Los diamantes son eternos, pero las deudas son terrenales
Un diamante es para siempre, hasta que irrumpe en escena la peor crisis económica mundial desde la posguerra en los cincuenta. El primer ministro ruso, Vladimir Putin, ha anunciado una ayuda de entre 30.000 y 35.000 millones de rublos (u$s1.000 millones) para reflotar a la productora estatal de diamantes Alrosa, que acumula una deuda de unos 2.500 millones de euros.
En los seis primeros meses de 2009 la estatal rusa registró unas pérdidas netas de 14.700 millones de rublos (u$s500 millones). Pero pese a la drástica contracción del comercio de piedras preciosas, Moscú se muestra optimista.
Según El País de Madrid, en el mes de agosto Alrosa logró colocar en el mercado diamantes por valor de 64.000 millones de dólares. Se trata de las primeras ventas del año que no tienen detrás a la reserva nacional rusa de metales y piedras preciosas, gestionada por el ministro de Finanzas.
La operación puede haber sido el revulsivo definitivo para que el Gobierno de Putin realice una inyección de rescate que, según fuentes oficiales, solo está reservada a empresas con valor estratégico.
Alrosa, que sirvió como aval estatal para salvar a la primera víctima de la crisis, el banco de inversión IKT, es el segundo productor del sector, por detrás del gigante multinacional De Beers, y su actividad, desarrollada principalmente en el este de Siberia, constituye un 25% de la obtención mundial de diamantes.
"Entendemos que este sector, que proporciona importantes ingresos a los presupuestos estatal y regional, está en una situación difícil y necesita apoyo debido a la situación del mercado global", ha asegurado Putin. La venta de diamantes supone el 30% de la entrada de dinero para la región de Yakutia, con 950.000 habitantes.
La demanda podría reactivarse a partir de 2011. Eso espera el presidente de Alrosa, Fyodor Andreyev, que coincide con las previsiones de De Beers. El tiempo ha demostrado, no obstante, que el productor del 97% de los diamantes extraídos en Rusia, que no abrió las puertas de su mercado de metales y piedras preciosas hasta 2007, no es un competidor tan sólido como temían otros países exportadores como Israel, Bélgica o los Emiratos írabes.