Este argentino sub-30 ayuda a científicos a levantar capital de Estados Unidos para sus proyectos
Cuando Augusto Boretti describe su trabajo como "traducir ciencia latinoamericana", no está hablando de idiomas sino de mundos. Se refiere a transformar desarrollos complejos, papers y tecnologías profundas en narrativas claras, comprensibles y atractivas para capitales estadounidenses, socios comerciales y potenciales clientes. Ese fue el obstáculo que enfrentó cuando era parte de una startup biotecnológica y que, según él mismo reconoce, lo llevó a detectar un problema estructural en la región: "Muchas veces los equipos científicos caen demasiado en lo técnico y no tanto en la solución. Y los inversores no entienden ese nivel de complejidad", explica. "Era una negociación diaria con mi cofounder: ‘¿Puedo sacar esto que es muy técnico?’. Y la respuesta era: ‘No, porque justifica todo lo que estamos haciendo’".
De esa tensión nació WeArePalta, la agencia especializada en marketing y crecimiento para startups de base científica que hoy asesora empresas en Estados Unidos, Europa, Japón y toda Latinoamérica. La creó cuando tenía 23 años, en plena pandemia, y con un objetivo de convertir avances científicos en compañías capaces de llegar al mercado y generar impacto real. Su lema, Amplifying the impact, sintetiza ese propósito y funciona como brújula para cada proyecto.
En su primer año ya tenían 7 personas en el equipo y trabajaban con una quincena de startups que buscaban levantar capital. Hoy son 25 profesionales distribuidos entre Argentina, España y Estados Unidos. La modalidad de trabajo siempre fue remota, lo que les permitió contratar talentos donde estuvieran: biólogos, biotecnólogos, ingenieros, diseñadores, programadores y especialistas en operaciones. "Necesitábamos gente que se meta en la tecnología, que la entienda y que pueda traducirla antes de que la agarre el equipo de diseño", explica Boretti a iProfesional.
Ese músculo narrativo fue clave para posicionar a la agencia en el ecosistema deeptech, pero el crecimiento del portafolio los llevó a expandirse más allá del fundraising. Muchas startups, después de obtener capital, chocaban contra la etapa comercial. "Nos pedían lo mismo que para inversores, pero aplicado a clientes", dice Boretti. Así surgió la segunda columna de la empresa, la del growth, que construye estrategias comerciales completas, contenido, posicionamiento digital, campañas de adquisición y presencia de marca para compañías que desarrollan tecnologías aplicadas a salud, agro, defensa, materiales avanzados y alimentos. Uno de los hitos en esta evolución fue la incorporación de Alan Valicenti como socio. "Él viene de armar una empresa que llegó a 250 personas y tenía una pata muy fuerte de growth. Venía justo a aportar la experiencia que necesitábamos para acelerar", argumenta orgulloso.
WeArePalta y el puente hacia Estados Unidos
La expansión internacional de la agencia se aceleró este año, cuando Boretti decidió radicarse en Tulsa, Oklahoma. La elección del destino no fue casual. Si bien evaluó ciudades como San Francisco y Nueva York, terminó inclinándose por un ecosistema menos obvio pero con un potencial singular. "Vi que había un ecosistema muy interesante que se estaba armando", cuenta sobre su visita a la ciudad. "Era una especie de soft landing: tenía clientes, contactos y mucha energía de crear cosas".
Tulsa es uno de los polos que la George Kaiser Family Foundation busca fortalecer como hub tecnológico del interior estadounidense. Allí funcionan programas como LatamToTulsa, que acompañan a startups latinoamericanas en su relocalización, en la búsqueda de capital y en su expansión comercial. "Parte del éxito de las empresas que apoyamos depende de su capacidad para levantar capital y crecer en Estados Unidos, y WeArePalta aporta herramientas fundamentales para ese proceso", afirma el director del programa, Marcos Bazzana, en la gacetilla oficial.
Boretti también se incorporó como mentor a Endeavor Heartland, donde asesora a compañías de Arkansas, Missouri y Oklahoma que enfrentan desafíos de crecimiento, acceso a mercado y fundraising. Allí trata con startups que trabajan en nanotecnología, nuevos materiales, energía, manufactura avanzada y aplicaciones para defensa.
Pero si bien el desembarco en Estados Unidos está funcionando como un puente clave, Boretti reconoce que los emprendedores latinoamericanos se encuentran con un escenario exigente. "Los inversores son asesinos. Te van a buscar hasta lo que vos no sabías que tenías para no invertirte", dice sin rodeos. "Es un ambiente agresivo, por lo tanto, un equipo sólido que resista presiones es clave. Hay que tener en cuenta que invierten en personas más que en proyectos".
A ese rigor se suma el desconocimiento. Para muchos inversores estadounidenses, Latinoamérica es un bloque homogéneo que combina países, realidades y marcos regulatorios que no distinguen. "No distinguen entre México, Ecuador o Argentina. Todo queda lejos", señala
Cuando analiza qué miran primero los inversores, Boretti destaca factores que van más allá de la tecnología. El equipo fundador es central. Los procesos regulatorios y la solidez de la propiedad intelectual también. La capacidad de ejecución es determinante. Y hasta el dominio del idioma se vuelve relevante. En su experiencia, la diferencia cultural entre inversores latinoamericanos y estadounidenses es evidente: "El inversor estadounidense te dice: ‘Vendeme la idea más grande que puedas hacer con esto’; prefieren que sea un moonshot, algo gigante. El latino, en cambio, quiere ver hasta dónde se puede llegar con los recursos actuales".
La agencia, que ya trabajó con más de 80 startups desde su creación, prevé que los próximos años estarán marcados por un crecimiento fuerte en dos verticales: salud y agro, aunque es en la primera donde identifican la mayor oportunidad. "Las empresas científicas del sector salud están en un momento ideal para acelerar su llegada al mercado, ya sea con biotecnología, diagnósticos, terapias o nuevos materiales aplicados al bienestar y la medicina", detalla.
WeArePalta nació de una necesidad personal, creció en pandemia, se consolidó en Argentina y hoy tiene clientes en tres continentes. Aunque mantiene su ADN local, su instalación en Tulsa la posiciona en un lugar estratégico para tender un puente entre la ciencia latinoamericana y el capital estadounidense. En un mundo donde la tecnología dura avanza a un ritmo acelerado, Boretti asumió el desafío de explicar con narrativas claras lo que para muchos es indescifrable. Y allí, dice, todavía queda mucho por hacer.