• 4/12/2025
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El activo refugio que rompió todos los pronósticos: subió un 60% en 2025 y anticipan un nuevo récord

El metal precioso sube casi 60% en dólares en 2025 y rompe todas las proyecciones. Bancos centrales, deuda y miedo inflacionario explican el rally.
04/12/2025 - 10:44hs
El activo refugio que rompió todos los pronósticos: subió un 60% en 2025 y anticipan un nuevo récord

El 2025 quedará marcado en la historia como "el año dorado". Contra todos los pronósticos conservadores, el oro protagonizó un rally furioso y acumuló una ganancia cercana al 60% en dólares desde enero. Lo que empezó como una cobertura tibia frente a la inflación de Estados Unidos terminó convirtiéndose en una estampida global que dejó atrás a los bonos del Tesoro, a varias tecnológicas y hasta al cripto en rendimiento ajustado por riesgo.

Lejos de ser un capricho minorista, el fenómeno revela un cambio estructural en el sistema financiero internacional. Con déficits fiscales crecientes y tasas volátiles en las potencias desarrolladas, el oro recuperó un rol histórico: el de "dinero real" frente al deterioro de las monedas fiduciarias. Pero hubo un actor clave que movió el tablero: los bancos centrales, que compraron oro a un ritmo que no se veía en décadas.

Frente a esta escalada, los pequeños inversores sienten una mezcla de entusiasmo y temor. La pregunta que aparece en todos los foros es simple: ¿todavía hay tiempo para entrar? Los gigantes de Wall Street, en lugar de frenar el entusiasmo, hicieron lo contrario: elevaron sus proyecciones.

En Argentina, donde proteger el ahorro es casi un deporte nacional, este boom despertó interés inmediato. A diferencia de otras épocas, cuando se necesitaba comprar lingotes físicos, hoy cualquier ahorrista puede invertir en oro desde el celular. En esta nota, analizamos el rally, las proyecciones para 2026 y las alternativas disponibles en la Bolsa porteña.

Los motivos del rally: deuda, tasas y desconfianza

El motor del ascenso del 60% fue el deterioro de las cuentas públicas de las potencias, especialmente de Estados Unidos. El mercado empezó a descontar un escenario de "dominancia fiscal", donde la deuda es tan grande que la Reserva Federal deberá mantener tasas artificialmente bajas o tolerar inflación más alta para licuar pasivos. Ese escenario es combustible puro para el oro.

A esto se añadió el ciclo de relajación monetaria de la Fed. Al bajar las tasas en 2025, el costo de oportunidad de tener oro —un activo sin cupones ni dividendos— se desplomó. Con los rendimientos reales de los bonos en mínimos, los fondos institucionales comenzaron a rotar hacia metales preciosos, elevando el precio a niveles que perforaron todas las resistencias técnicas.

El dólar también jugó su papel. La debilidad del DXY frente a las principales monedas potenció aún más la demanda internacional: cuando el dólar cae, el oro se vuelve más barato para los compradores globales. Esa dinámica retroalimentó el rally y volvió al metal el refugio preferido ante dudas crecientes sobre los déficits gemelos de EE.UU.

El "comercio del miedo" fue el último empujón. Hedge Funds y grandes carteras incorporaron oro como ancla ante riesgos sistémicos. Bank of America recordó que el oro es "el único activo que no es pasivo de nadie", una cualidad rara en un mundo donde la deuda domina todas las clases de activos.

Los grandes compradores: el rol silencioso —pero decisivo— de los bancos centrales

Aunque los inversores privados se subieron a la ola, los verdaderos protagonistas del rally fueron los bancos centrales de mercados emergentes. China, en particular, mantuvo una política agresiva de acumulación: compró oro, redujo su exposición al dólar y consolidó una estrategia de blindaje geopolítico.

Según Goldman Sachs, esta compra oficial masiva es distinta a la de ciclos pasados. Ya no se trata de intervenciones esporádicas: es un programa sistemático de desdolarización. Países como Polonia, India y Turquía también engrosaron sus reservas. Las compras soberanas absorbieron una gran parte de la producción minera anual, dejando menos metal disponible para inversores privados.

La geopolítica reforzó la tendencia. Las guerras en Europa del Este y Medio Oriente, sumadas a la fragmentación del orden global, elevaron la prima de riesgo. En momentos de tensión internacional, el oro vuelve a ser el refugio por excelencia: no puede ser sancionado, ni bloqueado, ni congelado.

El cambio fue tan profundo que el mercado empezó a desacoplarse de sus drivers tradicionales. Durante 2025 hubo episodios donde el oro subía junto con las tasas reales, algo prácticamente impensado en ciclos anteriores. El motivo: los bancos centrales compraban por seguridad estratégica, no por rendimiento.

La bola de cristal: qué espera Wall Street para 2026

El consenso entre los bancos de inversión es sorprendentemente alcista. Bank of America proyecta que el oro podría tocar USD 5.000 la onza en 2026, impulsado por déficits persistentes en Estados Unidos y condiciones monetarias flexibles. Su tesis es clara: mientras el gasto público siga elevado, la confianza en el papel moneda seguirá erosionándose.

Goldman Sachs coincide en la tendencia y ubica el precio cerca de USD 4.900 para fines de 2026. Para la entidad, el oro es la cobertura ideal frente a los llamados "riesgos de cola": esos eventos improbables pero devastadores que pueden sacudir a la economía global.

JP Morgan también se sumó al escenario alcista y estimó un precio promedio superior a USD 5.000 hacia fin de año. Un dato llamativo que remarcan es que el mercado del oro todavía está "subinvertido": muchos fondos institucionales siguen con posiciones históricamente bajas en el metal. Si sólo aumentaran 1% o 2% su exposición, el flujo sería lo suficientemente grande como para empujar los precios a nuevos máximos.

Incluso Morgan Stanley, habitualmente más prudente, revisó sus estimaciones hacia USD 4.500 para mediados de 2026. La coincidencia entre los gigantes financieros es contundente: el escenario de tasas bajas, deuda alta e incertidumbre global forma un ecosistema perfecto para que el oro siga brillando.

Guía práctica: cómo invertir desde Argentina sin complicaciones

Para el ahorrista argentino, el oro nunca estuvo tan al alcance. La vía más directa es el CEDEAR del ETF GLD (SPDR Gold Shares), que replica el precio del metal a nivel internacional. Se compra como cualquier acción, en pesos, y ofrece una doble cobertura: oro + dólar CCL.

Otra opción son los CEDEARs de empresas mineras, como Barrick Gold, Yamana o Harmony. Estas compañías suelen amplificar los movimientos del metal gracias al apalancamiento operativo: si el oro sube, sus ganancias se disparan. Sin embargo, también incorporan riesgos empresariales, por lo que resultan más volátiles.

Para quienes buscan una alternativa más moderna, existen los tokens respaldados por oro, como PAXG o XAUT. Cada token representa una onza física almacenada en bóvedas de Londres o Suiza. Su ventaja es la liquidez total y la posibilidad de comprar fracciones muy pequeñas.

El oro físico sigue siendo una alternativa tradicional. En Argentina, el Banco Ciudad es el referente para lingotes 999. Pero su desventaja es clara: requiere almacenamiento seguro y tiene costos asociados. Además, el spread entre compra y venta es mayor que en los activos financieros.

Riesgos y estrategia: cómo evitar errores en un mercado caliente

A pesar del clima de euforia, conviene mantener la prudencia. Después de una suba del 60%, es lógico que aparezcan correcciones técnicas o tomas de ganancia. Entrar de manera impulsiva puede ser riesgoso. Por eso, muchos expertos recomiendan compras escalonadas, para promediar el precio y evitar quedar atrapado en un pico temporal.

La diversificación es clave. La mayoría de los asesores sugiere que el oro no supere el 5% o 10% de una cartera equilibrada. Su función es actuar como defensa, no como única apuesta. Pensar en el oro como la única inversión puede llevar a desequilibrios ante cambios bruscos en la política monetaria.

También es importante vigilar a la Reserva Federal. Si la inflación bajara más rápido de lo previsto, la Fed podría volver a subir tasas, lo que restaría impulso al metal. Aunque el escenario base sigue siendo alcista, el mercado guarda su cuota de sorpresas.

En definitiva, el 2025 confirmó que el oro no perdió su corona. Con proyecciones que lo ubican cerca de los USD 5.000, y herramientas locales que facilitan su acceso, el inversor argentino tiene una oportunidad clara para proteger y dolarizar sus ahorros. El oro brilla… pero una estrategia inteligente brilla aún más.

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