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Su padre quebró y le rogó que no sea emprendedor: en silencio, creó un negocio y hoy la rompe con franquicias

Renunció a su trabajo y hasta se endeudó. "Cuando abrí, no venía nadie", recuerda. ¿Cómo logró transformar un proyecto silencioso en un negocio exitoso?
27/11/2025 - 15:26hs
Su padre quebró y le rogó que no sea emprendedor: en silencio, creó un negocio y hoy la rompe con franquicias

"En mi casa se instaló una regla: No emprender", cuenta Fernando Vittar. Detrás de ese mandato familiar había razón. Su padre había sido empresario: administró campos, granjas y locales de ropa, pero una serie de juicios laborales lo llevó a la quiebra. Perdieron una vivienda familiar y, poco tiempo después, él falleció a los 49 años.

Para su madre, la palabra "emprender" se volvió sinónimo de riesgo, y eso impulsó a Fernando y a sus hermanas a estudiar y a buscar empleos en relación de dependencia. Fernando estudió Ingeniería en Sistemas y trabajó en empresas multinacionales como Techint y Banco Santander. En paralelo, buscó alternativas por su cuenta. Probó con cría de conejos, desarrollo web y servicios técnicos. Pero ninguno prosperó.

Gestación del proyecto en silencio

La idea de Catapumba surgió durante una rutina de entrenamiento. Observó que muchas personas abandonaban el gimnasio por falta de acompañamiento y motivación.

"Pensé en crear un espacio donde la actividad física estuviera asociada al disfrute y no al rendimiento", recuerda.

Guardó el plan en secreto para evitar discusiones familiares. Sin capital propio, vendió su auto, pidió préstamos y buscó ayuda entre familiares y amigos, siempre bajo la condición de no decir nada.

Desafíos y aprendizajes

El primer local se levantó sobre una antigua cancha de pádel. La obra avanzó entre retrasos, robos de materiales, contratistas que no cumplían y gastos que superaron sus cálculos. La inauguración prevista por unos meses, se demoró siete.

"Cuando abrimos las puertas, el resultado inicial fue decepcionante: el local estaba vacío", confiesa Vittar. Con empleados contratados y deudas pendientes, evaluó cerrar. En ese punto decidió estudiar marketing y comunicación. Cambió la estrategia: dejó de hablar del gimnasio y comenzó a compartir historias de los clientes. Ese giro modificó la dinámica del negocio.

Durante los primeros meses mantuvo su trabajo en el banco y atendía Catapumba por la noche. Cuando el proyecto empezó a crecer, enfrentó un dilema: ¿Continuar con la seguridad laboral o avanzar con su iniciativa? Renunció, pero no lo contó en su casa. Siguió la rutina diaria: salía cada mañana como si siguiera empleado y trabajaba desde una estación de servicio.

La charla con su madre

"Renuncié", le dijo. Su mamá reaccionó con enojo y preocupación, temerosa de que se repitiera la historia su padre. Con el tiempo, al ver que el negocio funcionaba, aceptó su decisión.

Con la expansión aparecieron nuevas dificultades: propuestas de asociación que terminaron en pérdidas económicas y desacuerdos. Fernando aprendió que la confianza debía estar acompañado por contratos y reglas claras. También decidió cerrar un local que no era rentable.

La pandemia frenó el proyecto

En 2020, junto a sus socios actuales Paula y Pablo, alquiló un local en Lanús. La pandemia frenó la obra, y mientras ajustaban los detalles, encontraron otro espacio que consideraron más adecuado y decidieron mudarse. La decisión implicó abandonar meses de trabajo y volver a invertir. Fernando vendió otra vez su auto. Ese local se convirtió en un punto importante para la marca.

Tras el fin de las restricciones sanitarias, la demanda por espacios centrados en el bienestar aumentó. Catapumba abrió nuevas sedes en Palermo, Almagro, Temperley y Lanús.

El modelo de negocio llamó la atención de inversores extranjeros. Vittar fue invitado a presentar el proyecto a México. Antes del viaje tomó un curso de oratoria y pitch comercial y preparó material impreso con datos del mercado local. Esa preparación generó interés entre los asistentes.

El diferencial: acompañamiento humano

La expansión internacional llegó a Uruguay y Paraguay. Sin embargo, no todos los resultados fueron los esperados. En Montevideo, la ubicación elegida no aportó el flujo necesario, y en Paraguay, abrir dos locales al mismo tiempo generó sobrecarga operativa. Esas experiencias llevaron a replantear la estrategia: priorizar la consolidación en Argentina antes de retomar la expansión internacional.

"El diferencial de nuestros gimnasios se basa en el vínculo con los clientes. Mi equipo realiza seguimiento personalizado de cada persona, detecta cuándo alguien pierde motivación y actúa antes de que abandone. Quienes llegan derivados por profesionales de la salud reciben un seguimiento específico", explica.

Esa metodología redujo la rotación y fortaleció la comunidad interna. También impulsó cambios personales en el fundador. Inició terapia durante tres años para revisar patrones heredados y gestionar el liderazgo. Ese proceso influyó en su manera de trabajar con los equipos y reforzó la importancia del rol interno en la construcción del proyecto.

Con más de diez sedes y un sistema de franquicias en marcha, el foco actual está en expandirse por las provincias y fortalecer la operación nacional antes de explorar nuevamente la región. Cada apertura refleja la propuesta de la marca: "Vení, que transformamos vidas".