Crece la competencia en mercado de café premium
El café mueve $2.400 millones anuales, a nivel mayorista. Pero la Argentina es un país con poco consumo per cápita: un kilo anual contra 5, por ejemplo, de Estados Unidos.
Por eso las empresas buscan incrementar esa facturación por la vía de nuevos productos de mayor valor agregado. La frontera donde hoy se da la pelea es la de las cafeteras premium, las "monodosis" que ofrecen un aire de sofisticación gourmet a cambio de los $5 que cuesta llenar cada pocillo.
"Siempre estamos buscando la manera de agregar algo más", dijo Martín Cabrales, de Café Cabrales, en declaraciones divulgadas por Clarín.
La firma ya lanzó un capuccino en tetrapack, con La Serenísima: ahora está por salir la versión de litro.
En paralelo, añade el matutino, la compañía cerró una alianza con Philips para presentar la cafetera Senseo, que costará $600, y que funcionará con un pad (similar a un saquito de té, pero más grande).
"Apuntamos a un público joven, al mercado que está creciendo de la moda del café", agregó el ejecutivo.
El líder en el mercado de las monodosis es Nespresso, de Nestlé, que funciona con cápsulas que cuestan hasta $5 por unidad. Las máquinas pueden valer más de $4.000, y sólo se consiguen en locales especializados y en shoppings. El café, transformado en un producto de lujo, con precios acordes.
Cabrales ya da pelea en ese mercado, con una cafetera que vende a $1.600 y $4 cada cápsula. La Senseo se mueve en el segmento ligeramente debajo de ese: más barata la máquina, más barata la "dosis", detalla el matutino.
Concretamente, en el nivel de la DolceGosto, también de Nestlé, que cuesta $800 y cada cápsula, unos $2. El pad de Senseo se venderá a $1,80 y, como DolceGosto, se podrá comprar en supermercados, no habrá que ir a locales específicos.
Cabrales invirtió u$s1 millón en el lanzamiento (máquinas y promoción) y espera facturar eso mismo en seis meses.
Un detalle que destacan: en todo el mundo, Philips se asoció a la multi Sara Lee. En el país eligieron hacerlo con Cabrales porque buscaron adaptarse al gusto local, que valora un café menos fuerte que el europeo pero no tan liviano como el norteamericano, concluye Clarín este miércoles.