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ALERTA

Universidades: el nivel de abandono llega al 60% de los inscriptos

Cátedras superpobladas, dificultades administrativas, éxodo y falta de interés en el estudio son algunas de las imágenes que describen a la población universitaria argentina
17/01/2005 - 03:00hs
Universidades: el nivel de abandono llega al 60% de los inscriptos

Con una inversión de tan sólo 0,31% del PBI por estudiante; 74.798 graduados de los 1.493.556 alumnos totales; una deserción del 60% anual; el alarmante exceso en la cantidad de inscriptos en algunas carreras y el éxodo masivo en otras, la educación superior del paí­s atraviesa por una crisis global sin precedentes.

Los números asustan
Según los datos del último Anuario de Estadí­sticas Universitarias elaborado por el Ministerio de Educación, seis de cada diez alumnos de nivel superior dejan la facultad y sólo un 5% de la población universitaria se gradúa con una tasa de escolaridad del 4,7%.

Para el decano de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad del Salvador (USAL), Gustavo Martí­nez Pandiani, uno de los problemas más graves de la educación superior, que afecta tanto a las universidades públicas como a las privadas, es la deserción en el primer año de la carrera.

Inscriptos y datos claves

Las universidades e institutos de estudios superiores de la Argentina albergan a 1.493.556 alumnos.
  • Las 45 instituciones que dependen del Estado registraron 1.278.284 inscriptos.
  • Las 55 casas de altos estudios privadas contabilizaron 215.272.
  • De esa población universitaria, sólo egresó el 5% de los alumnos.
  • Hay 305.820 de entidades estatales y 63.617 de organizaciones privadas.
  • "Los alumnos que hoy llegan a la universidad tienen dificultades de lectura y comprensión de textos, lo que deriva en problemas de escritura", opina Betina Duarte, máster en Educación y profesora de la Universidad de San Andrés.

    Lo que apunta Duarte, sumado a otras causas, es uno de los factores que afecta directamente a la población universitaria.

    El caso de los desertores es tan preocupante como el de aquellos argentinos que nunca pasaron por el aula de una universidad. Los datos indican que hay un 60% de estudiantes que abandona la carrera de grado en los años iniciales y nunca la retoma.

    "Creo que la crisis vocacional con la que llegan los jóvenes a la universidad, la falta de exámenes de ingreso que los nivele y la combinación del estudio con las obligaciones laborales por necesidad son algunos factores que, en la Argentina, influyen en el abandono de la carrera", opina el decano de la USAL.

    En general, en los paí­ses desarrollados, el í­ndice de deserción es bastante inferior al 10% de la población universitaria de cada paí­s.

    "En los Estados Unidos, por ejemplo, los exámenes de nivelación y de ingreso contribuyen notablemente a que los jóvenes no abandonen la carrera", dice Martí­nez Pandiani, quien obtuvo un tí­tulo de posgrado en la Universidad de Harvard y estudió durante varios años en el paí­s del Norte, lo que le permitió conocer muy bien el sistema educativo norteamericano.

    Comunidad
    Por otra parte, de los 16.5 millones de argentinos que podrí­an integrar la escasa comunidad académicamente activa del paí­s, sólo optaron por seguir una carrera de grado 1.5 millones, o sea, en términos porcentuales, menos del 1 por ciento. 

    El año pasado se contabilizaron alrededor de 370.000 nuevas inscripciones en total, lo que equivale a un 2,31% del total de la población.

    Pero lo alarmante no es sólo la baja cantidad de alumnos sino también el escaso porcentaje de la tasa de escolaridad. Sólo el 4,7% del los estudiantes universitarios concurrió a clases en forma regular, el 95,3% restante tuvo una asistencia inferior al nivel exigido por el Ministerio de Educación.

    "Los segmentos sociales que perciben ingresos más altos son los que tienen mejores tasas de graduación. Y, por supuesto, los que integran una familia con dos generaciones de profesionales tienen más chances", indica la doctora en Ciencias de la Educación, Silvina Gvirtz.
    Por otra parte, la superpoblación de muchas carreras de grado es otro tema que preocupa a las autoridades académicas.

    Superpoblación
    A pesar de que la población universitaria argentina es escasa en comparación con la cantidad de hombres y mujeres que podrí­an estudiar, las cifras revelan que los estudiantes de las carreras de grado tradicionales exceden la capacidad del sistema educativo nacional estipulada por año.

    Abogací­a, por ejemplo, es la carrera con mayor número de inscriptos (26,3% matriculados). Sin embargo, también tiene un alto nivel de deserción. En las facultades de Ciencias Económicas de todo el paí­s hay 82.000 matriculados. En ingenierí­a hay una sobreoferta de graduados. Y las cátedras de las carreras de psicologí­a y de medicina no dejan de tener interesados a pesar de las graves dificultades de inserción laboral.

    Según el Ministerio de Educación, en el paí­s se gradúan por año:

    • 15.000 economistas y contadores.
    • 10.000 abogados.
    • 5.400 médicos y 4.300 arquitectos.
    • 3.300 ingenieros.
    • 1.500 cientí­ficos en disciplinas básicas como quí­mica, fí­sica y biologí­a.

    La asignación presupuestaria que el Estado argentino otorga a las universidades nacionales es otro de los temas que alarma a la comunidad universitaria local.

    Presupuesto
    Según el último informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en el paí­s se invierte por año 478,71 dólares por cada alumno universitario. Esta cifra revela que en la Argentina el presupuesto académico es diez veces menor al promedio de inversión educativa que hacen otros paí­ses de Latinoamérica.

    Y si se compara este monto anual con el promedio de gasto asignado a cada alumno universitario por año en todos los paí­ses que integran el informe de la OCDE (u$s11.109), la Argentina queda desplazada al último peldaño del ranking.

    En octubre pasado, los rectores del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) se reunieron con Néstor Kirchner para solicitarle $1.100 millones más en las asignaciones presupuestarias de educación superior para 2005.

    Sin embargo, la insistencia de los académicos no parece haber sido suficiente para que el Presidente aceptara el aumento. Dí­as después, Kirchner anunció un incremento de sólo $60 millones. Un monto "insuficiente", según opinaron desde el CIN.

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    Comparaciones que asustan
    Si se compara el monto que, según la OCDE, la Argentina invierte por año en cada alumno universitario con otros paí­ses del mundo, los números revelan una realidad escalofriante.

    Las naciones vecinas y otros paí­ses latinoamericanos invierten casi diez veces más en la educación superior que nuestro paí­s:

    • Brasil asigna u$s11.946 por alumno por año.
    • Chile unos u$s7.483.
    • Paraguay u$s4.012.
    • Uruguay u$s2.057.

    Y en el caso de los paí­ses desarrollados, los Estados Unidos y Canadá van al frente con cifras impactantes. El primero invierte más de u$s20.000 y el segundo cerca de u$s15.000.

    Lo mismo sucede con el porcentaje del PBI que invierte cada paí­s en educación superior. Los valores porcentuales de nuestro paí­s son menores a los de todos los paí­ses tomados en la comparación, teniendo como referencia más cercana el 0,50% de Japón, que tiene un PBI per cápita siete veces mayor al nuestro.

    Perfil de estudiante
    Provienen, en su mayorí­a, de familias de clase media, usan a diario Internet, son poco adictos a leer libros y sus hábitos de salud distan de ser los deseables.

    El perfil del estudiante universitario avanzado se compone de una serie de piezas como su visión respecto del futuro; el entorno socioeconómico del que proviene; sus hábitos alimentarios y de consumo.

    El horizonte cercano plantea a los alumnos de los últimos años de carrera, incertidumbres y desconfianzas. La mayorí­a percibe que las condiciones pueden mejorar sólo en un plazo largo, y no en cuanto traspasen por última vez las puertas de la universidad a la que asisten.

    Estudio
    Según un informe realizado en el año 2002 por MORI entre estudiantes de los últimos años de carreras de grado, tanto de universidades públicas como privadas, el 96% opinó que la situación económica y, por lo tanto, las condiciones laborales en el paí­s son malas.

    Tan sólo un 15% admitió tener esperanzas en que la realidad mejore, en tanto que casi un 20% apostó a que el desempleo disminuirá con el tiempo, y un 85%, que luego de dejar la universidad hay muchas dificultades para encontrar empleo.

    • Casi la mitad de los estudiantes argentinos que cursan sus últimas materias no sabe en qué especialidad le gustarí­a trabajar.
    • Gana la proporción de los que creen que no ganarán más de 1.400 pesos mensuales, y son también numerosos los se cuestionan respecto de las ventajas que les proporciona el haber dedicado los últimos años de su vida a los estudios en una universidad.
    • Del universo de alumnos avanzados en sus carreras, un 20% vive solo o en pareja; otro tanto lo hace con amigos o familiares y un 60% todaví­a vive con sus padres.
    • La mayorí­a de ellos pertenece a una familia con ingresos medios: en casi el 60% de los casos, el jefe del hogar gana menos de $3.000 mensuales. Y casi la mitad tiene alguno de sus padres con algún tí­tulo de posgrado.

    La otra cara de la moneda es el 18% que proviene de hogares pobres. Según un reciente informe realizado por el Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina (Siteal), un programa que desarrollan en forma conjunta el Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (IIPE), sede Buenos Aires, que responde a la Unesco y a la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).

    Hábitos
    De un estudio realizado por la consultora IBOPE se desprende que: 

    • La mayorí­a de los estudiantes universitarios no lee el diario, ni siquiera una vez a la semana.
    • Poco más del 10% lee siete libros por año (el resto no alcanza esa cifra).
    • El 80% no usa regularmente la biblioteca.
    • Además, más de la mitad compra los libros que consume y tres de cada diez estudiantes consumen más de diez volúmenes al año y 13 de cada cien superan los siete.