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Jubilados que trabajan: cada vez hay más argentinos empleados después de jubilarse

Los registros de la Seguridad Social revelan que en la última década creció un 60% la cantidad de personas que trabajan estando ya jubilados
09/11/2025 - 19:50hs
Jubilados que trabajan: cada vez hay más argentinos empleados después de jubilarse

La precarización de los haberes jubilatorios, combinada con el aumento en la expectativa de vida, ha impulsado a un número récord de argentinos a reingresar o mantenerse en el mercado laboral después de obtener su jubilación. Este fenómeno se ha vuelto una estrategia de supervivencia para paliar el deterioro del poder adquisitivo. Aunque la cifra total, que incluye a aquellos en la informalidad, supera el millón de personas, los datos oficiales de la Seguridad Social reflejan un crecimiento exponencial en el empleo registrado.

Según los números de la Seguridad Social, la cantidad de jubilados que trabajan en blanco y realizan aportes al sistema se disparó de manera impresionante en la última década y media. En 2010, se contabilizaban 176.153 jubilados con aportes; para junio de 2025, ese número ascendió a 433.525. Este crecimiento de 257.372 personas evidencia la dificultad de muchos beneficiarios para subsistir únicamente con sus ingresos pasivos.

Los especialistas advierten que, si bien el trabajo puede tener efectos positivos para la salud física y mental, en la mayoría de los casos esta continuidad laboral no es una opción elegida, sino una necesidad forzada. La mayor parte de estos trabajadores mayores se inserta en empleos de baja calificación, o incluso insalubres, reduciendo su calidad de vida y su expectativa de sobrevida.

Jubilados que trabajan: el fenómeno Monotributo y la informalidad

El crecimiento de los jubilados trabajadores se distribuye entre distintas modalidades, aunque una se destaca notoriamente: el régimen de Monotributo. De los 433.525 jubilados con aportes en junio de 2025, el 49% se encuentra bajo el esquema simplificado. El número de jubilados Monotributistas pasó de 122.356 en 2015 a 212.865 en la actualidad, un aumento del 74%. Este salto refleja tanto la tendencia general del mercado a la sustitución de empleos en relación de dependencia por figuras más flexibles como la continuidad profesional de jubilados de altos perfiles.

El resto de los jubilados registrados se distribuye entre quienes están en relación de dependencia (89.531), autónomos (87.533) y trabajadores de Casas Particulares (33.596).

No obstante, los datos formales son solo una parte del panorama. La consultora a cargo del informe estima que la cifra de jubilados que trabajan en la informalidad supera los 600.000, excediendo ampliamente a aquellos con empleo en blanco. De hecho, la tasa de empleo de la población en edad jubilatoria, según el INDEC, se ubicó en el 17,1% en 2024, equivalente a 1.070.030 personas. Esta tasa es incluso superior en los sectores de menores recursos (entre el 1° y 5° decil), donde la necesidad de generar ingresos complementarios es más acuciante.

Jubilaciones: haberes deteriorados y aportes sin beneficio

El principal factor que explica este éxodo masivo de jubilados al empleo activo es el marcado deterioro de los haberes previsionales. Los datos de la ANSeS confirman que la mayoría de los beneficiarios dependen fuertemente de los mínimos:

  • De los más de 6,2 millones de beneficiarios del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), cerca del 48% (3 millones) percibe haberes menores o iguales a un haber mínimo.
  • En noviembre, los jubilados con el haber mínimo percibieron $333.085,39 más un bono de $70.000, un monto que no logra cubrir la canasta básica.

La ley previsional argentina permite que los jubilados trabajen y realicen aportes al sistema (el 11% de sus ingresos), pero existe una controversia importante: este aporte se destina al Fondo Nacional de Empleo y no se computa para la mejora o reajuste de sus haberes. Es decir, el jubilado aporta al sistema sin obtener un beneficio directo en el cálculo de su futura jubilación.

Además, si la persona se jubila y luego es reingresada por el mismo empleador, se considera el inicio de una nueva relación laboral. En estos casos, ni el empleador ni el jubilado aportan al sistema de salud, ya que este último cuenta con los descuentos correspondientes a PAMI u obra social como jubilado.

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