de la actividad económica se encuentra lejos de conducir a una menor demanda importadora, lo que podría generar presiones adicionales sobre el tipo de cambio.
En este sentido, la oferta de divisas se irá achicando justo en las puertas de la contienda electoral de octubre, lo que podría imprimir una mayor volatilidad al tipo de cambio. No obstante, para Ecolatina, un eventual buen clima político y una posterior verificación en las elecciones ayudarían al Gobierno a contar con un mayor músculo parlamentario, que le permita abordar reformas estructurales, reducir el riesgo país y reinsertarse en los mercados internacionales de deuda, factores clave para la estabilidad macroeconómica del país.
Financiamiento del déficit y sostenibilidad externa
Milagros Gismondi señaló que, a diferencia de otras etapas de desequilibrio externo, el fenómeno actual no se explica por un desahorro público, sino por el comportamiento del sector privado. La economista precisó que el fuerte ajuste fiscal del gobierno, con un superávit primario, contrasta con un exceso de consumo e inversión por parte del sector privado, en un escenario de atraso cambiario que incentiva el gasto en bienes importados y turismo internacional.
Es por ello que, más que discutir si habrá un déficit de cuenta corriente y cuál será su composición, la pregunta clave, según Gismondi, es si este déficit puede financiarse de forma sostenible. Con un saldo negativo prácticamente asegurado, el Gobierno apuesta a un círculo virtuoso donde la estabilidad cambiaria, la baja de la inflación y una victoria electoral permitan reducir el riesgo país y reabrir el acceso a los mercados internacionales.
En ese camino, la colocación del Bonte marcó una primera señal, al ser la primera emisión internacional en pesos desde 2018, con ley local y suscripción en dólares. Gismondi apuntó que el Tesoro logró captar u$s 1.000 millones sin impactar el mercado cambiario, aunque a un costo alto, lo que refleja que el mercado sigue validando un tipo de cambio por encima del piso de la banda oficial. La apuesta, para la especialista, parecería estar en lograr abaratar futuras colocaciones y que sea un canal de financiamiento previo a una posible reapertura de los mercados post elecciones.
El interrogante no solo se centra en 2025, con un déficit que, si bien es acotado, se proyecta creciente, sino también en 2026. Para ese año, el Gobierno requiere sí o sí volver a los mercados de deuda para "rollovear" o reestructurar su deuda. Gismondi concluyó que, con una cuenta corriente deficitaria, el tipo de cambio puede mantenerse en los niveles actuales si se consigue el acceso a los mercados; de lo contrario, será necesario reducir el déficit mediante una corrección cambiaria o una recesión, lo que subraya la delgada línea por la que transita la economía.