El tsunami financiero azota a emergentes y a empresas que apostaron a países riesgosos
La teoría del desacople, según la cual los países emergentes podrían, por una vez, amortiguar el impacto de la crisis financiera de EE.UU. y Europa, ha saltado por los aires. Países de Europa del Este, América latina y Asia han visto desplomarse sus Bolsas, sus bonos y sus divisas.
Algunos han tenido que pedir ayuda al Fondo Monetario Internacional, mientras que otros, como Brasil o México, intervienen decididamente en los mercados para defender sus monedas.
En cuestión de semanas, la tormenta que azota los mercados globales ha borrado de un plumazo todo aquello que demoraron años en edificar.
En los últimos 30 días, el costo del financiamiento para los países emergentes se ha disparado a niveles que no se habían visto en seis años.
El riesgo país de las naciones en desarrollo subió en promedio a 900 puntos, el más alto en ese lapso y propició una abrupta salida de capitales. En tanto, los precios de las acciones de compañías tocaron mínimos que no se registraban desde hace muchísimo tiempo.
El riesgo país de Argentina llegó a superar los 2.000 puntos, en tanto que el de México subió a 589 puntos, el nivel más alto de los últimos 9 años y el de Brasil a 699 puntos.
Los temores sobre la economía global, las bajas de los precios de las materias primas y el desarme de las posiciones de los fondos de cobertura han golpeado a los mercados emergentes con particular fuerza esta semana, en la que el riesgo país que mide JP Morgan subió 300 puntos.
Sobre llovido, mojado
Como si la crisis global no alcanzara, la decisión del gobierno de Argentina de nacionalizar los fondos de pensiones privados fue una pésima noticia para los mercados. Existe consenso entre los analistas que la misma obedece exclusivamente a las dificultades financieras del país y esto provocó un efecto en cascada que potenció las negativas consecuencias del tsunami finaciero internacional.
El avance para nacionalizar el sistema de pensiones ha sido percibida como una tentativa de "echar mano del ahorro de los ciudadanos para evitar lo que sería su segunda suspensión de pagos en esta década", después de la de 2001, según Aaron Smith, de Moody's.
Fuertemente criticada por los inversores del mundo, esta nacionalización hundió la bolsa de Madrid, arrastrada por las empresas más presentes en Argentina como los bancos Santander, BBVA, la petrolera Repsol o Telefónica.
Por su parte la francesa Alstom, que entre sus proyectos figuraba la construcción - por ahora congelada - de un tren de alta velocidad en Argentina, se derrumbó en París.
La razón es sencilla: los inversionistas son particularmente recelosos de los países que podrían caer en una crisis más profunda, debido a sus necesidades de financiamiento y el deterioro de sus fundamentos macroeconómicos.
Pero aquellos cuyas finanzas están en buen pie se están viendo afectados por un menor acceso al crédito y la marcada desaceleración de la economía global.
"Las salidas de capital extranjero continúan sacudiendo a los mercados emergentes; mientras que los bonos, las acciones y la percepción de riesgo país se deteriora cada vez más", dijo Banamex Accival en un reporte.
Las monedas sufren un fuerte embate
En este contexto, las monedas latinoamericanas sufren una importante depreciación. El peso argentino se devaluó casi un 10% en pocas semanas, mientras que el real cayó estrepitosamente frente al dólar: 22% en lo que va de octubre.
Brasil tuvo que sacar la artillería pesada y anunciar una intervención masiva en el mercado de divisas. Su banco central, que ya ha destinado este mes unos u$s23.000 millones a la defensa de la cotización del real, ha decidido gastarse otros 50.000 millones.
Adicionalmente, suspendió un impuesto a la inversión extranjera en un intento por interrumpir el éxodo de dólares del mercado. El mero anuncio dio un respiro pasajero al real, que aun así ya perdió un 40% de su valor frente al dólar en tres meses.
El banco central mexicano también elevó el jueves a unos u$s15.000 millones la cifra empleada en defender a su moneda, que acumula una devaluación cercana al 25%.
Incluso Chile, la economía más estable de la región, padece los rigores de la crisis: el precio del cobre, su principal producto de exportación, cayó un 57% por el enfriamiento de la demanda mundial y su peso se depreció un 21,5 por ciento en lo que va de octubre.
Las medidas simultáneas sirven como una fotografía instantánea de una región que ha sido tomada por sorpresa por la celeridad y virulencia del derrumbe de sus monedas.
"Estos son tiempos excepcionales que exigen medidas excepcionales", dijo Paulo Leme, economista de Goldman Sachs que sigue América Latina.
Los unos y los otros
Muchos de los emergentes no han repetido los errores de finales de los años 90, cuando el alto endeudamiento fiscal en moneda extranjera contribuyó a provocar crisis cambiarias o cesaciones de pagos.
Esa experiencia los hace estar mejor preparados para enfrentar la tormenta actual. Sin embargo, la actual combinación de factores representa "un cóctel relativamente explosivo", dice Michael Gómez, codirector de mercados emergentes para Pacific Investment Management Co.
Esos factores incluyen la estampida súbita de los inversionistas extranjeros; el declive de los precios de las commodities; nuevas vulnerabilidades como las apuestas cambiarias fallidas y, en lugares como Argentina, políticas poco ortodoxas como la propuesta de nacionalizar los fondos de pensiones.
La lista de espera del Fondo no cesa de crecer
Los países con grandes déficit que requieren financiamiento externo se encuentran en una situación complicada y acuden en ayuda de quien pueda darla. Varios ya se han acercado al Fondo Monetario Internacional para conversar sobre sus necesidades, incluyendo Paquistán, Hungría, Ucrania y Bielorrusia.
Pero la lista de amenazados crece todos los días, y ahora incluye a estandartes de los mercados emergentes como Brasil, Sudáfrica y Turquía, que se han convertido en daño colateral de una crisis que empezó en el mercado de hipotecas de alto riesgo de Estados Unidos.
La Fed también prepara medidas de ayuda
Hace dos semanas, la Fed estableció acuerdos de trueque, o "swaps", ilimitados con el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra y otros bancos centrales para suavizar la grave turbulencia crediticia en Europa occidental.
Esta vez el foco serían los mercados emergentes, con buenos historiales económicos, que están sufriendo problemas para obtener préstamos en dólares.
"Debe haber alguna acción para ayudar a estos países", señaló Neil Dougall, economista en jefe para mercados emergentes de Dresdner Kleinwort en Londres. "Se ha registrado una grave sequía de liquidez en esos países y apenas son los primeros días. El tsunami apenas llegó a sus costas", agregó.
Sea cual sea la cantidad que se comprometa finalmente, representaría la respuesta internacional más concertada hasta el momento a lo que según analistas podría ser una peligrosa y volátil nueva fase de la crisis.
La crisis va sumando candidatos
"Ninguna región es ya inmune" a la crisis mundial, resume Christine Li, de la agencia de calificación Moody's, contrastando la situación actual con la estupenda salud de que gozaba a principios de año el mundo emergente, lleno de oportunidades para las empresas occidentales.
Las acciones de los poderosos grupos mineros BHP Billiton y Rio Tinto, del líder mundial de la siderurgia ArcelorMittal y del gigante estadounidense del aluminio Alcoa, agonizaron: en tres meses, perdieron, respectivamente, 47% y 55% en Londres, 65% en París y 68% en Nueva York.
"Vemos la situación seriamente", indicó Clay Lowery, subsecretario del Tesoro de EE.UU. para asuntos internacionales. "Hay muchos mercados emergentes que recientemente han resentido grandes presiones".
Economistas incluyen en la lista de países en peligro a Argentina, Hungría, Rusia, Ucrania, Paquistán, Turquía, Sudáfrica, Islandia, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania y Bulgaria.
Para Jean-Louis Mourier, de la casa Aurel, el vigor de las economías asiáticas, de Europa del Este y latinoamericanas "ha servido durante mucho tiempo de amortiguador de las empresas muy internacionalizadas, preservándolas de las turbulencias bursátiles, pero ahora todo parece haber cambiado".
La crisis financiera fue el último detonante, acentuando "los riesgos de suspensión de pagos" para los Estados más vulnerables, en particular, "aquéllos que se apoyaron demasiado en los capitales extranjeros para financiar su crecimiento", según Li.
Como sea, una "cuestión doméstica" como definiera Ben Bernanke a la crisis de las hipotecas subprime en EE.UU. se ha convertido en una gigantesca bola de nieve que no sólo azota a ese país, sino que también se extendió a Europa y muy recientemente como un rayo imparable a todo el mundo. Una vez más, la realidad se encargó de demostrar lo lábil de algunas teorías.
Rubén Ramallo
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