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"Trabajo en una multinacional, pero tengo alma de emprendedor"

Abandonó su carrera en la cadena Hyatt para abrir el primer restaurant de Puerto Madero. Después de 11 años, pidió volver y lo hizo como número uno
08/07/2005 - 21:39hs
"Trabajo en una multinacional, pero tengo alma de emprendedor"

En cadenas internacionales como el Sheraton o el Hyatt, el desarrollo de carrera es exigente, pero bastante previsible: desde un humilde inicio seguramente como recepcionista, es posible llegar digamos, 15 años después, con un poco de suerte y mucho de esfuerzo, al preciado cargo de gerente. A menos, claro, que uno sea Carl Emberson, el flamante gerente general australiano del Hyatt Park Mendoza y entonces pueda hacer un camino muy diferente, y más enriquecedor.


El camino conocido
Hijo de un médico que además es entrenador de rugby, combinación que no parece insólita en ese paraí­so con mares de coral que son las Islas Fidji, Carl Emberson vivió en ojotas y sin televisión hasta los doce años, cuando sus padres lo enviaron pupilo a Australia donde tuvo la oportunidad de ponerse, por primera vez en su vida, un par de zapatos. Después de estudiar abogací­a "para complacer a sus padres", y mientras hací­a una tarea part-time como barman en Sydney, decidió que "lo suyo" era la carrera de hotelerí­a. Una carrera en la que en pocos años inscribió gestiones exitosas en los Hyatt de Sydney, Montreux, Bruselas y Londres.

Otra clase de unión
Pero las vueltas de la vida quisieron que perfeccionándose en Suiza, Carl se enamorara primero de una uruguaya (con la que todaví­a está casado) y luego de Punta del Este. "Me casé con ella y me separé del Hyatt. Ya no estaba solo, y tení­a ganas de armarme por mi cuenta". Y así­ fue como en 1988 llegó a la Argentina para hacerse cargo del Hotel Piscis de Las Leñas. Entre otras –muchas-  cosas.


Buen olfato y sondeos sui generis
Pero en ese glamoroso mundillo porteño que gusta de sazonar la buena mesa con  buenos negocios, Carl Emberson es recordado, sobre todo, por haber sido uno de los "fundadores de Puerto Madero". Es que fue él quien abrió, hace diez años, el primer restaurant de la exclusiva zona, el también exclusivo Bice. "Hoy debe de haber ochenta restaurantes", calcula. "Pero hace diez años, cuando abrimos Bice y Mirasol, fuimos sólo los únicos durante un año".

En aquel entonces y a falta de mejores métodos (o por descreer en ellos), Emberson hací­a su propio análisis de mercado: enviaba a una amiga a contar cuántos autos pasaban por Alicia Moreau de Justo. Y en el año 93, entre las seis y las nueve de la noche, casi no pasaba ningún auto. Pero igual, lo abrí­, porque imaginaba que eso iba a ser un éxito.

-¿No era un negocio de riesgo?
No, pero habí­a que darse cuenta de eso. Si uno observaba bien el master plan  de la zona, el puerto Viamonte, Puerto Madero, uno se imaginaba el boom. Lo importante fue que abrimos sabiendo que nadie iba a ir a Bice porque "pasaba por ahí­ de casualidad". Eso marcó nuestra estrategia de marketing. Y así­ fue que desde el primer dí­a el éxito fue increí­ble, tanto Mirasol como Bice. Estaban siempre llenos.

image placeholder-¿Es olfato? Porque hay grandes proyectos, estudiados hasta el más mí­nimo detalle, que fracasaron estrepitosamente...
Así­ es, y yo puedo dar un buen testimonio de eso. Yo puse dos restaurantes en la misma cuadra de Punta del Este. Uno, con mi mujer y otro con un socio. El público era similar, el management y el servicio eran parecidos, la oferta gastronómica era del mismo nivel, los chefs eran buenos. Pero uno fue un éxito y otro un fracaso. La única diferencia es que el que triunfó estaba en una esquina. Y aunque el peso de la ubicación puede explicar un éxito en gastronomí­a en un 90%, en este negocio hay una fórmula que nadie la tiene, que es la suerte del emprendedor, y que es un misterio.

Además de regentear Bice y Mirasol, durante sus años en Baires lanzó el famoso Catering del Gato Dumas. Paralelamente, armó su propia empresa: Emberson Hospitalidad Corporativa Deportiva que brindaba servicios en acontecimientos como Fórmula 1, Abierto de Polo de Argentina, y todos los partidos internacionales de rugby en el paí­s, deporte que practicó casi a nivel profesional en Australia.
"Ansias de cambio y pasión por la aventura: el espí­ritu del hotelero", como define este afable y dinámico bon vivant a su modo de vida trashumante.


En el lugar indicado, en el momento justo
"Mi sueño siempre fue ser gerente de un Hyatt a los cuarenta años", confiesa Emberson. Ya habí­a pasado por muchas cosas, y quise volver a mi sueño. Ya tení­a una hija y sentí­ deseos de redireccionarme. Entonces me contacté nuevamente con la gente del Hyatt. Para ese entonces yo estaba en Buenos Aires, con el Gato Dumas Catering y Dique 4 en Puerto Madero. Me iba bien, pero tení­a 36 años y querí­a volver a la hotelerí­a.

-¿Y qué les dijo?: "Estoy cerca de la edad indicada, vengo por mi sueño"
Todo fue muy rápido. Llamé a un amigo que estaba en el Hyatt Hong Kong. Le conté que me interesaba volver, le pregunté qué estaba pasando en Hyatt. í‰l me contactó con el vicepresidente de Hyatt América Latina. Y así­ nomás me ofrecieron ser subgerente ejecutivo de Hyatt Acapulco, que justo estaba vacante. Estuve en el right time at the right place. Yo habí­a estado fuera de la lí­nea del 88 al 99, desde que hice la primera llamada hasta que asumí­ el cargo pasó un mes y medio. Pero por las dudas, también estaba en otras entrevistas con las cadenas de la competencia. Gracias a Dios fue el Hyatt.


Un emprendedor en una multi
-¿Qué le aportan esos once años de experiencia a la cadena Hyatt?
Yo puedo traer ese espí­ritu emprendedor, porque he ganado y he perdido. Puedo hacer un buen coaching  al transmitir la sensación de que cada cliente que ganás es un triunfo y cada peso mal gastado es como si saliera de tu bolsillo, porque lo he vivido.

Por otra parte, yo he sido y soy un buscador de nuevos negocios, y en Hyatt gran parte de mi responsabilidad es asegurar el éxito comercial del hotel, y lograrlo "haciendo sociales": visitar gente, agencias, clientes corporativos, multinacionales, entidades de turismo, compartir golf o fútbol con los clientes. Y es lo que he hecho toda mi vida: conocer gente, pasarla bien con ellos y hacer buenos negocios.

Brasil-Argentina, ¿un empate?
- Hasta hace un mes, usted era el gerente general del Grand Hyatt San Pablo; ha hecho negocios con argentinos y brasileños, ¿cuál es la diferencia entre ambos?
Es una pregunta difí­cil para un australiano que, dicen,  somos los más latinos de todos los angloparlantes. En Mendoza (y en Buenos Aires en gran medida también) todo es muy cerca. Entonces los empresarios llaman y a los diez minutos pasan. San Pablo es una enormidad, todo es por e-mail. La relación humana es más difí­cil, todo se agenda "para la próxima semana". Es una ciudad con 28 millones de personas, Buenos Aires no llega a cuatro. Yo hace un mes que estoy en Mendoza y ya conozco a casi todos los que tengo que conocer. En San Pablo en cambio hay mucho de todo: hoteles, tráfico. Esto hace que los paulistas sean más nerviosos y ansiosos que el porteño, por ejemplo, pero son muy divertidos aunque  un poco más formales. Los hombres de negocios en Brasil son fundamentalmente, alegres.

- No sé si eso estarí­a muy bien visto acá
Ellos separan muy bien las cosas y se toman todo muy en serio. Yo soy alegre también, pero business is business. Los argentinos son muy cálidos. Me abrieron sus casas. Son muy receptivos con alguien nuevo, invitan a cenar, colaboran, dan información, eso no lo tenés en todos los paí­ses. Aquí­ no me costó llegar al número uno de las empresas. Claro que también fue un gran trabajo de mi antecesor. Por eso no nos costó nada adaptarnos. Mis hijas llegaron de Brasil a Mendoza un domingo, y el martes ya estaban sentadas en el banco del colegio, con uniforme, libros, con todo listo.


Florencia Bernadou
fbernadou@infobae.com