Lo mejor para impresionar a su jefe es no tratar de impresionarlo
No se obsesione por agradar a quien manda. A largo plazo, lo ideal es dedicarse a ser eficaz de cara a su equipo, mostrar resultados reales -nunca a cualquier precio- y no ponerse medallas que no le corresponden.
¿Brilla con luz propia o es su jefe el que enchufa su supuesto éxito profesional? Su obsesión por impresionar a quien manda puede ser pan para hoy y hambre para mañana, y un obstáculo insalvable que lo hace dependiente de malos líderes y pésimos mandos, relata un artículo publicado por Expansión.
Marcos Urarte, socio de Pharos, cree que siempre es más fácil engañar a su jefe que a sus compañeros. Asegura que "cada organización es distinta y crea un ecosistema en el que, dependiendo de las condiciones ambientales, se desarrollan diferentes especies de profesionales. La clave está en que la persona encuentre su ecosistema".
En diálogo con Expansión, Urarte añade que dependiendo de lo que cada uno quiera ser como persona y como profesional, buscará un tipo de jefe distinto: "Si no tienes escrúpulos y eres mediocre, posiblemente acabes siendo un pelota. Matarás por tu jefe, que es la mano que te da de comer, pero en cualquier momento puede aparecer un pelota más interesante, y estarás sentenciado".
José María Gasalla, profesor de Deusto Business School, cree que "la regla fundamental es ser uno mismo en las singularidades que aportan valor; en las competencias diferenciales. En el medio plazo, el buen jefe reconoce a quien no le da la razón siempre. Peter Drucker recomienda preguntar al jefe una vez al año qué puedes hacer para ayudarle a realizar su trabajo, y qué haces que lo dificulte. Esto significa iniciar un proceso de confianza."
Montse Ventosa, presidenta de Truthmark, coincide en que "crear un entorno en el que sea posible expresar diferencias pasa por generar un espacio de confianza en el que las personas sientan que pueden ser ellas mismas. En ocasiones, podemos sentir que jugamos un rol determinado en nuestro lugar de trabajo que no nos permite desenvolvernos abiertamente y aportar todo nuestro potencial. Esto puede resultar limitador para nosotros y para nuestra compañía. El lubricante de la confianza es la comunicación".
Cultivar la diferencia
La experta añade que "el buen jefe sabe que los resultados extraordinarios pasan por tener un alto rendimiento, por innovar y mejorar constantemente. Para ello, es necesario cultivar la diferencia, y eso no implica contar con pelotas".
Tal como publica Expansión, afirma que los buenos jefes saben que los mejores resultados se obtienen cuando se promueve la diferencia: "Para innovar hay que llevar la contra, y el buen mando crea un entorno de confianza en el que se pueden expresar diferencias, y anima a sus equipos a realizar un trabajo que le impresione".
Además, Ventosa se muestra convencida de que "el buen jefe no quiere pelotas en su equipo. Prefiere profesionales de gran talento que brillen y le hagan brillar".
En este sentido, es importante recordar la forma que tiene Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, de atraer talento: "El fundador de la red social sólo contrata a aquellas personas para las cuales él sería feliz trabajando. Es una forma de decir que sólo se rodea de quienes son mejores que él, y este tipo de profesionales no suelen hacer la pelota", apunta Ventosa.
Gasalla recomienda no tratar de imitar al jefe; averigüar qué es aquello que más valora; que el empleado le pida consejo; que lo escuches de forma empática y tenga en cuenta que puede sentirse solo. Y añade: "Debe aceptar cualquiera de sus ideas, pero evaluándolas; y ser capaz de convertirse en su persona de confianza, pero debe poner en alerta su conciencia ética."
Pilar Jericó, presidenta de Be-Up, también se muestra de acuerdo en que, en una carrera de largo recorrido, la mejor manera de impresionar a un jefe es no tratar de impresionarlo: "De todas formas, hay jefes impresionables que no están con la gente ni la conocen.. A largo plazo, impresionar a su jefe a costa de ponerse medallas que no le corresponden no es sostenible en el tiempo".
Resultados
Jericó añade que ese deseo de impresionar indica inseguridad sobre lo que se hace: "El buen profesional no está ansioso por ello, y esta actitud le hace además muy vulnerable. Lo mejor es impresionar con los resultados, y nunca debe hacerse a cualquier precio".
En ese sentido, Montse Ventosa recuerda que "un buen jefe prefiere a aquellos profesionales cuyo trabajo habla por ellos, porque la labor bien hecha y los resultados son lo que impresiona realmente a quien manda. Desgraciadamente, hay un estilo anticuado de liderazgo propio de superiores a los que les gusta que trabajen para él, que ansían ser el centro de atención, y que se haga lo que ellos dicen sin opción a que nadie les lleve la contraria. A los malos jefes les encanta lo que en inglés se conoce como yes man, propio de pelotas que hacen todo lo que dice el superior, sin cuestionarse si es lo mejor para la organización o para quienes trabajan en ella".
Urarte concluye que "el jefe es como el sol: si estás demasiado cerca te abrasa, y si te encuentras demasiado lejos te mueres de frío. La clave está en encontrar la distancia adecuada".