De El Calafate a Purmamarca: el virus del desastre económico infecta las "mecas" del turismo
En condición grave y con pronóstico aún peor. De esa forma puede sintetizarse, matices paisajísticos al margen, el estado en el que se encuentran los principales centros turísticos de la Argentina. En plena instancia de Semana Santa, lapso clave para la actividad en la primera parte de cada año, sendos sitios emblema del descanso y el esparcimiento transcurren los días en medio de la parálisis económica y el futuro incierto.
De Purmamarca a El Calafate, de Bariloche a Iguazú, la postal es la misma: vacío total en las calles, persianas bajas de restaurantes y comercios en general, hoteles y alojamientos -cuando no también cerrados- ajenos de huéspedes. Parques, guías, transportes y excursiones: todo vedado por completo.
Una muestra de cuán dramático se ha vuelto el presente para los espacios turísticos corresponde a Puerto Iguazú, en la provincia de Misiones. Esta ciudad de 80.000 habitantes, base obligada para quienes visitan las cataratas, hoy es testimonio de derrumbe laboral.
El 90 por ciento de lo que recauda Puerto Iguazú guarda relación directa con el turismo nacional e internacional que se acerca a conocer la maravilla natural, mientras que el 10 por ciento restante corresponde al comercio con las vecinas Foz de Iguazú (Brasil) y Ciudad del Este (Paraguay). La decisión oficial de cerrar las fronteras cercenó por completo incluso esa pequeña alternativa para el empresariado local.
Leopoldo Lucas es presidente del Iguazú Turismo Ente Municipal. En diálogo con iProfesional, cuenta que la expansión de la pandemia -con la consiguiente imposición del aislamiento obligatorio- bajó a 0 el caudal de visitantes para esta Semana Santa. Previo al estallido mundial del Covid-19 en Puerto Iguazú aguardaban 30.000 visitantes.
"De enero a marzo veníamos con números 10 por ciento por encima respecto de igual período pero del año pasado: 420.000 visitantes. Ahora no sabemos cómo sobrellevar la situación. El turismo genera trabajo a más de 20.000 personas en la ciudad y la actividad hoy está paralizada. Realmente la situación económica es muy grave", aseguró.
"La mayoría de los hoteles en Puerto Iguazú son emprendimientos de 30 o 40 habitaciones y hoy están totalmente vacíos y sin reservas hacia adelante. Las agencias de viajes, los remises, los comercios en general, hoy están paralizados en un municipio pobre que depende de las visitas. Esperamos que el Gobierno tome contacto y atienda nuestra situación. Miles de personas vienen de semanas sin recursos económicos y si la cuarentena se extiende nadie sabe cómo podrán siquiera atravesar el momento", añadió.
Salta y Jujuy, en el norte del país, son otra muestra de la pandemia y sus efectos negativos sobre los sitios y actores que basan su economía en la actividad turística. Fuentes de la Cámara Hotelera y Gastronómica de Salta ya dan por perdido el año y añoran la Semana Santa de 2019, cuando el turismo generó un impacto económico de casi 170 millones de pesos.
Para la edición de este año prevén una facturación prácticamente nula. "Somos los que más vamos a perder. Ya veníamos de una situación económica que no era de lo mejor. Vamos a tener que olvidarnos del turismo internacional por un tiempo largo", dice al respecto Eduardo Kira, titular de la organización.
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Cafayate y Purmamarca
En Cafayate, el grueso de los empresarios hoteleros cerraron los alojamientos a partir del 17 de marzo. Apenas un par de semanas después, bodegas, alojamientos y restaurantes informaban dificultades para cubrir los salarios correspondientes al mes de marzo.
De acuerdo con los números divulgados por los actores del turismo locales, Cafayate arribó a abril con una caída del 100 por ciento en la demanda de reservas hoteleras incluso a futuro, una baja del 90 por ciento en la actividad gastronómica, y una incertidumbre creciente en torno al futuro de alrededor de 200 empleos.
El derrumbe de la actividad es un golpe contundente para las arcas de la provincia: Cafayate concentra 30 por ciento del turismo que visita Salta y los visitantes generan un movimiento anual cercano a los 1.400 millones de pesos.
Ya en Jujuy, Purmamarca interrumpió el ingreso de visitantes el 19 de marzo y los mismos hoteles, a tono con el pedido de la gobernación de Jujuy, procedieron con la cancelación de reservaciones. Durante esa misma jornada los feriantes de la plaza 9 de Julio, la tradicional del centro del pueblo, evitaron armar sus puestos de artesanías y textiles.
"Los vecinos dejaron de salir a la calle salvo para alguna compra urgente. Los turistas enseguida se desplazaron rumbo a San Salvador o la ciudad de Salta porque si no debían quedarse en la cuarentena. Ese mismo día se reunión un comité de emergencia municipal y se dispuso que sólo quedarían abiertos los comercios que venden productos de primera necesidad. La policía se apostó en los accesos", contó a iProfesional una fuente vinculada al Gobierno provincial.
Los representantes comunales de Purmamarca establecieron que los comercios sólo pueden atender de 8 a 14 horas y que sólo podrán circular aquellas personas que "justifiquen su tránsito por las calles ". La prohibición de movimiento fuera de las viviendas, a excepción de esos casos, es total.
Como contrapartida a esta parálisis, y según pudo saber este medio, los actores turísticos de Purmamarca activó un mercado de productos turísticos online para sobrellevar la pérdida de ingresos a causa del coronavirus, que incluye tejidos, cerámicas y pinturas artesanales hasta hospedaje a futuro.
La iniciativa no incluye a revendedores que operaban en el mercado de la plaza, con productos de Bolivia y Perú, y se extiende al rubro alojamiento, que ofrece vouchers con hasta un 50 por ciento de descuento y validez por un año.
Mesas para hasta cuatro personas, servilletas de papel y pago electrónico, el manual de bares y restaurantes para trabajar en cuarentena
También tiene un espacio para "Donaciones", destinado a ayudar a quienes no pueden enviar los productos que ofrecían al público, como los gastronómicos callejeros o quienes ofrecían sus llamas para fotos con los turistas, a cambio de una colaboración.
Desde la Comisión Municipal de Purmamarca, el secretario de Turismo y Cultura, Alberto Castagnolo, contó que antes de la cuarentena, las 1.100 camas de Purmamarca -entre hoteles, cabañas, hosterías y otros- venía con ocupaciones del 30 al 60 por ciento, pero bajaron a cero cuando los huéspedes emigraron.
"Después vino una baja del 100 por ciento de las reservas para Semana Santa, y ahí los hoteleros estuvieron bastante complicados, porque algunos turistas aceptaron correr sus reservas o recibir un voucher para cualquier momento del año, pero la mayoría pidió la devolución del dinero", agregó.
En Tilcara, la pandemia motivó el cierre del ingreso al pucará y la suspensión de las visitas a la Garganta del Diablo. También, todos los festejos pensados para esta Semana Santa. Eduardo Escobar, del área de Cultura local, transmitió la decisión de anular la procesión a los santuarios y señaló que el freno del turismo se profundizó a partir de la decisión de Salta de desarticular las visitas a los pueblos jujeños.
De El Calafate a El Chaltén
En la Patagonia, El Calafate aparece como otro ejemplo de "crac" a partir de la pandemia. Tanto en términos sanitarios como en el funcionamiento económico de la ciudad.
De alrededor de 20.000 habitantes -90 por ciento trabaja en actividades ligadas al turismo-, concentra el grueso de los casos confirmados de coronavirus a nivel provincial: de los 31 contagios constatados en Santa Cruz hasta este 9 de abril, 27 tienen asiento justamente en El Calafate.
El desastre tomó cuerpo en la primera mitad de marzo. Y aunque en la ciudad se cuidan a la hora de establecer responsables, tanto en el segmento médico local como entre los operadores turísticos no hay dudas de que todo surgió a partir de la visita de un contingente de 14 franceses.
Natalia y Juan, guía y chofer del grupo en cuestión, se transformaron en los primeros contagiados locales con confirmación también a mediados del mes pasado. Aislada en su casa desde el 15 marzo, Natalia relató a medios locales: "En el micro los turistas tosían, ya venían con los síntomas. Eran varios los que ya estarían enfermos. Al primer pasajero los aislaron el 13 (de marzo) y al principio todo indicaba que no era (coronavirus). Se trató de descartar".
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Por su parte, Juan comentó: "No sé en qué momento me contagié. Tomamos todas las precauciones. Preparé agua con alcohol, alcohol en gel. El contacto que tuve con la gente fue mínimo. Quizás me contagié cuando les llevé las valijas al hotel, o en el saludo. Pero no fue más que un 'buen día'".
Como ocurre en todos los polos turísticos de la Argentina, la ciudad transita el día a día de la pandemia en medio de la quietud absoluta. Hoteles y alojamientos cerrados, a excepción de los que albergan a huéspedes en situación de cuarentena -Edenia, uno de los ejemplos-, restaurantes fuera de funcionamiento, itinerarios turísticos cancelados tras el cierre de todos los parques nacionales, son algunos de los aspectos consolidados tras un derrumbe que comenzó en marzo.
Ya a mediados de ese mes el área de Turismo de El Calafate reconocía cancelaciones masivas en cuanto a reservas hoteleras -más del 50 por ciento al día 12-, la desaparición del turismo corporativo, y el derrumbe de las visitas internacionales con chinos, coreanos y sudafricanos a la cabeza.
Muy cerca de ese destino, en El Chaltén, el parate también manda a partir del fin impuesto a las visitas a emblemas locales como el cerro Fitz Roy.
"El pueblo amanece desorientado. Adriana hace dos años trajo a vivir aquí a su anciana madre. Siente que la pone en riesgo al trabajar con turistas. Hace poco un hombre oriental se desplomó de fiebre en su mostrador. Anoche salió exhausta del hostel donde trabaja. Tuvo la responsabilidad de anoticiar a los turistas sobre el cierre del parque", escribe, a modo de bitácora de viaje, el comunicador santacruceño Franco Basaure. El 15 de marzo irrumpe como el día 1 de una parálisis económica sin fecha de conclusión a la vista, también para El Chaltén.
Las jornadas siguientes fueron de traslado de turistas hasta Río Gallegos, parate de toda la oferta gastronómica y hotelera, y aislamiento obligatorio. La confirmación de los primeros casos de coronavirus en Santa Cruz terminó por desactivar cualquier oposición posible a la cuarentena.
De Bariloche a Ushuaia
Bariloche, en tanto, es una ciudad dormida. Predomina el aislamiento total en medio de los hoteles sin huéspedes, la cancelación de los viajes de estudiantes -90.000 personas movió ese nicho en 2019- y la extinción de la demanda de productos típicos de ese emblema del frío y la nieve como el chocolate y la cerveza artesanal.
"Hay mucha angustia en tanto no se sabe qué va a pasar. Hay versiones de que podrían suspenderse las vacaciones de invierno. Eso sería un desastre para la economía de la ciudad y la zona. Quebrarían muchos hoteles y restaurantes. Hasta los boliches. Aparte si continúa el cierre de los parques nacionales los atractivos seguirán siendo limitados. No hay eventos ni perspectivas de mejora", dijo a iProfesional Silvana, una residente de la ciudad vinculada a la actividad gastronómica.
Ushuaia, más abajo, transita otro estadio de la pandemia: con 71 casos confirmados, está a la cabeza de los territorios con mayor presencia de la enfermedad. La ciudad, base consolidada para el movimiento de cruceros ahí donde concluye la Patagonia, concentra casi el 90 por ciento de todos los contagios probados en Tierra del Fuego.
Todo indica que ese ir y venir de barcos quedará postergado hasta que la Gobernación garantice cierto control sobre el Covid-19 y su capacidad de contagio. Lo mismo puede suponerse para los vuelos, que hoy por hoy son una acción ausente prácticamente sobre todo el territorio nacional.