Tras una fuerte subida, el dólar oficial da un giro y baja a $1.450: qué pasa con los financieros
En la última rueda hábil de la semana, el dólar minorista quedó en $1.450, en la pizarra del Banco Nación, tras una subida que lo llevó a $1.480 (ayer había cerrado a $1.455). La caída durante la jornada se debe a una oferta privada que lo hizo bajar a la cifra actual, y no a la intervención del Tesoro.
En el segmento mayorista, la divisa se negocia con tendencia alcista, a $1.468. En el segmento informal, el dólar blue opera igual que ayer, en $1.475. En el segmento financiero, el contado con liquidación se negocia a $1.521 (-0,3%), mientras que el MEP se ubica a $1.505 (-0,8%).
La tregua cambiaria que había traído el esquema de retenciones cero llegó a su fin. Luego de algunos días de calma, los mercados financieros volvieron a mostrar señales de tensión. El fuerte ingreso de dólares del agro alivió temporalmente la presión, pero dejó en evidencia que la estabilidad alcanzada en septiembre fue apenas un respiro. Con un mercado de futuros recalentado, un Banco Central sobreexpuesto y un Tesoro que vuelve a vender divisas, los analistas comienzan a mirar con atención el "día después" de las elecciones.
Durante la ventana especial de liquidación, el flujo de divisas fue extraordinario. En apenas seis ruedas, el sector agroexportador ingresó u$s 6.103 millones, casi el 90% del total que debía liquidar para acceder a la alícuota de 0% de derechos de exportación. El Gobierno celebró la cifra como un logro, pero la euforia duró poco: una parte sustancial de esas divisas se utilizó para recomponer depósitos y pagar compromisos, dejando poco margen para fortalecer las reservas netas.
En ese contexto, el Tesoro logró recomponer parcialmente su posición en dólares, alcanzando un stock de u$s2.300 millones luego de un ingreso neto cercano a u$s2.200 millones. Sin embargo, el beneficio fue limitado si se considera el costo fiscal (0,2% del PIB) y el adelantamiento de exportaciones futuras. Mientras tanto, el Banco Central enfrentó una presión creciente por la cobertura cambiaria y la demanda sostenida de instrumentos vinculados al dólar.
Dólares que entran y salen: el efecto efímero del alivio fiscal
El flujo récord de divisas del agro sirvió para dar oxígeno al Tesoro, pero también aceleró el ritmo de salida. Apenas terminó la liquidación extraordinaria, el Tesoro volvió al mercado como vendedor, desprendiéndose de más de u$s500 millones en la primera jornada sin el beneficio, y de otros U$S 200 millones al día siguiente. En apenas dos ruedas, se deshizo del 30% de lo adquirido durante la semana previa, una muestra clara de la persistente demanda privada de dólares.
Desde Ecolatina explicaron que la presión compradora del mercado fue sostenida y que el dólar mayorista se estabilizó en torno a $1.424,5, con operaciones concentradas cerca de los $1.430. La escasa oferta privada —el agro solo liquidó u$s18 millones ese día— forzó a las autoridades a intervenir nuevamente para evitar un salto en la cotización.
Por su parte, 1816 analizó que este movimiento deja al descubierto una paradoja: el Gobierno logró un alivio cambiario transitorio gracias a la liquidación récord, pero no consiguió recomponer su posición de reservas de manera duradera. Buena parte de los ingresos extraordinarios se diluyó en el pago de compromisos y en la venta de divisas para sostener la estabilidad cambiaria.
Ambas consultoras remarcaron que el efecto final fue un aumento fugaz en los depósitos del Tesoro, sin una acumulación sólida en las arcas del Banco Central. A la vez, la estrategia de financiar la calma con incentivos fiscales y ventas de dólares públicos generó una señal ambigua hacia los mercados: los agentes interpretan que el Gobierno está dispuesto a vender reservas para sostener el tipo de cambio hasta las elecciones, aunque eso comprometa su capacidad de maniobra más adelante.
El BCRA se sobreexpone y el mercado busca cobertura en futuros
El mercado de futuros se convirtió en un termómetro clave de las expectativas. Según Ecolatina, el interés abierto siguió marcando récords a fines de septiembre, en un contexto donde el Banco Central profundizó su posición vendedora. La autoridad monetaria alcanzó una exposición de U$S 7.500 millones, cerca del límite regulatorio de U$S 9.000 millones, y cerró el mes en torno a los U$S 6.500 millones, tras no renovar la totalidad de sus tenencias.
Para 1816, esa dinámica muestra que la tensión cambiaria persiste bajo la superficie. Si bien las intervenciones y el ingreso del agro lograron contener la brecha, la demanda de cobertura continúa elevada y las expectativas de devaluación no se disiparon. En este marco, el Banco Central decidió reforzar su capacidad de intervención realizando un canje con el Tesoro: entregó títulos a tasa fija capitalizables a cambio de un menú de letras dollar linked por unos U$S 7.500 millones, equivalente a su posición vendida en futuros.
Desde Ecolatina explicaron que el mercado respondió con fuerte interés por los instrumentos atados al dólar, especialmente la letra D31O5, con vencimiento a fines de octubre. Más del 50% de lo adjudicado en la última licitación correspondió a este tipo de activos, lo que muestra que los inversores priorizan cobertura antes que rendimiento.
Para las dos consultoras, esta estrategia refuerza el corto plazo pero genera riesgos a futuro. El Tesoro pasó de tener apenas 2,4% de su deuda en pesos atada al dólar a casi 15%, lo que implica que cualquier salto en el tipo de cambio después de las elecciones podría aumentar drásticamente el costo fiscal. En otras palabras, la cobertura que hoy da tranquilidad puede transformarse en una nueva fuente de tensión mañana.
Tres caminos posibles y una apuesta política de alto riesgo
El panorama hacia adelante luce incierto. En su informe, Ecolatina enumeró tres posibles escenarios ante una eventual reaparición de las presiones cambiarias. El primero sería liberar el tipo de cambio y abandonar el esquema de bandas, lo que despejaría presiones sobre las reservas, pero con un alto costo político por el impacto inflacionario. El segundo, defender el sistema actual con ventas del Tesoro y del BCRA, aunque eso podría derivar en un círculo vicioso de menor credibilidad, más ventas y mayor brecha. El tercero, endurecer el cepo cambiario, como ya se hizo con la restricción cruzada y la prohibición a las Fintech de vender dólares oficiales, con el costo de un mercado más distorsionado.
Por su parte, 1816 agregó una dimensión política al análisis. Según la consultora, el Gobierno evalúa incluso la posibilidad de convocar a una consulta popular para respaldar reformas estructurales, amparada en los artículos 40 de la Constitución y 12 de la Ley 25.432, que establecen un plazo de entre 60 y 120 días para su realización. Esta alternativa, aunque le daría legitimidad política, introduce un factor adicional de incertidumbre para los mercados, que temen un proceso prolongado de indefinición.
En paralelo, ambas consultoras señalaron que el respaldo de Estados Unidos podría ser el único elemento capaz de cambiar la dinámica. Las recientes declaraciones del secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, y la confirmación de que dialogó con Kristalina Georgieva del FMI para coordinar apoyo financiero, generaron expectativa, pero no alcanzaron para revertir el escepticismo del mercado.
Los analistas coinciden en que, si ese apoyo se materializa, el Banco Central ganaría poder de fuego para sostener el tipo de cambio dentro de la banda y reducir la volatilidad. Sin embargo, mientras ese auxilio no se concrete, la estabilidad seguirá dependiendo de medidas de contención temporales y de la confianza que logre construir el equipo económico.