Por qué se habla de la peor crisis financiera en años
En 1929, en los días posteriores a la caída del mercado de valores, la Sociedad Económica de Harvard reaseguró a sus suscriptores: "Una severa depresión está fuera del rango de las probabilidades". En una encuesta realizada en marzo de 2001, el 95% de los economistas norteamericanos dijo que no habría una recesión, amén de que ya hubiera empezado. Algo similar podría estar ocurriendo ahora.
Las últimas investigaciones realizadas por la revista The Economist dan cuenta de una marcada desaceleración de la economía norteamericana para el último trimestre del año, algo que contrasta con la relativa buena performance que venía manteniendo en trimestres anteriores.
La recesión golpea la puerta de ese país, cada vez con mayor fuerza, y se teme por el efecto dominó que la crisis de hipotecas pueda generar sobre el resto de las variables de la economía norteamericana. La población frenó la compra de viviendas; simultáneamente los créditos ahora son más caros y difíciles de obtener. En principio, un problema que alcanzaba al segmento medio bajo de la población se extendió a la clase media.
Todo comenzó años atrás, cuando millones de personas se embarcaron en créditos hipotecarios a largo plazo y a tasa variable, cuando ésta era más baja que la actual. Esa misma gente es la que ahora enfrenta la difícil situación de no poder pagar la cuota por la suba en el tipo de interés. Los obtuvieron aun sin contar con la suficiente calificación crediticia como para recibirlos. El problema se agravó hace unos meses, pues el temor comenzó a propagarse a las clases socioeconómicas más altas. Y ahora los proyectos de construcción para casas superiores a los u$s500.000 también se enfriaron.
El precio de las propiedades cayó y la gente se siente más pobre (al caer el precio de sus activos), entonces frena su consumo. Y no tardará mucho tiempo en que esa menor propensión a consumir obligue a las empresas norteamericanas a frenar el ritmo de producción, sostienen los analistas. Y si eso pasa, la Reserva Federal (FED) se verá obligada a bajar nuevamente la tasa de interés para calentar la economía, lo que hará a su vez que al "tirar más dólares al mercado" este se debilite aún más frente al euro.
Datos que preocupan
- Viviendas
Ya es sabido que la causa principal de todos los males es la crisis de hipotecas desencadenada en el sector inmobiliario. La suba en la tasa de interés hizo que millones de personas no puedan seguir pagando las cuotas de los créditos. Esto generó alarma mundial, pues dichos créditos no quedaron sólo como una deuda entre particulares y bancos -como pasaría en nuestro país-, sino que se transformaron en "pagarés", que luego fueron pasados de mano en mano (mediante mecanismos de securitización) y ahora están desparramados por varias entidades de distintos países del mundo.
Más de 2 millones de prestatarios se enfrentarán a pagos notoriamente más altos en las cuotas de sus hipotecas a lo largo de los próximos 18 meses y muchos se verán forzados a una ejecución hipotecaria.
El precio de las viviendas ya cayó un 5%, a pesar del vaticinio de algunos analistas que sostenían que esto no iba a ocurrir. A juzgar por la larga hilera de casas sin vender, esto aún no es suficiente para alinear la demanda con la oferta. A diferencia de las acciones, cuyos precios cambian rápidamente, los cambios en los valores inmobiliarios son generalmente más lentos, pues los propietarios son reacios a reconocer que el valor de sus viviendas es menor.
Los meses venideros podrían estar marcados por un abrupto incremento en la oferta de propiedades a la venta, bajo condiciones angustiantes. Ahora el panorama se compone de un mercado inmobiliario pinchado y un stock preocupante de viviendas sin vender, razón suficiente para que los precios sigan cayendo aún más.
"Los mercados se están dando cuenta de que el declive de los precios de las casas de los Estados Unidos no se detiene. Es algo sin precedentes en los últimos 50 años", afirmó el ex presidente de la FED Alan Greenspan en recientes declaraciones, mostrando así su visión sobre la magnitud del problema.
En la proyección que hacen los economistas, más allá de poder vislumbrarse una baja en la construcción que ya lleva dos años, el colapso de la burbuja inmobiliaria aún no llegó a su fin y el impacto en los hábitos de los consumidores recién empieza. Los permisos de construcción para nuevas casas ha caído un 47% (a efectos comparativos analistas señalan que las otras siete recesiones inmobiliarias, desde 1960, duraron un promedio de 32 meses y el mercado de las construcciones se derrumbó un 51%).
A juzgar por el gran número de casas sin vender y el ritmo al cual los compradores están cancelando las nuevas operaciones (alrededor del 50% según datos del sector), es claro que también las constructoras sufrirán un fortísimo impacto. Richard Bernerd, de Morgan Stanley, espera una caída adicional de 25%, según cifras de las que da cuenta The Economist en su informe.
Este panorama hará bajar todavía más los precios inmobiliarios. La mayoría de los veedores de Wall Street esperan una caída de alrededor del 10% en términos nominales a lo largo del próximo año, y algunos llegan a decir que será del 15% y hasta el 20 por ciento.
- Consumo
Investigaciones recientes muestran que la caída en el precio de las propiedades afecta de manera directa los hábitos de consumo de la población: una caída de 100 dólares en la riqueza financiera es asociada con un descenso en el gasto de 3 a 5 dólares. Una caída equivalente, pero en la riqueza inmobiliaria, reduce el gasto entre 4 y 9 dólares. En otras palabras, el gasto norteamericano es más propenso a ser lastimado por una caída en los precios de las propiedades (como ocurre ahora) que como consecuencia del colapso en el mercado de valores (como ocurrió en el 2001)
Con los precios de los inmuebles más bajos y condiciones crediticias más estrictas las familias limitan su endeudamiento. Este punto es clave porque a diferencia de lo que ocurre en la Argentina, en los EEUU la gente vive del crédito, hace de éste su modo de vida y es habitual que todo sea financiado… por los años de los años.
- Confianza
Cayó de forma importante. No puede pensarse en que va a pasar mucho tiempo más antes de que el gasto de las familias decaiga, lo que terminará por lastimar las ganancias de las empresas y las inversiones. El débil dólar impulsará las exportaciones, pero las mismas generan apenas un 12% del PBI y son demasiado pequeñas como para compensar el debilitamiento del gasto de los consumidores que constituye un 70% del mismo.
- Créditos
Ben Bernanke, el actual titular de la FED, recientemente calculó las perdidas por malos préstamos hipotecarios en 150.000 millones de dólares, lo que representa un abrupto incremento, considerando los 50.000 o 100.000 millones de dólares que estimaba para principios del verano.
El Deutsche Bank actualmente estima las pérdidas totales relacionadas con los préstamos no preferenciales en alrededor de los 400.000 millones de dólares, de los cuales 130.000 millones de dólares pertenecen, según sus cálculos, a los bancos.
Como consecuencia de esto, las entidades comenzaron a restringir los créditos. De acuerdo con una encuesta de las FED, el 25% de los bancos ya endurecieron su política.
En recientes declaraciones, el titular del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Martín Redrado, afirmó que "hoy por hoy en los países desarrollados nadie le presta a nadie. De allí la respuesta de los bancos centrales de estos países para proveer liquidez al sistema".
"Esa restricción de liquidez también ha generado incertidumbre acerca del verdadero valor de los activos. Así, hemos visto ventas indiscriminadas de activos de mayor riesgo como aquellos de mercados emergentes y una parálisis total en el crédito a corto plazo en los países desarrollados", agregó.
- Petróleo
Costos más altos de combustible son equivalentes a un impuesto para los consumidores, reduciendo la cantidad de dinero disponible para realizar gastos en otras cosas. Jan Hatzius, de Goldman Sachs, reconoció que un aumento en los precios del petróleo de un centavo reduce la totalidad del ingreso disponible de los consumidores de aproximadamente 1.200 millones dólares, y tiende a bajar el gasto de los consumidores en 600 millones de dólares.
- Desempleo
Un motivo final de preocupación radica en el mercado laboral. Con un índice de desempleo de 4,7% y 166.000 nuevos puestos de trabajo en creados en octubre, esa variable parecería intacta. Pero una inspección mas cuidadosa sugiere que los números de ese mes enmascaran desaceleración. El paso de creación de puestos de trabajo netos ha caído de un promedio mensual de 189.000 en 2006 a 118.000 en los últimos tres meses, según The Economist.
Los analistas sostienen que las probabilidades de una recesión se encuentran por debajo del 50%, cifra que ha venido creciendo a lo largo de estos últimos meses.
Las buenas noticias parecen haber llegado a su fin. El descenso inmobiliario ha ingresado en una segunda y más peligrosa fase: una en la cual la caída en el ritmo de construcción se acentúa, el descenso de los precios de las propiedades se acelera y la sensación de riqueza de la población desciende, por lo que comienzan a reducir el consumo, motor de la economía americana. Este dolor se intensifica por una abrupta restricción crediticia. Y como si esto fuese poco se suma el aumento en el precio de petróleo que le resta poder adquisitivo a las familias americanas.
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