• 19/6/2025

Empezó con una carnicería de barrio, casi quiebra y hoy tiene un frigorífico exportador: ¿cómo hizo?

Pasó de vender carne al público a construir un frigorífico, armar un equipo sin experiencia y abrir una red de locales. Conocé la historia de Mario Moretti
10/06/2025 - 06:46hs
Empezó con una carnicería de barrio, casi quiebra y hoy tiene un frigorífico exportador: ¿cómo hizo?

¿Cómo hizo un joven que vendía fruta arriba de un caballo para crear un negocio exportador, sin experiencia, sin crédito y superando las crisis más profundas de la historia Argentina? Esta es la historia de un hombre que siempre arriesgó todo, incluso su salud, para poder cumplir sus sueños.

Sí, Mario "Coqui" Moretti comenzó arriba de un caballo. Junto con su hermano recorría los barrios de Rosario para intentar vender fruta. Luego, aprendió el oficio de carnicero de manera circunstancial. A los 23 años abrió su primera carnicería en la zona sur de Rosario. No contaba con capital suficiente. Vendió su moto y usó sus ahorros para comprar una picadora y una conservadora. Así inició el negocio.

"Yo ganaba poco, pero atendía muy bien al cliente, ese era mi éxito y logré tener dos cuadras de cola", dice Mario. Su estrategia era comprar en efectivo, pagar anticipado y así lograba muy buenos precios.

Funcionó tan bien, que abrió dos carnicerías más. Esto le permitió comprar en mayor volumen y tener mejores precios. Ya no adquiría para un solo local, sino para tres. Al aumentar su poder de compra, decidió venderle a sus colegas.

Todo era expansión y crecimiento. Hasta que decidió invertir todo el dinero que había conseguido hasta el momento para comprar un local en una avenida sin pavimentación completa.

La familia le decía que tenga cuidado, que tal vez le podía ir mal. Mario, siempre fue arriesgado. Y avanzó igual

Equipó el espacio con cámara frigorífica, conservadoras, sierras, pollería, fiambrería y panadería.

El negocio se llamó "Supermercado de la carne Coqui". "Vendíamos al por mayor y por menor. Alcancé ventas diarias de entre 15 y 20 medias reses. Teníamos cola de gente", recuerda.

Cómo salir a tiempo de un negocio

Los buenos tiempos se interrumpieron rápido. Llegó 1989, una de las peores crisis económicas en Argentina, marcada principalmente por un proceso de hiperinflación y la pérdida del poder adquisitivo. Provocó saqueos en supermercados, protestas y una gran tensión social.

Ellos se defendieron con armas y perros para disuadir y evitar perderlo todo.

Se defendieron con armas y perros para disuadir y evitar perderlo todo
Se defendieron con armas y perros para disuadir y evitar perderlo todo

Esa situación rompió el mercado. La distribuidora empezó a perder clientes. "Los carniceros no me pagaban, o porque el negocio no les daba o gastaban de más, perdí mucho dinero" dice Mario

Mario decidió cerrar y preservar el capital. Tuvo la sabiduría de retirarse a tiempo del negocio.

Fue ahí que se concentró en el pollo. Formó alianzas con otros frigoríficos y reorientó su distribuidora.

Compró un galpón, instaló cámara y acondicionó el espacio para trabajar con pollos.

Incorporó camiones, choferes y personal administrativo. Llegó a tener una flota de cuatro o cinco camiones, alrededor de diez choferes y unas diez personas en oficinas.

Deudas y cheques sin fondos

Pero llegó el 2001, una nueva crisis provocó morosidad, cheques rechazados y pérdidas.

"Siempre fui para adelante. A veces me fue bien, otras no, pero nunca me detuve. Aprendí que en este rubro lo importante no es solo vender, sino cobrar. Cuando vi que no cobraba, salí a tiempo. Vendí autos, camiones, lo que hiciera falta para cumplir. Me dolió, pero no me fundí. Eso es lo que me permitió seguir. No fue suerte, fue saber cuándo parar y cuándo apostar", cuenta Mario.

En 2003, con la recuperación económica, las ventas mejoraron. Pero, su principal proveedor de pollo le comunicó la peor noticia

"Me dijo que ya no me iba a abastecer porque comenzaba a exportar. Las ventas se redujeron a la mitad. Los clientes me pedían la marca líder de pollo y yo no se los podía ofrecer. Se me derrumbaron las ventas, entonces miré al cielo y dije, o hago otra cosa o quiebro", recuerda.

ÑPollo
Cuando todo iba bien, se animó y compró su primer local

Falta de experiencia en producción avícola

Consultó con primos que producían pollo. Me dijeron algo que no olvidé: "Mirá, Mario, no es lo que hacés vos, que por ahí lo comprás a 10 y lo vendés a 11 o 12. Esto es otra cosa, es producción". Durante un año y medio, trabajó con ellos para aprender. De 5 a 14 horas estaba en su oficina y de 14 a 19 recorría la granja junto con su primo. Él le enseñó todo.

Después de ese período, inició su propia producción. La primera granja funcionó bajo un sistema de integración. Él aportaba el capital, los productores realizaban el trabajo. Con el tiempo, sumó más granjas. Así dejó de depender de terceros.

Nacimiento del frigorífico Mark

El contexto de Mario ya era diferente. Generaba ingresos, tenía un aceitado canal de distribución y lo más importante "Me apasionó este mundo del pollo"…

Y un día de verano con 38 grados le contó lo que Coqui llama la locura más grande: "Soñé con crear un frigorífico exportado. Su familia y sus amigos los miraron y pensaban que estaba loco. "Era poner todos los ahorros de toda mi vida en este sueño", dice.

Eligió una zona rural de Ramallo sin infraestructura. No había electricidad ni caminos adecuados. Instalaron generadores, pozos y equipamiento. La obra llevó más de seis años.

Instaló su oficina en un contenedor. Colocó un aire acondicionado, una mesa, una silla y una heladera. Desde ahí dirigía las obras. Ingenieros, arquitectos y proveedores llegaban a ese espacio para conversar con él y avanzar con el proyecto.

Durante este período, Marcos, el hijo de Mario, se integró al proyecto. Tuvo que aprender y gestionar un proceso que nadie conocía.

En ese momento, la empresa a la que Mario le compraba estaba en crisis. Había dejado de operar, entonces, se trajo a 15 personas y comenzaron a probar con 200 o 300 pollos. No tenían resultados.

El único que conocía el trabajo de frigorífico era el jefe de planta. Solo él tenía experiencia en producción. Los demás tenían que aprender todo desde el inicio. "Mi hijo trabajaba con cinco chicos más. Tenían voluntad, pero no sabían. Todo era nuevo. Tuvimos inconvenientes. Algunos pollos se cortaban mal, otros se pelaban mal. Los errores eran constantes", recuerda. El trabajo fue diario con jornadas extensas.

Problemas con la importación por deuda fiscal

En 2012, una deuda en AFIP impidió retirar una máquina importada del puerto. Si no se retiraban los equipos antes de fin de año, se perdía un beneficio fiscal. Se resolvió pagar igual para liberar los contenedores y evitar el perjuicio. Finalmente, los contenedores se recibieron: "Dejé todo y fui recibiendo los camiones. Uno a uno. Una alegría como si yo esperaba a un hijo", sostiene… La máquina tardó seis meses en operar. El crecimiento fue lento, pero sostenido: pasaron de 200 pollos a 2.000.

Cuando el frigorífico empezó a operar, aparecieron dificultades en la venta y el cobro. Fue necesario aumentar el volumen de producción, sumar clientes y sostener precios durante el año. Algunos nuevos clientes tenían deudas con otros proveedores y no podían pagar a ambos. La producción propia no alcanzaba, por lo que se incorporaron pollos criados por terceros para cubrir la capacidad de faena y sostener los costos fijos.

A eso se sumó un nuevo problema: la distancia entre el frigorífico y los centros urbanos o los puertos generó costos logísticos altos. El impacto del transporte no se había calculado con exactitud. La rentabilidad de algunos envíos bajó y fue necesario reorganizar la estrategia comercial.

"Teníamos que pasar de vender una cantidad de cajones a vender más del doble. Entonces, la primera salida rápida que se nos ocurrió fue abrir locales directos desde el frigorífico. En dos años abrimos diez. Hoy tenemos 12 sucursales y la idea es seguir creciendo en Buenos Aires y otras zonas", indica Mario.

La planta comenzó a procesar vísceras, plumas y aceites. Para exportar estos subproductos, fue necesario realizar trámites específicos, adoptar instalaciones y encontrar compradores en el exterior. La harina de vísceras se colocó en el mercado local y la de pluma en Asia.

Hoy, entre Frigorífico Mark y Coqui SRL, la firma cuenta con dos razones sociales: una para faena y la otra para comercialización. Tienen capacidad para procesar hasta 60.000 pollos por día y emplean a 230 personas.

"No puedo pedir más en lo que se refiere al trabajo. Cada crecimiento que venga será importante para la empresa, pero mi parte ya la hice. Hoy me emociona ver esto. Acá antes no había nada. A veces uno imagina cosas, pero no siempre se dan. Esto sí se dio. Fue un objetivo que busqué y logré", concluye Moretti.