Momentos incómodos: ¿De qué hablo con el jefe en el ascensor?
¿Cuántas veces llegó usted al ascensor y se encontró allí con un jefe o compañero que le cae antipático y se encontró a usted mismo deseando haber optado por las escaleras?
Sucede que las coincidencias en el elevador muchas veces son el disparador de momentos incómodos, en los que se genera un silencio pesado, de esos que se pueden "palpar".
Pero ese breve viaje con el supervisor no tiene por qué ser así. De hecho, en esa coincidencia un empleado puede pasar inadvertido, lanzar su carrera o echar todo a perder.
Según una nota que publica el medio español Expansión, ante estas incómodas situaciones, no hay mejor remedio para evitar un cruce de miradas que inclinar la cabeza y contemplar los pies propios y ajenos. Así que unos zapatos brillantes son toda una carta de presentación.
De hecho, éste es uno de los trucos del código de conducta y etiqueta sobre la forma de comportarse en un ascensor que ha desarrollado Nueva York, donde la situación incómoda se ve magnificada por la altura de los rascacielos.
Sucede que en la ciudad que nunca duerme el tema está bien estudiado, debido a que los largos viajes en el elevador dejan inservible el clásico "qué buen día hace hoy" o el típico "ya queda menos para el fin de semana", válido de martes a viernes.
Pero si usted es de los que recurre siempre a esos comodines, piénselo dos veces. Según la nota del medio español, esas frases, además de dar una imagen banal al jefe, no rellenan el ascenso de las más de 50 plantas de cientos de edificios de oficinas, como la torre de Bank of America, la de Bloomberg, la de Trump, General Motors, Time Warner o la de Times Square. Ni mucho menos cubren los infinitos silencios de los 77 pisos del Edificio Chrysler, los 102 del Empire State Building ni los 104 que tendrá el nuevo World Trade Center.
Puede que en Buenos Aires las alturas no sean tales, pero lo que la experiencia neoyorkina enseña seguramente resulta de igual utilidad. ¿Quiénes mejor que los habitantes de Manhattan para desarrollar "tips" para el viaje en ascensores?
¿Cómo pasar desapercibidos?
La primera regla de oro que han aprendido generaciones de empleados neoyorquinos es no examinar nunca a los acompañantes. Si no se quiere dirigir la mirada al suelo, se puede mirar la puerta del ascensor.
La segunda regla es juntar las manos con los brazos caídos, y sobre todo, mantener una distancia razonable con el resto de personas y evitar dar la espalda, escogiendo un sitio pegado a la pared del elevador.
La última norma, también esencial, es no hablar por teléfono, pues se considera una auténtica falta de educación. Sí es válido, y además es un consuelo cada vez más extendido dentro de ese par de metros cuadrados, pegar los ojos a la pantalla del teléfono móvil.
Aprovechar el momento y hacerse notar
Hasta aquí el código de conducta tradicional, válido para empleados tímidos o introvertidos. Para los demás, los gurús norteamericanos dan entrada a un concepto muy estadounidense: el elevator pitch.
La táctica, que surgió hace cerca de un lustro, se basa en aprovechar ese encuentro fortuito con el jefe en el ascensor para presentarse a uno mismo a modo de anuncio publicitario o vender esa gran idea que puede lanzarte al estrellato.
Puede parecer una idea muy simple, pero esconde detrás todo un arte que desarrollan los cursos de entrenamiento a emprendedores. También las grandes compañías norteamericanas, como General Electric, desarrollan seminarios sobre esta técnica. A todos ellos se les enseña a vender una idea de negocio a un inversor en una conversación de entre 10 y 30 segundos, simulando el encuentro en un ascensor.
No hay reglas estrictas en este sentido, pero algunas de las claves que no deberían quedar fuera de su "charla de ascensor" son:
- Aclare en pocas palabras quién es usted y a qué se dedica
- Use ideas fuertes, pero preséntelas de forma concisa
- Genere curiosidad y apele a las emociones
- Resalte qué lo hace diferente de otras opciones o personas
- No olvide dejar la alternativa de reunión posterior
Pero hay que tener cuidado: no se debe avasallar al jefe.
Sucede que toda táctica llevada al extremo causa el efecto contrario. Así, en Nueva York, los directivos, hartos de tanta presentación espontánea, están exigiendo la instalación de unos nuevos ascensores que permiten a los ejecutivos de alto rango viajar en un elevador separado del personal no jerárquico, como sucede en el centro de negocios de Manhattan, y en entidades como Bank of America.