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Ser el jefe no alcanza para ser un verdadero lí­der

Un especialista en management recuerda que ocupar un determinado cargo de poder no es igual al liderazgo. Cuáles son las principales diferencias
15/06/2010 - 20:20hs
Ser el jefe no alcanza para ser un verdadero lí­der

A menudo, muchas personas confunden el liderazgo con el poder posicional. Y tienden a creer que una persona en un puesto de autoridad o con un tí­tulo ostenta poder debido a sus cualidades como lí­der.

Sin embargo, en muchos casos no existe una correlación entre la posición de una persona y la capacidad para liderar.

Así­ lo explica George Ambler, socio ejecutivo de Gartner Executive Programs y experto en management, en su blog "La práctica del liderazgo" citado por el sitio Alto Nivel. 

En su web, Ambler aclara que el tener un tí­tulo no hace a un lí­der, ya que liderazgo se refiere a la influencia.

Nacido y criado en Johannesburgo, Sudáfrica, el autor publica constantemente artí­culos que buscan motivar a las personas a reflexionar acerca de sus experiencias laborales y de vida.

Con 18 años de experiencia en la industria de TI asesorando a los CEO a través de investigaciones sobre mejores prácticas de liderazgo, el especialista en management afirma que el tí­tulo sólo compra tiempo y si en ese perí­odo el liderazgo no aumenta, disminuye y -finalmente- falla.

Por esto, Ambler presta atención a las considerables diferencias entre ser un jefe y ser un lí­der y reflexiona acerca de cuál es el rol de estos personajes dentro de tu empresa. 

En este sentido destaca que el jefe conduce los miembros del grupo, el lí­der, en cambio, los guí­a. Así­, mientras que el primero depende de la autoridad, el segundo necesita de la buena voluntad.

Asimismo, especifica que el jefe busca inspirar miedo y dice "yo", en tanto que el lí­der quiere despertar entusiasmo y habla de "nosotros".

Además, el jefe asigna las tareas a las personas que conduce. En cambio, el lí­der marca el ritmo para que todos trabajen. Mientras el primero le dice al empleado que "llegue a tiempo"; el segundo llega siempre antes, se anticipa.

Un jefe arregla las grietas de una ruptura, mientras que el lí­der se da el tiempo para arreglar todo el desastre. Nadie discute que el jefe sabe cómo se hace, pero el lí­der siempre muestra cómo se hace.

Para Ambler, el jefe hace del trabajo una monotoní­a. En cambio, el lí­der hace que sea un juego en el que todos quieran participar.

En conclusión, señala, el jefe dice "vaya", el lí­der dice "vamos".