El dólar oficial saltó a $1.260 y marcó un nuevo máximo histórico: cuáles son los motivos de esta suba
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El dólar oficial volvió a marcar un nuevo máximo nominal. Este viernes, en la última rueda de la semana, el tipo de cambio minorista saltó quince pesos y se vendió a $1.260 en las pantallas del Banco Nación. La cotización superó el pico anterior de $1.255 y encendió señales de alerta entre operadores e inversores.
En el mercado informal, el dólar blue avanzó cinco pesos y cerró en $1.230. Mientras tanto, en el segmento financiero, el contado con liquidación (CCL) ascendió 0,6% y se ubicó en $1.250, mientras que el dólar MEP ganó 0,5% y cotiza a $1.246. El tipo de cambio mayorista, por su parte, subió nueve pesos y se ubicó en $1.240, reflejando una dinámica que volvió a tensionar al conjunto del sistema cambiario.
La suba se produjo en un contexto de elevada tensión financiera, en medio de intervenciones del Gobierno en los mercados de futuros y restricciones de liquidez para contener la presión cambiaria. Además, se observa un alza en las tasas implícitas y una fuerte demanda de cobertura, factores que profundizan el movimiento alcista.
La atención del mercado se concentra en la capacidad del BCRA para sostener la estrategia de control, en un momento donde los pesos comienzan a circular con más fuerza y la estacionalidad deja de jugar a favor del Gobierno. Las próximas ruedas serán clave para confirmar si el salto del dólar oficial representa un nuevo escalón o una corrección puntual.
Un escenario incierto para bancos y fondos comunes
Los especialistas de Grupo IEB destacaron que esta redefinición de la política monetaria y la eliminación del corredor de tasas afectan tanto al negocio bancario como a la industria de Fondos Comunes de Inversión. Actualmente, la tasa a un día que cobran los fondos Money Market equivale aproximadamente al 80% de la tasa de repo entre bancos. Sin embargo, el Banco Central anticipó que unificará el encaje diferencial con el de los depósitos a la vista, que se ubica en 45%. Este ajuste reducirá inevitablemente los rendimientos de estos fondos, que concentran más del 50% del patrimonio total administrado.
El impacto también se extiende a las operaciones de caución. A diferencia de las LEFI y Lecap, estas operaciones están alcanzadas por Ingresos Brutos, lo que implica un costo adicional que los bancos trasladan en la tasa. Según 1816, las entidades estarían dispuestas a pagar rendimientos hasta 250 puntos básicos más bajos que los que ofrecían por las LEFI.
La eliminación de las LEFI no solo cambia el costo de los fondos sino que también modifica el tratamiento regulatorio. Mientras que estos instrumentos estaban exentos de los límites de exposición al sector público que fija el Banco Central, las Lecap no gozan de esa excepción, al menos por ahora. Todo esto contribuye a la incertidumbre sobre cómo se acomodarán bancos y fondos ante un esquema más volátil y menos previsible.
La intervención en futuros como ancla cambiaria
En paralelo a estos ajustes, el Gobierno intensificó la intervención en el mercado de futuros de dólar. Durante mayo, el Banco Central incrementó su posición vendida en contratos con vencimiento en diciembre por un monto de 1.537 millones de dólares. La intención fue clara: contener expectativas de devaluación y sostener el dólar oficial por debajo de los $1.200, un nivel que se había convertido en referencia clave.
De hecho, los analistas subrayaron que mantener el dólar estable sigue siendo la prioridad. Para ello, la autoridad monetaria combinó varias herramientas: política de tasas, intervenciones en futuros y modificaciones temporales de retenciones. En particular, el recorte de las alícuotas sobre cereales y oleaginosas que rigió hasta el 30 de junio contribuyó a acelerar liquidaciones y reforzar la oferta de divisas.
A pesar de este esfuerzo coordinado, persisten dudas sobre la sostenibilidad del esquema. Como señalan desde 1816, el régimen actual recuerda por momentos al modelo de los noventa: tasas endógenas, tipo de cambio fijo en la práctica y un sistema financiero reducido en tamaño. Sin embargo, la diferencia radica en que la economía argentina actual tiene niveles de dolarización más altos y un crédito al sector privado que apenas representa el 12% del PBI, muy por debajo de los estándares regionales.
La falta de pesos y su efecto inflacionario
Los expertos de Grupo IEB advirtieron que la escasez de pesos no es un fenómeno aislado. Entre sus causas identificaron el cambio de ancla monetaria –ahora basada en el M2 transaccional–, la licitación del Bopreal y la estacionalidad propia del cierre de semestre, con vencimientos impositivos y el pago de medio aguinaldo. Este combo presionó la liquidez general y elevó el costo del dinero.
Paradójicamente, el efecto de tasas más altas podría ser más inflacionario que deflacionario. Al encarecerse el crédito, las empresas que necesitan liquidez deben trasladar parte de ese costo a precios, lo que alimenta la inercia inflacionaria. Según la visión de IEB, mientras la economía argentina conserve sus características estructurales –sector financiero pequeño y fuerte dependencia de pagos diferidos–, los agregados monetarios seguirán siendo más eficientes que la tasa como herramienta de política.
Finalmente, ambos informes coinciden en que el futuro de este esquema dependerá de dos factores: la capacidad de seguir acumulando reservas y la velocidad con que se consolide la confianza en el nuevo régimen monetario. Hasta entonces, la tensión entre un dólar controlado y un crédito cada vez más caro seguirá marcando la agenda financiera.
Por qué vuelve la presión y sube el dólar
El economista Federico González Bull de Omega explicó que el principal motor del ingreso de dólares durante junio fue el régimen de retenciones reducidas que incentivó a los exportadores. Ese estímulo permitió una oferta robusta en el mercado oficial, pero con su finalización, el flujo de divisas comienza a desacelerarse.
Aunque todavía quedan por liquidarse operaciones realizadas bajo las Declaraciones Juradas de Venta al Exterior (DJVE) de junio, el mercado ya descuenta que la entrada de dólares será mucho más acotada. Este cambio coincide con el inicio de una etapa donde las importaciones aumentan estacionalmente, generando un desbalance en el MULC.
A esa dinámica se suma un factor conocido por el mercado argentino: la dolarización preelectoral. La cercanía del proceso electoral suele acelerar la demanda de divisas, tanto de empresas como de particulares. Esto agrava la tensión sobre un tipo de cambio que, hasta ahora, venía mostrando una evolución contenida.
El experto remarcó que el reacomodamiento actual no implica una pérdida de control por parte del Gobierno, pero sí deja en evidencia que el tipo de cambio no está exento de riesgos. "La suba gradual puede continuar, sin romper el esquema, pero reflejando las nuevas condiciones del mercado", apuntó.
Cuáles son las señales de alerta
Desde el bróker Portfolio Personal Inversiones (PPI) coincidieron en que el alza del dólar no fue una sorpresa. La consultora apuntó al efecto combinado del aguinaldo, la licitación del Tesoro con rollover del 58,9% y la estacionalidad del turismo como los motores de la presión reciente sobre la divisa.
Los analistas destacaron que la suba se dio incluso en un contexto de fuerte oferta del agro en el MULC. Sin embargo, la mayor disponibilidad de pesos, por motivos fiscales y salariales, elevó la demanda de cobertura y alimentó la búsqueda de divisas en un momento sensible.
Además, señalaron que la formación de activos externos por parte de personas humanas fue muy relevante en mayo, con cifras cercanas a los u$s2.000 millones. Ese flujo incluyó tanto atesoramiento como consumos vinculados al turismo.
El fenómeno se replica año tras año en contextos electorales. La diferencia ahora es la normalización del acceso al tipo de cambio oficial, lo que hace que la dolarización minorista sea más visible y directa.