Un balance inesperado descolocó a la City, que ahora no recomienda comprar acciones de Aluar
Luego de conocerse los resultados del tercer trimestre se entendió por qué Aluar terminó bajo la lupa de la City. La empresa, referente absoluto en la producción de aluminio primario, presentó un balance que difirió de las proyecciones más prudentes y que dejó al descubierto una fragilidad operativa. El primer trimestre fiscal 2026 cerró con una pérdida de $21.994 millones, contrastando con la ganancia de $34.402 millones obtenida un año atrás, en lo que constituye uno de los retrocesos más abruptos de los últimos ejercicios.
El reciente informe de Allaria explica que la caída responde a un derrumbe pronunciado del margen operativo y a un salto extraordinario en las pérdidas financieras, combinación que terminó absorbiendo toda mejora en los ingresos del período y amplificando la pérdida final.
Los ingresos crecieron, pero el margen se desmoronó
La facturación total ascendió a $505.539 millones, un avance del 7% interanual que incluso superó las proyecciones del propio mercado. Sin embargo, el margen bruto cayó a 13,8% desde el 18,8% registrado el año anterior, mientras que el margen operativo, históricamente uno de los pilares de la compañía, retrocedió de 15% a solo 5%.
Los costos por tonelada crecieron 26% interanual, superando la suba del 18% en los precios de venta. A eso se sumó un cambio estructural en la composición de las ventas, cada vez más orientadas al mercado externo, donde los precios promedio resultan menos favorables que los del mercado doméstico.
El reporte también detalla como desde abril la compañía ya no liquida el 20% de sus exportaciones al Contado con Liquidación, mecanismo que anteriormente mejoraba el tipo de cambio efectivo.
Su eliminación impactó de lleno en la rentabilidad exportadora.
Exportaciones en alza, rentabilidad en baja
Aunque la compañía logró despachar 133.469 toneladas, un incremento del 19% interanual, la mayor parte del aumento provino del frente externo. Las exportaciones representaron el 86% del total, desplazando aún más el peso de las ventas locales, cuya participación cayó al 14%.
Esta expansión, lejos de fortalecer el trimestre, terminó debilitándolo: el precio promedio por tonelada, medido en dólares, cayó 20% frente al trimestre precedente por la depreciación del peso y el cambio en el mix comercial. Los costos también retrocedieron (24% trimestral), pero no lo suficiente como para recomponer la rentabilidad.
En términos de eficiencia operativa, el EBITDA por tonelada, que un año atrás se ubicaba en u$s710, se redujo a u$s300, un desplome del 58%. Esta dinámica dejó en claro que el problema no estuvo en la capacidad productiva ni en la demanda internacional, sino en la pérdida de competitividad del modelo exportador frente al nuevo esquema cambiario.
El golpe más fuerte del trimestre
La otra mitad de la explicación del rojo trimestral aparece en el frente financiero. La pérdida pasó de -$4.145 millones a -$68.012 millones, más de quince veces el registro previo.
Este salto, asociado a la dinámica de tasas, la volatilidad cambiaria y la posición financiera de corto plazo, terminó borrando cualquier posibilidad de cerrar el trimestre en positivo.
Allaria destaca que este rubro se transformó en un factor crucial para entender la magnitud de la pérdida y que, sin una normalización financiera, la empresa continuará enfrentando un trimestre a trimestre más exigente de lo habitual.
El contexto internacional no ayuda
El precio internacional del aluminio se mantuvo relativamente estable en torno a u$s2.600–2.700 por tonelada, un rango que limita la posibilidad de mejoras abruptas. Los analistas del sector, según el informe, coinciden en que la demanda actual no valida precios superiores a u$s2.700, lo cual reduce las expectativas de un driver externo significativo.
A esto se agrega la incertidumbre sobre los aranceles de Estados Unidos a las importaciones de aluminio, cuyos efectos definitivos todavía no se conocen. Aunque la compañía no anticipa interrupciones inmediatas en los envíos, se reconoce que el impacto potencial podría alterar volúmenes, precios relativos y condiciones de acceso a ese mercado.
En el plano interno, la retracción generada por la reducción del déficit fiscal golpeó especialmente a las industrias que utilizan aluminio como insumo, reduciendo los pedidos domésticos en un trimestre ya de por sí desafiante.
Una recuperación proyectada (pero con sensibilidad elevada)
De cara a los próximos ejercicios, el informe de la sociedad de bolsa traza un escenario moderadamente constructivo. Allaria proyecta que los despachos podrían volver gradualmente a niveles similares a 2018, acompañados por una recuperación del EBITDA por tonelada, que rondaría u$s530 en promedio.
La empresa ya opera a plena capacidad en su planta de Puerto Madryn, lo cual otorga previsibilidad operativa, pero no soluciona el frente cambiario ni reduce la sensibilidad frente a shocks externos.
El sendero de recomposición, por lo tanto, depende más del entorno financiero y regulatorio que de la capacidad industrial.
Valuación, potencial y cambio de recomendación
Con los números actuales, Allaria fijó un precio objetivo de $1.160 para fines de 2026. El cálculo incorpora un dividend yield esperado del 2% y utiliza un múltiplo P/E 2028E de 12,2x y un EV/EBITDA 2028E de 8x.
Además, la valuación por DCF arrojó un valor teórico de $1.057 por acción, con un WACC del 16,2% y un crecimiento nominal a perpetuidad del 8%.
Sin embargo, con el precio de cierre actualizado del 5 de diciembre, ubicado en $1.065, el potencial de suba al target se reduce a apenas 9%, muy por debajo del rendimiento esperado mínimo que exige una recomendación de compra en el esquema metodológico de la sociedad de bolsa.
Por esa razón, Allaria decidió rebajar la recomendación de "Comprar" a "Mantener", señalando que, si bien la acción no se encuentra cara, ya no ofrece un margen de apreciación acorde al riesgo operativo y financiero que enfrenta el negocio.
Las señales que más preocupan al mercado
El reporte deja claras tres alertas que hoy concentran la atención de analistas e inversores:
- El margen operativo en mínimos. La caída del 15% al 5% representa un retroceso significativo para un negocio acostumbrado a generar spreads elevados por tonelada.
- El salto del resultado financiero. La pérdida de más de $68.000 millones puso en evidencia un deterioro difícil de revertir sin estabilidad macroeconómica.
- El frente externo incierto. Con precios internacionales sin impulso y aranceles en Estados Unidos todavía bajo análisis, no hay drivers visibles para una mejora rápida del negocio exportador.
Estas señales convierten a la empresa en un papel donde la prudencia pesa más que la expectativa de un rally inmediato.
Sólido en lo productivo, pero tensionado en lo financiero
El balance dejó una lectura elocuente: la empresa no tiene problemas de producción, sino de condiciones. Opera a plena capacidad, mantiene volúmenes crecientes y conserva acceso a mercados internacionales.
El desafío radica en recomponer márgenes, estabilizar el frente financiero y navegar una coyuntura global que aún no ofrece señales claras de recuperación.
Con un precio de mercado cercano al objetivo fijado por los analistas y con márgenes golpeados por cambios regulatorios y presiones externas, la acción se ubica hoy en una zona donde el atractivo es moderado y el enfoque recomendado es el de mantener la posición sin incrementar exposición.
El misterio inicial que rodeó la publicación del balance se disipó rápido: el sacudón no fue casual ni pasajero. Fue el reflejo de un trimestre donde los pilares tradicionales del negocio —margen operativo, competitividad exportadora y estabilidad financiera— quedaron expuestos a un entorno más adverso de lo previsto.
Y mientras ese escenario no cambie, la prudencia seguirá siendo la consigna dominante entre quienes siguen de cerca la evolución de la empresa.