Condena para Kenneth Lay, ex fundador de la Enron
Un jurado de 12 personas declaró ayer al fundador de Enron, Kenneth Lay, culpable de los 6 cargos que se le imputaban, mientras que consideró que Jeffrey Skilling, quien le sucedió en la presidencia de la empresa, es culpable de conspiración y fraude.
Lay y Skilling afrontaban 6 y 28 cargos de conspiración, fraude y maniobras financieras para ocultar las pérdidas y exagerar los beneficios de Enron con el fin de atraer el dinero de los inversores, respectivamente.
Si el juez confirma el veredicto del jurado, ambos podrían afrontar una pena de cadena perpetua, según fuentes judiciales.
Lay, de 64 años, fundó Enron y la presidió hasta el 2001; mientras que Skilling, de 52, le sucedió en el cargo.
Durante el juicio, Lay mantuvo que era inocente y argumentó que fueron los ejecutivos que manejaban las cuentas de Enron los responsables de maniobras y fraudes que él no conocía.
El hombre que ejemplificaba el "sueño americano", el del ascenso de la pobreza a la riqueza, nació en abril de 1942 en la localidad de Tyrone (Misouri), en la familia de un predicador baptista de escasos recursos. También tuvo empleos en el Pentágono, la Universidad George Washington y la Comisión
Federal de Energía, y en 1972 fue designado subsecretario adjunto para Energía en el Departamento del Interior.
Para cuando Ronald Reagan llegó a la Casa Blanca y comenzó la desregulación de diferentes industrias, Lay era presidente y ejecutivo principal de Houston Natural Gas. Aprovechando el nuevo ambiente fusionó su firma con Inter-North, que tenía sus oficinas en Nebraska. Así nació, en 1985, Enron que se diversificó desde el sector petrolero al comercio de gas, el suministro de agua, la distribución de electricidad e Internet.
A finales de 1990, emergió como una de las empresas más atractivas para los inversores y la especulación financiera, y sus acciones se cotizaron a muy buenos precios.
Pero la fachada de prosperidad de Enron ocultaba complejas maniobras contables para esconder las pérdidas y exagerar ganancias para seguir atrayendo a más inversores.
En el 2001, Lay cedió la conducción de Enron a Jeffrey Skilling. Pero en agosto, Skilling renunció y Lay volvió al timón de la firma.
Entre septiembre y octubre vendió porciones sustanciales de su paquete de acciones de Enron, al tiempo que alentaba a los empleados y a los inversores a que siguieran comprando, al asegurarles que los precios pronto se recuperarían.
De hecho, entre 1989 y el 2001, Lay se deshizo de más de u$s300 millones en acciones de Enron.
Cuatro meses más tarde, Enron declaró la mayor bancarrota en la historia de los EEUU hasta entonces.
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