Cómo hicieron 5 primos para crear un negocio exitoso y no caer en la trampa de empresas familiares
Crecieron rodeados de cascos y repuestos de motos, aprendiendo de la empresa de sus padres. Cinco primos decidieron que era momento de hacer algo propio y en 2019 fundaron AltoRancho, una empresa familiar de muebles y decoración que hoy emplea a 120 personas y proyecta cerrar el año con u$s10.000.000 en ventas. Su fórmula: combinar la producción local con la importación de productos de tendencia internacional, manteniendo el foco en la calidad y el diseño.
La historia de AltoRancho se entiende mejor si se empieza por Hawk Helmets, la compañía que los padres de los Ribatto Crespo fundaron hace más de una década y que se convirtió en líder en la producción y distribución de cascos y repuestos para motos. Ese fue el entorno donde Valentina, Joaquín, Santiago, Lucila y Pedro aprendieron los primeros conceptos de logística, ventas y trabajo en equipo. El espíritu emprendedor estaba en el ADN familiar, pero el desafío fue buscar un sector propio donde crecer.
La decisión llegó en 2018, después de largos debates. "Con mis primos y nuestros padres pensábamos en un proyecto propio y primero analizamos abrir un canal minorista para Hawk Helmets. Pero después de charlarlo mucho vimos que había una oportunidad más grande en otro lado. Lucila, que venía con experiencia en Falabella, nos marcó algo claro: en Argentina los muebles de calidad tardaban meses en llegar y los que tenían entrega inmediata solían ser de baja calidad. Esa brecha nos convenció de apostar por el mundo de los muebles y la decoración", recuerda en diálogo con iProfesional Pedro Ribatto Crespo, gerente de Logística y Venta Mayorista de AltoRancho.
En 2019 desembarcaron con un e-commerce y una inversión inicial de u$s150.000 aportada entre tres de los primos. Los primeros pasos estuvieron enfocados en importaciones: contenedores que llegaban desde China cargados de sillas e iluminación colgante. Poco después, y obligados por las restricciones a las importaciones, empezaron a fabricar por cuenta propia. Una pequeña herrería fue el punto de partida para mesas ratonas, muebles de hierro y accesorios de iluminación.
Hoy, esa pequeña herrería mutó en una fábrica propia de 5.000 metros cuadrados en Béccar, con capacidad para producir entre 1.200 y 1.500 muebles al mes. Allí se desarrollan mesas, escritorios, consolas, cómodas y productos de madera, hierro o combinaciones de ambos materiales. "Arrancamos con muchísima incertidumbre, y hoy tenemos un e-commerce fuerte, locales físicos, una fábrica propia y un equipo de 120 personas. Profesionalizamos procesos y sentimos que AltoRancho ya no es solo un emprendimiento familiar, sino una empresa con identidad propia", destaca Santiago Ribatto Crespo, gerente de Marketing y Venta Minorista.
A la producción local suman importaciones de diseño: más de 200.000 productos ingresados desde que iniciaron operaciones. En paralelo, llevan fabricados más de 50.000 muebles y vendidos más de 200.000 artículos. La clave del modelo de negocio está en mantener un equilibrio justo: 50% producción nacional y 50% importaciones.
"De Hawk Helmets nos quedó muy grabada la idea de diversificar. Nuestros padres supieron combinar importación con producción local y eso les dio solidez en momentos difíciles. Ese modelo lo tomamos nosotros: no depender de una sola fuente y estar listos para adaptarnos", explica Lucila Ribatto Crespo, gerente de Producto, Importación y Venta Minorista.
El negocio nació online, pero los locales físicos pronto se convirtieron en un complemento estratégico. Hoy AltoRancho tiene tres puntos de venta en Nordelta, Las Lomas de San Isidro y Belgrano. "Los locales permiten que muchas personas que caminan a diario por la calle puedan tener un acercamiento a la marca, conocerla y ver los productos que ofrecemos", señala Santiago.
La logística fue otro diferencial. Con flota propia y acuerdos con los principales operadores, la empresa logró reducir los plazos de entrega de un sector históricamente lento. "El paradigma era que para tener muebles de buena calidad había que esperar entre 45 y 90 días, o resignarse a algo inmediato pero de menor calidad. Nosotros rompimos esa lógica", resume Pedro.
Confianza, pero cada uno en lo suyo para seguir creciendo
Trabajar entre primos implica mantener el delicado equilibrio entre lo laboral y lo personal. "La ventaja más grande es la confianza. Cada uno tomó un rol en el área que mejor manejaba y eso nos evitó superposiciones. El desafío siempre es separar lo personal de lo laboral, pero hasta ahora lo manejamos bien: las discusiones de trabajo se quedan en el trabajo y no afectan la relación familiar", aseguran.
La distribución de roles se dio de forma orgánica: Valentina en Recursos Humanos, Joaquín en producción, Santiago en marketing y retail, Lucila en importación y desarrollo de productos, y Pedro en logística y ventas mayoristas. Las grandes decisiones, aclara, siempre se toman en conjunto.
De cara al futuro, la empresa se plantea nuevos horizontes. La apertura de locales en shoppings está en carpeta, así como el desembarco en el sistema de franquicias. "Queremos que AltoRancho sea una de las primeras marcas de decoración argentinas en consolidarse también con franquicias", confirma Santiago.
En cuanto a exportar, la idea está, pero el contexto todavía no acompaña. "Lo pensamos, sobre todo mirando a Uruguay y Chile. Pero hoy la capacidad de producción está destinada al mercado local y los costos no nos hacen competitivos frente a China. Por ahora preferimos consolidar el crecimiento en Argentina y esperar un contexto más favorable para exportar", explica Lucila.
La proyección de facturación para 2025 es de u$s10.000.000, impulsada por tres motores principales: el salto del e-commerce, que creció 66% interanual; el avance de la producción propia, que aumentó 56%; y la apertura de nuevos locales. A agosto de este año ya habían alcanzado u$s6.500.000 en ventas.
Más allá de los números, Pedro subraya lo que significa crear empleo en el país: "Crear empleo en el lugar donde crecí es, sin dudas, uno de los mayores orgullos que puedo tener. Viniendo de una familia que siempre trabajó en este rubro, se convirtió en una tradición y en una forma de vida. Por eso nos alegra tanto poder seguir expandiéndonos y generar cada vez más puestos de trabajo".
Y deja un consejo para otros emprendedores: "En lo personal, tuve muchos emprendimientos y también varios proyectos que no funcionaron. No me avergüenza decirlo: creo que lo más importante es siempre avanzar, confiar en lo que uno hace y en la propia idea. También es clave reconocer las falencias que uno puede tener como emprendedor y saber con quién asociarse para complementarse".
AltoRancho nació del espíritu emprendedor de cinco primos que decidieron escribir su propia historia, con la experiencia de una empresa familiar como escuela y la convicción de que el diseño y la calidad en muebles y decoración pueden convivir con agilidad y cercanía. Seis años después, ese sueño convertido en pyme argentina se prepara para dar un salto aún mayor: consolidarse como marca nacional y abrir la puerta a nuevos horizontes.