La sociedad de bolsa de Eduardo Costantini definió qué hacer con las acciones de YPF: ¿comprar o vender?
One618, el holding financiero de Eduardo Costantini, puso el foco en YPF y llegó a una conclusión que empieza a ganar peso en la City. La petrolera atraviesa un cambio profundo que no se limita a un buen trimestre ni a un rebote coyuntural. Se trata de una transformación de fondo en su modelo de negocios, en su forma de invertir y en la manera en que busca generar dólares.
Bajo esta mirada, la acción todavía no refleja ese giro y el veredicto es claro comprar.
La evaluación parte de una lectura que rompe con viejos prejuicios. Durante años, YPF fue vista como una empresa grande pero poco eficiente, atada a decisiones políticas, con activos de calidad dispar y limitada por la falta de infraestructura. En los últimos trimestres, la compañía mostró un ordenamiento que cambió el eje del negocio y le dio mayor coherencia estratégica.
Una petrolera más chica pero más rentable
Uno de los pilares del cambio fue la limpieza del portafolio. YPF aceleró la salida de campos maduros y activos que consumían capital sin generar retornos atractivos. Esa decisión permitió reducir complejidad operativa, bajar riesgos y liberar fondos para reinvertir donde realmente está el valor.
Ese dinero fue directo a Vaca Muerta. No a cualquier bloque, sino a áreas de shale con mayor productividad, mejor geología y costos más bajos. La petrolera dejó de dispersarse y empezó a concentrarse. Menos frentes abiertos, más foco y una lógica más cercana a la de los grandes jugadores internacionales.
El resultado es una empresa que produce menos volumen total que en otros momentos, pero con una calidad de producción mucho más alta. Hoy cada barril aporta más margen y cada dólar invertido tiene un retorno más claro.
Vaca Muerta como motor
El desarrollo de Vaca Muerta dejó de ser un relato de largo plazo para convertirse en un hecho concreto. La producción de shale, especialmente de petróleo, mostró un salto firme durante 2025. Ese crecimiento no vino solo de perforar más, sino de hacerlo mejor.
YPF logró reducir de manera significativa los tiempos de perforación y completación de pozos. Aplicó procesos más estandarizados, mejoró la coordinación operativa y avanzó hacia un esquema casi industrial. Esa eficiencia se tradujo en una baja fuerte de los costos de extracción, que hoy se ubican muy por debajo de los niveles de años anteriores.
Este punto es central. Con costos más bajos, la producción es rentable incluso en escenarios de precios internacionales menos favorables. Eso le da a la compañía una espalda que antes no tenía.
Mejores precios y menos castigo local
Otro cambio relevante está del lado de los ingresos. Durante años, YPF vendió buena parte de su producción con descuentos frente a los precios internacionales, ya sea por regulaciones internas o por limitaciones para exportar. Ese castigo empezó a achicarse.
Hoy la petrolera logra vender su crudo a valores mucho más cercanos a la paridad internacional. La brecha entre el precio local y el precio de exportación se redujo de forma notable, lo que mejora de manera directa la calidad de los ingresos y el flujo de caja.
Esto no solo impacta en los resultados actuales, sino que cambia la forma en que el mercado mira el negocio. Una YPF más expuesta a precios internacionales y menos atada a distorsiones locales es una empresa distinta.
La infraestructura empieza a jugar a favor
Durante años, la falta de infraestructura fue el talón de Aquiles de Vaca Muerta. Se podía producir más, pero no siempre había cómo sacar ese petróleo o ese gas.
Ese problema empieza a resolverse.
YPF tomó un rol central en los proyectos de transporte y evacuación de crudo. La ampliación de oleoductos y la construcción de nuevas vías de salida permiten pensar en un crecimiento sostenido sin chocar con los límites físicos del sistema.
Este punto marca un antes y un después. Con capacidad de transporte asegurada, cada barril adicional tiene destino. Eso reduce incertidumbre, mejora la planificación y refuerza la lógica exportadora del negocio.
Un negocio integrado que sigue generando caja
Mientras empuja fuerte en el upstream, YPF no descuida el resto de la cadena. El negocio de refinación sigue siendo un pilar clave. Las refinerías operan cerca de sus máximos históricos de utilización y, aunque los precios locales pueden quedar por momentos rezagados, el downstream sigue aportando caja de manera consistente.
Ese flujo es fundamental para financiar el plan de inversiones sin depender de forma excesiva del endeudamiento. En un contexto como el argentino, esa capacidad de autofinanciarse es un activo en sí mismo.
El midstream, además, empieza a ganar peso como negocio más estable, con ingresos previsibles y en dólares. Ya no es solo un costo necesario, sino una fuente de valor que complementa al upstream.
El gas como la gran apuesta
Si el petróleo explica el presente, el gas aparece como la apuesta de largo plazo. YPF avanzó en una estrategia que busca transformar el gas de Vaca Muerta en un producto exportable a escala internacional.
El plan combina etapas. Primero, una fase inicial con plantas flotantes de licuefacción que permiten empezar a exportar antes y con menor riesgo. Luego, un desarrollo de mayor escala que requiere inversiones más grandes, pero también promete retornos mucho más relevantes.
Si este esquema se concreta, el gas puede convertirse en una fuente estructural de dólares para la compañía y para la economía argentina. No se trata de un proyecto inmediato, pero sí de una carta estratégica que suma valor a la historia de YPF.
Un plan de inversiones ambicioso pero ordenado
El giro estratégico vino acompañado de un aumento fuerte del capex. YPF está invirtiendo más, sobre todo en upstream. Ese esfuerzo implica tensiones de corto plazo, con flujo de caja ajustado y mayor necesidad de disciplina financiera.
El grueso de las inversiones apunta a activos de alta rentabilidad, con retornos esperados muy superiores al promedio histórico de la compañía. El objetivo es atravesar una etapa de esfuerzo para luego entrar en un ciclo de fuerte generación de caja.
Desde esta mirada, los próximos años son de transición. El verdadero salto en el flujo libre aparece más adelante, cuando los proyectos maduros empiecen a rendir.
La deuda y el frente financiero
El perfil financiero sigue siendo un punto de atención. YPF tiene vencimientos relevantes en los próximos años y una carga de deuda que obliga a una gestión cuidadosa. No hay margen para errores grandes ni para desvíos en la ejecución del plan.
Sin embargo, el crecimiento del EBITDA y la mejora en la calidad del negocio ayudan a contener esos riesgos. La expectativa es que, a medida que la producción shale gane escala y la infraestructura entre en operación, la relación entre deuda y resultados empiece a mejorar.
Los riesgos siguen sobre la mesa
Nada de esto implica que YPF esté libre de riesgos. El contexto macro argentino, la relación con el Estado, la volatilidad política y el frente judicial internacional siguen siendo factores que pesan sobre la acción.
Además, el negocio energético está expuesto a los ciclos de precios internacionales. Una caída fuerte y sostenida del petróleo o del gas puede complicar los números, sobre todo en una etapa de alta inversión.
Aun así, la diferencia con otros momentos es que hoy la empresa llega a ese escenario con costos más bajos, mejor estructura y una estrategia más clara.
El veredicto de la sociedad de bolsa de Eduardo Costantini
Desde la mirada del holding de Eduardo Costantini, el mercado sigue mirando a YPF con desconfianza excesiva. El descuento por riesgo argentino sigue siendo alto y no termina de reflejar el cambio interno que atraviesa la compañía.
Si el plan se ejecuta como está previsto y los proyectos clave avanzan sin sobresaltos, ese gap debería empezar a cerrarse. No de un día para otro, pero de manera gradual.
Y es por esto que YPF está en una etapa distinta. Menos discursos y más ejecución. Más foco, más eficiencia y una estrategia que apunta a generar dólares de manera sostenida.
Por eso, la definición es concreta: comprar y mantener, con una mirada de mediano y largo plazo.
No es una apuesta sin riesgos, pero sí una historia que hoy ofrece un balance riesgo retorno más atractivo que en el pasado reciente.