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Las mayores alimenticias del país acumulan pérdidas por $10.000 millones y están en problemas para pagar el bono de fin de año

Los balances de Arcor, Mastellone y Molinos reflejan el impacto de la devaluación y la recesión, pero igual se verán obligadas al pago del adicional
12/11/2018 - 05:40hs
Las mayores alimenticias del país acumulan pérdidas por $10.000 millones y están en problemas para pagar el bono de fin de año

Las principales alimenticias del país acumulan pérdidas millonarias que ya superan largamente los $10.000 millones. Y todo indica que esta cifra se incrementará aun más hacia el cierre del año.

Se trata de Mastellone, Arcor y Molinos, cuyos balances generales correspondientes a los primeros nueve meses del 2018 evidencian las consecuencias que han tenido en sus cuentas el freno de las ventas en el mercado doméstico y la fuerte suba del dólar registrada, principalmente, entre abril y septiembre.

Es decir, la recesión y la devaluación, una combinación de hechos negativos que le generaron a las tres principales empresas alimenticias de la Argentina un agujero financiero de inciertas consecuencias.

De hecho, sumando los tres balances negativos, que ascienden a los $10.541 millones, y calculando los nueve meses ya transcurridos, se concluye que vienen registrando pérdidas por $1.171 millones por mes o, lo que es lo mismo, $39 millones cada 24 horas, en promedio. 

Hace unos días se conocieron los estados de resultados de Mastellone, que arrojaron una pérdida de $2.201 millones en el último trimestre y un acumulado de $3.400 millones entre enero y septiembre pasados.

Luego fue el turno de Arcor, que también sintió en sus números el escenario recesivo e inflacionario que atraviesa la Argentina e informó un rojo de $6.247 millones en el mismo período y generado por iguales razones que la empresa láctea dueña de la marca La Serenísima y en la cual el grupo cordobés de la familia Pagani ya controla el 42,2% del capital accionario.

En cuanto a Molinos Río de la Plata, la alimenticia de los Perez Companc acaba de reportar pérdidas por $2.066 millones también en los primeros nueve meses del año debido al efecto negativo de la devaluación en sus operaciones.

Fábricas con capacidad ociosa

Las cifras evidencian la fuerte retracción que atraviesan las tres mayores compañías alimenticias del mercado local en particular y las del sector en el que compiten de manera general.

Una industria que actualmente ostenta el uso de la capacidad instalada más bajo desde el 2001, año en el cual la crisis golpeó a todos los estamentos de la economía del país y derivó en la caída del gobierno de Fernando de la Rúa a fines del mismo período.

Desde la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal), se informa que la capacidad ociosa ya se ubica en torno al 40% en la mayoría de las plantas, incluso en algunas que nunca evidenciaron un freno en los últimos 30 años y que ahora producen en un solo turno, afectadas por la menor demanda y la retracción en el consumo.

Un dato que refleja cómo el sector viene siendo golpeado por la fuerte recesión y la volatilidad financiera y económica derivada, en gran parte, de las políticas equivocadas asumidas por el gobierno de Mauricio Macri que lo obligaron a pactar un acuerdo con el FMI para evitar el default del país.

Se trata de un escenario que desde las propias empresas admiten que no se va a modificar por los próximos meses. Argumentan que las razones que explican sus balances en rojo se mantendrán y en algunos casos hasta se profundizarán. Es decir, la devaluación, la retracción del consumo, la inflación y las altas tasas de interés que impiden la toma de crédito para producir.

De hecho, las fuertes pérdidas ponen en duda la capacidad de estas empresas de cumplir con el pago de un bono de fin de año por $5.000 anunciado por el Gobierno.

Si bien todavía no se conocen el alcance ni la forma de cancelación de este adicional para todos los trabajadores del sector privado, entre las compañías se suman quejas con la medida.

Problemas para pagar el bono

Fuentes del sector advierten sobre el impacto del bono, que sería pagado en dos tramos entre noviembre y enero, y argumentan que las fuertes pérdidas son un condicionante de peso.

De todos modos, admiten que no podrán evitar tener que cumplir con la orden del Gobierno. "Las cámaras están trabajando con la letra chica del decreto, pero estamos seguros de que las grandes empresas no vamos a poder zafar del pago", advierten.

Recuerdan que, en el caso de las alimenticias, el escenario negativo que atraviesa la economía y las propias empresas provocó un freno en las ventas y en la producción. Incluso, en la actualidad el sector solamente utiliza el 63% de su capacidad instalada.

Es más, la fuerte retracción que sufre el sector por el contexto económico del país también provocó la pérdida de 2.300 empleos y la acumulación de balances negativos en la mayoría de las compañías.

Por eso, los empresarios admiten estar resignados a cerrar el 2018 con un pésimo desempeño en sus cuentas y con perspectivas de que sea el año de las mayores pérdidas en la historia de cada una de las compañías. Es decir, tanto de Mastellone, como de Arcor, Molinos y del resto de las firmas que participan en la industria de la alimentación.

El año pasado, el desempeño de las tres sociedades fue diferente. Sus balances cerraron con números positivos y las perspectivas eran de mantenerse en crecimiento y con planes de inversión que ahora, a la luz de la crisis, fueron totalmente paralizados. En todos los casos hubo achique de infraestructura, reducción de personal y paralización de producción durante algunos meses como forma de sobrevivir ante la actual realidad.

Se trata de reacciones frente a la caída del consumo que sufren casi todos los rubros de la canasta básica de alimentos. Por caso, la demanda de lácteos bajó 4,8% en el primer semestre respecto de igual período del año pasado y acumula una caída de 23% si se compara contra el 2015.

Pero la crisis, la retracción del consumo y la inflación no le han puesto un freno a la suba de los precios. Mes a mes, las mismas empresas que registran balances con rojos millonarios retocan sus listas y aplican subas de entre 10% y 15% en promedio.

Los porcentajes se volverán a repetir ahora en noviembre y también en diciembre. Según pudo saber iProfesional, Arcor ya picó en punta, con un incremento en sus valores del 10% para este mes y con la promesa de volver a acomodar las listas durante diciembre.

La decisión es siempre imitada por el resto de sus competidores por lo que resta esperar conocer los aumentos que aplicarán Molinos y Mastellone a sus respectivos productos.

El último retoque había sido a principios de octubre. Molinos subió sus valores un 10% en promedio debido a la presión ejercida por la cotización del dólar, que por esos días se ubicaba alrededor de los $35. También lo hicieron Arcor, Mastellone, SanCor, Mondelez y otras grandes firmas del sector.

Entre las empresas, las subas se justifican por el valor internacional del trigo, que aumentó casi un 13%, producto de la preocupación que existe en Estados Unidos por el futuro de sus cultivos y ante una menor previsión de cosecha en Rusia. También, por la evolución del dólar y el incremento de los costos.

Sus ejecutivos argumentan que los retoques son necesarios para mitigar el impacto que tienen en sus cuentas los también constantes incrementos de costos.“No hay forma de que no los traslademos, ni siquiera teniendo en cuenta que vendemos menos”, argumentan en las empresas. Todos coinciden en que, a pesar del escenario recesivo, tendrán que seguir aumentando precios.

Advierten que, a niveles constantes, los valores actuales de los productos se ubican en torno a un dólar de $28 o $30 y no a los $36,5 que muestra la cotización actual.

El desfasaje, según dicen, confirma que deberán seguir asumiendo pérdidas, al no poder aumentar sus precios mucho más debido a que no hay ventas. Agregan a este cuadro, los mayores gastos en combustibles y servicios públicos que deben enfrentar como el del gas, que se incrementó en torno al 35% y forma parte del combo de costos con mayor peso en la cadena productiva.

Añaden a la apertura de las importaciones como otro factor negativo en una ecuación en la cual, además, entran en juego, las proyecciones inflacionarias que se ubican en torno al 50% para todo el 2018, según algunas consultoras privadas.

Con estas cifras, el escenario financiero tampoco es positivo para lo que resta del año y las empresas con problemas de este tipo se verán más afectadas todavía.

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