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¡Es una orden!: qué hacer con la verticalidad en la era digital

En la época de las selfies, el acceso irrestricto a la información, la inmediatez y el tiempo real en las comunicaciones, la verticalidad carece de sentido
09/08/2019 - 09:11hs
¡Es una orden!: qué hacer con la verticalidad en la era digital

"¡Es una orden!". La fórmula se repite desde hace siglos y siempre tiene los mismos componentes: un emisor, generalmente ubicado en una posición de poder más elevada, un receptor, que casi siempre está en posición de desventaja respecto del primero y un mensaje, que da más sensación de poder al poderoso y que produce, en el segundo, cualquier cosa menos ganas de cumplir con lo ordenado.

La evolución de la civilización es un poco una suerte de "historia de la subordinación". Desde que existen las disputas territoriales, existen los ejércitos. Y desde que se organizaron los ejércitos, por supuesto, el acatamiento y la disciplina vertida por los líderes se convirtió en palabra santa. No se puede pensar, discutir ni revisar. Un solo camino es posible: hacer caso.

Lo sorprendente no es que este modelo de comportamiento fuera útil en un campo de batalla medieval –por citar un ejemplo-, sino que haya sido transportado a prácticamente todos los efectos de la vida.

Hagamos una prueba: que levante la mano aquel padre-lector que nunca le dijo a su hijo, que cuestionaba una determinada norma, que debía llevarse a cabo de todas maneras porque "yo lo digo". Seguramente, no haya ninguna mano en alto en este momento. El mismo modelo se repitió históricamente en la escuela, en las instituciones religiosas, en los equipos deportivos, en la universidad y en las empresas.Por alguna razón creímos que una receta nacida en una época en que a las mujeres que caían mal al poder de turno eran quemadas en hogueras por brujas, que la esperanza de vida apenas superaba los 40 años por la ausencia casi total de avances en términos medicinales, en que los herejes eran decapitados o en que enviar un mensaje entre un pueblo y el siguiente demoraba semanas y tracción a sangre, podría funcionar en la era digital.

Tan convencidos estábamos, que aún hoy se utiliza el término "subordinado" (cuyo origen significaría "bajo las órdenes") como sinónimo de "empleado".

Es hora de asumir la cruda realidad: no. No funciona. En la época de las selfies, el acceso irrestricto a la información y la inmediatez y el tiempo real en las comunicaciones, la verticalidad carece de sentido.

La dinámica de la era digital necesita agilidad y la agilidad requiere, precisamente, todo lo contrario a la verdad provista por un único líder iluminado. Los "¿Sabés quién soy yo, pibe?" del mundo corporativo tienen los días contados.

Necesitamos encontrar formatos y vehículos que permitan construir conducción en este nuevo escenario que nos toca vivir.

En el plano táctico, el nuevo líder debe dejar de lado el concepto de "dar órdenes" y dedicar sus esfuerzos a convencer, seducir y trabajar en conjunto con sus exsubordinados, hoy colaboradores.

En un nivel estratégico es necesario apelar a un verdadero giro cultural, a un cambio en el mindset del liderazgo. Las nuevas generaciones necesitan creer en lo que hacen, estar convencidos, saber que sus acciones están relacionadas con su propósito de vida y que son coherentes con este.

El top-down corporativo deja de tener sentido y los líderes que no estén dispuestos a aceptar este cambio, irónicamente, dejarán de ser líderes. Por más órdenes que den. Reemplazar el tradicional esquema en cascada por un efecto de contacto y viralización es el paso clave para construir el verdadero cambio cultural que se necesita.

El lema del Ejército Argentino es "subordinación y valor". Paradojas de un mundo complejo, en las organizaciones de la era digital, el valor (agregado) por parte de los colaboradores se obtiene, precisamente, cuando se rompe ese esquema de subordinación.

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