Cuántos dólares hay que invertir en una franquicia de Le Blé, la exitosa cadena de cafeterías
Con 34 locales en funcionamiento y un plan de cinco aperturas anuales, Le Blé busca seguir expandiendo su modelo de franquicias de café restó, panadería y cocina casera de inspiración europea en Buenos Aires y, próximamente, en el interior del país. Fundada en 2008 por el argentino Paul Petrelli (62) y su esposa belga Donatienne Fievet (54), la marca combina producción propia, nuevos canales de negocio y procesos más eficientes para sostener su rentabilidad, incluso cuando el consumo del sector está retraído.
Hace 17 años, Petrelli tomó una decisión que muchos calificaron de insensata: dejar su carrera como alto ejecutivo de la industria aeronáutica —había llegado a ser número uno de LAN Argentina— para abrir un café en Colegiales junto a su esposa, Donatienne. "Tenía un cargo muy importante, viajaba en primera clase, vivíamos en buenos hoteles… pero también queríamos cumplir el sueño de emprender y devolverle a los barrios ese concepto de café y panadería con restaurante que habíamos conocido en Europa", contó Petrelli a iProfesional.
Le Blé —"El trigo" en francés— nació en la esquina de Álvarez Thomas y Céspedes, lejos de los polos gastronómicos de moda. Contra todo pronóstico, el local se llenó desde el primer día. "Nos decían que era una locura y que en esa zona no iba a funcionar. Pero nosotros queríamos un lugar de barrio, lindo y sencillo, con productos frescos y caseros", recuerda Fievet. El éxito fue tan inmediato que, en menos de un año, abrieron una segunda sucursal en Villa Crespo y comenzaron a pensar en grande.
Apenas con dos locales, en 2011 inauguraron un centro de producción para abastecer futuras franquicias. La apuesta les permitió crecer rápido sin perder calidad. Hoy, 17 años después, Le Blé cuenta con 34 locales: 14 propios (11 boulangeries y 3 Café restó) y 20 cafés restó franquiciados, además de food trucks, un canal de ventas Horeca (hoteles, restaurantes y cafeterías) y, recientemente, una línea de platos listos cerrados al vacío que permite reducir tiempos y personal en cocina.
"Hemos logrado que un local tipo pase de 11 empleados a 7 u 8. Es un ahorro enorme para el franquiciado y para nosotros, que también tenemos locales propios", detalla Petrelli. Estas medidas, junto con la inversión en nuevas máquinas y molinillos automáticos para mejorar el café, forman parte de una estrategia que busca eficientizar procesos para reducir costos sin resignar calidad, en una Argentina donde —según diversas fuentes del sector— el consumo gastronómico se retrajo entre un 20% y un 30% en lo que va del año.
La competencia también cambió. "Hace 15 años casi nadie ofrecía un producto del nivel del nuestro; hoy está lleno. Los cafés de especialidad subieron la vara y nosotros también tuvimos que subirla", reconoce Fievet. El menú al vacío, que incluye estofados, lentejas, bondiolas braseadas y opciones vegetarianas, se probaron primero en locales propios y ahora se ofrece como opción a los franquiciados. "Es una forma de ampliar el canal de almuerzos, sumar pedidos por delivery y llegar a empresas sin que la cocina de los locales colapse", añade.
El plan de expansión incluye aperturas estratégicas en Palermo, Recoleta y otros barrios clave, buscando acercar la experiencia gourmet a nuevos públicos. Los food trucks —hoy permanentes en puntos como La Rural y ferias en Costa Salguero— se han convertido en una vidriera itinerante de la marca. "Es otro mundo: tenés que estar preparado para servir miles de cafés por minuto en eventos masivos", cuenta Petrelli.
El canal Horeca, en tanto, les permitió aprovechar capacidad ociosa en la planta de producción elaborando para terceros con marca blanca o propia. "Si alguien nos pide una receta específica, la desarrollamos y producimos. Es otra unidad de negocio que no existía hace un año", dice Fievet.
Para obtener una franquicia Le Blé, se requieren desde u$s100.000
El crecimiento de la red vino acompañado de un cambio en el negocio: hace dos años, el 65% de los ingresos provenía de franquicias y el resto de los locales propios; hoy es al revés. "Hicimos recompras de franquicias que habían cumplido su ciclo para renovarlas y ponerlas en valor. Siempre le decimos al franquiciado que su local es un activo: si lo cuida, lo vende bien", señala Petrelli.
Quien quiera abrir un Le Blé tiene dos caminos: montar un local desde cero o comprar un activo existente a otro franquiciado. En el primer caso, la inversión ronda entre u$s100.000 y 120.000 para un espacio de unos 100 m², incluyendo obra y equipamiento. Adquirir un local ya operativo puede implicar un desembolso menor, dependiendo de la ubicación, el estado, su facturación y lo que su dueño quiera ganar.
El tiempo estimado de recupero de la inversión se mantiene en 24 a 30 meses, aunque la rentabilidad promedio se ajustó al contexto: hoy oscila entre 10% y 18% mensual sobre la facturación neta. "Hay que estar muy fino con la gestión: la gastronomía es un negocio que exige presencia y disciplina", advierte Petrelli.
Pese a que por ahora la expansión de Le Blé está concentrada en Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, los fundadores no descartan dar el salto y otorgar franquicias en el interior del país. La internacionalización, en cambio, quedó en pausa: el plan de desembarcar en Madrid se frenó para mantener el foco en la operación local. "Nuestro concepto es muy artesanal y la calidad depende de un control cercano. Salir exige un esquema productivo que todavía no estamos listos para soltar", concluye Fievet.