Farmacity "le hace frente" al Gobierno y aún funciona como un "kiosco" que vende remedios
La controversia que reina por el cruce de normativas impulsadas por el Gobierno nacional, por un lado, y la Ciudad de Buenos Aires, por otro, está siendo aprovechada por Farmacity, que busca evitar a toda costa que sus puntos de venta no queden limitados a vender sólo productos farmacéuticos.
El tema no es menor y hay mucho dinero en juego, habida cuenta de que se trata de la principal cadena de este rubro en el país.
Hace unos días entró en vigencia una resolución del Ministerio de Salud de la Nación que establece que las farmacias "sólo podrán dedicarse a la venta de recetas preparadas, dispensa de drogas, medicamentos, incluidos de venta libre..."
De este modo, Farmacity ya no tendría que estar comercializando alimentos, bebidas, golosinas, CDs, productos deportivos o electrónica, tal como lo ha venido haciendo.
Sorpresivamente, el macrismo salió al ruedo con un decreto mediante el cual la Ciudad de Buenos Aires -como distrito autónomo- dejó bajo su órbita "la habilitación de las farmacias en su territorio, contemplando que esos locales puedan además desarrollar otras actividades comerciales que no interfieran con la venta de remedios".
Sin embargo, como la normativa en cuestión recién entrará en vigencia este 19 de marzo, el cruce de resoluciones, jurisdicciones y tiempos legales derivó en un escenario en el que ni siquiera los farmacéuticos están en condiciones de afirmar qué es lo que debe respetarse y qué no.
¿El resultado? Una cadena de farmacias que, según el Ministerio de Salud, está comercializando productos que no debería, pero amparada en un decreto de la Ciudad para seguir haciéndolo.
"Como nunca hubo un comunicado oficial respecto de qué se podía vender y qué no, nunca se implementó lo que dispuso el Gobierno nacional", afirmó a iProfesional una vocera de Farmacity.
Y redobló la apuesta con sus dichos: "Ahora que la Ciudad definió que controlará el negocio y no habrá cambios, entonces no hay necesidad ni vamos a cambiar nada".
La ejecutiva de la cadena reconoció a iProfesional que si bien "a la fecha está vigente la ley de la Nación que nos impide vender otra cosa que no sea medicamentos, tampoco se emitió un listado con productos prohibidos ni hubo controles específicos por parte de las autoridades gubernamentales".
Fuera de la compañía, para los representantes de las farmacias tradicionales la situación actual no hace más que mostrar cómo los intentos por regular la comercialización de remedios guardan relación directa con los movimientos comerciales de Farmacity.
"Atrás de todo esto hay un gran negocio y todo esto va más allá de si la cadena se preocupa más por vender chocolates o papas fritas que medicamentos. Su actual forma de operar es lo que le permitió crecer y desplazar a la competencia, a fuerza de dejar a un lado la cuestión sanitaria", aseguró a este medio un vocero de la Asociación de Farmacias Mutuales y Sindicales, en estricto off the record.
El negocio de vender otras cosas
Desde el Sindicato de Farmacéuticos y Bioquímicos su titular, Marcelo Peretta, explicó a iProfesional el porqué del denodado interés de Farmacity por mantener la comercialización de productos que nada tienen que ver con la salud.
"La mitad de la facturación de la cadena no viene de los medicamentos. Si dependiese de la venta de remedios, hoy probablemente no existiría como cadena. Se habría fundido, por eso la pelea con los kioscos. No es el modelo que uno más elegiría para la actividad", expresó a este medio.
"Las golosinas, la regalería, los productos de fotografía, electrónica y todo ese tipo de artículos le aseguran una rentabilidad que es la que le ha permitido crecer hasta controlar prácticamente el 80% de los locales farmacéuticos que hoy funcionan en Capital", añadió.
Peretta aseguró que por efecto de la expansión de la cadena, en la Ciudad "más de 120 farmacias debieron cerrar sus puertas en pocos años".
"Para hacer un comparativo, en la provincia de Buenos Aires el número de puntos de venta que no están asociados a una cadena creció. En Capital ocurre todo lo contrario por el peso de esta compañía", dijo.
El titular del Sindicato de Farmacéuticos y Bioquímicos expuso que, por estos días, "una de cada cuatro farmacias abiertas en Buenos Aires pertenece directamente a Farmacity, lo cual revela el alto grado de concentración que se ha dado en estos años".
"Muy detrás de Farmacity se ubican otras firmas. Como la legislación de la Ciudad habilita a que los emprendimientos puedan ser sociedades anónimas que no dependan directamente de farmacéuticos, el mercado está diseñado para la consolidación de estas empresas. Esto no ocurre, por ejemplo, en territorio bonaerense. De ahí la molestia de la cadena por no poder instalarse en esa zona", expuso.
Para Peretta, otra cuestión que también alentó la expansión de locales de Farmacity en Buenos Aires responde a la ausencia de criterios de proximidad entre puntos de venta.
"La Ciudad habilita farmacias sin fijar este tipo de parámetros. Antes se exigía que entre un comercio y otro debía existir una distancia superior a los 300 metros", contó a iProfesional.
"Hoy se da que en las zonas comercialmente más activas puedas dar con hasta cuatro farmacias en cuatro esquinas enfrentadas. Por supuesto, esto en detrimento de otras zonas de Capital. Farmacity explotó al máximo esta posibilidad de instalarse de manera masiva en los barrios más rentables de la Ciudad. El resto, los de menor poder adquisitivo, no le interesa", remarcó.
Saltar el cerco
Como un remedio propio para saltear límites legales diseñados, en gran medida, para frenar su desembarco en el interior de la Argentina, Farmacity ha lanzado una cadena de comercios que -sin vender medicamentos- propone una experiencia de compra similar a la de su línea de farmacias.
Así, Pegasus, dueña también de la cadena de heladerías Freddo y con emprendimientos de Real Estate, abrió el primer local bajo el nombre Simplicity en Morón, provincia de Buenos Aires. Planea tener otros dos nuevos puntos de venta funcionando en el corto plazo, uno en la ciudad de La Plata y otro en San Isidro.
Aunque se trata de un formato nuevo en el plano local, lo cierto es que la elección de la provincia de Buenos Aires como punto de partida de la nueva cadena del grupo no fue para nada casual.
Tanto en el territorio que gobierna Daniel Scioli como en Catamarca, Corrientes, Tucumán, Santa Fe y Río Negro, no hay locales de Farmacity por diversas cuestiones. La principal: la vigencia de restricciones a la propiedad de farmacias por parte de sociedades anónimas.
Asimismo, en la mayoría de esas provincias operan regulaciones inexistentes para Capital Federal. Una de ellas es la que establece distancias mínimas entre farmacias y de cantidad de estos locales en función del número de habitantes.
Según trascendió, en su primer local Farmacity invirtió alrededor de 2,6 millones de pesos. Los productos que comercializa cubren los rubros de cuidado personal, entretenimiento, belleza, moda, regalería, spa, decoración, blanquería y hogar.
Vale recordar que Pegasus compró Farmacity en 2007 y convirtió al negocio nacido en 1996 en la mayor red de farmacias del país.
Más allá de las críticas y controversias que involucran a la firma, su red está a un paso de alcanzar los 200 puntos de venta.
En junio del año pasado, y en otro intento por diversificar su llegada comercial, la compañía puso en marcha Farmacity Look, un local de maquillaje y cosmética femenina con islas en centros comerciales.
Una ayudita a Farmacity
En 2013 -y en búsqueda de regular la evolución de este tipo de cadenas- el Ministerio de Salud de la Nación dictó un marco legal que establece que las farmacias "sólo podrán dedicarse a la venta de recetas preparadas, dispensa de drogas, medicamentos, incluidos de venta libre y especialidades farmacéuticas, cualquiera sea su condición de expendio, además de los productos destinados a la higiene o estética".
Esto, como ya se expuso, estaría dejando afuera de los mostradores cualquier tipo de alimentos, bebidas, productos de electrónica, deportivos y una gran variedad de artículos que se suelen ver en las cadenas del sector.
La resolución en cuestión obligaba a retirar este tipo de mercaderías en un plazo de 90 días. Transcurrido ese lapso, se comenzarían a aplicar sanciones a quienes no estuviesen en sintonía con el marco legal.
Pero en enero de este año, un decreto del Gobierno de la Ciudad, en uso de su autonomía, dispuso que "se haría cargo de la habilitación de las farmacias en su territorio, contemplando que esos locales pudieran además desarrollar otras actividades comerciales que no interfieran con la venta de remedios".
De esa forma, aseguraron a este medio fuentes del sector farmacéutico en estricta reserva, "el macrismo terminó por salvar el negocio de Farmacity".