Llegó a ser gerente en PedidosYa pero largó todo para crear una app que combate la soledad
Juan Pablo Villani viene transitando un camino emprendedor marcado tanto por el éxito tecnológico como por una profunda búsqueda de propósito que lo llevó a dedicarse de lleno al impacto social. Su recorrido, que comenzó con una simple curiosidad adolescente, hoy lo encuentra en España siendo un referente y estratega en una alianza global destinada a combatir la soledad y prevenir el suicidio en América Latina.
Los inicios: de la curiosidad a la tecnología
La vocación de Villani por lo digital y el emprendimiento se manifestó temprano. A los 15 años, aburrido, se dedicó a aprender a hacer una página web, lo que resultó en una plataforma sobre el juego FIFA allá por fines los 90 donde la gente subía contenido y, gracias a la publicidad, él comenzó a ganar dinero. Este primer contacto con el mundo de los ingresos digitales lo llevó a reflexionar sobre lo que realmente quería hacer en su vida.
Aunque su camino inicial fue espiritual (entró al seminario a los 18, estudiando cuatro años para ser cura, con formación en Paraguay y filosofía en Chile), finalmente regresó a Argentina para estudiar Administración de Empresas.
Su primera startup llegó en 2009 con la idea de una plataforma de comida online que, para entonces, era disruptiva e incipiente. En aquel momento fue contactado por los fundadores de PedidosYa, quienes estaban comenzando en Uruguay.
Villani se sumó como socio, enfocándose principalmente en ventas en Argentina durante dos años, de 2008 a 2010, periodo en el que llegó a ser Country Manager de la empresa. Y aunque reconoce que el negocio tenía "un potencial enorme", decidió vender su parte y abrirse del proyecto.
Luego, entre 2010 y 2019, fundó Brandtrack, un software de música diseñado para negocios, usado en locales como McDonald's y los hoteles Sheraton. La empresa creció, consiguiendo inversión de un fondo estadounidense y expandiéndose a México y luego a España. A pesar del crecimiento, e incluso de haber estado en negociaciones para ser comprado por el equipo de Carlos Slim, a Villani eso no lo satisfacía.
El quiebre y el nacimiento de Aquí Estoy Chat
A medida que Brandtrack crecía, Villani sentía cada vez más necesidad de dedicarse al impacto. "Quería solucionar problemas reales de la humanidad y no estar acá poniéndole música a la gente", narra a iProfesional.
Finalmente, una crisis personal profunda, exacerbada por su separación y la dificultad para aceptar ser papá ‘part-time’, lo obligó a escuchar más que nunca su deseo.
Juan Pablo recuerda haber pensado ‘No aguanto más esto’. En aquel momento de angustia, y pese a considerarse una persona con muchos privilegios y soporte emocional, se preguntó: ‘Si yo que tengo todo, estoy así. ¿Cómo estarán las personas que no tienen ni recursos ni apoyo, ni perspectiva de futuro?’.
Sumado a ello, se topó en la calle con carteles de una campaña que hacían alusión a las últimas fotos de jóvenes antes de quitarse la vida. Esa fue la señal que necesitó para accionar.
En 2019, decidió fusionar su interés por la salud mental (había estudiado counseling y psicología transpersonal) con la tecnología. Y junto a María Zinn creó Aquí Estoy Chat, con la idea de generar un espacio de escucha 24/7.
Un modelo de escucha humana único
Aquí Estoy Chat es una plataforma que ofrece contención emocional a través de WhatsApp y se distingue por su enfoque proactivo y humano. Villani notó que los jóvenes, a diferencia de los adultos, no usaban las líneas telefónicas tradicionales de prevención (menos del 10% de las llamadas provienen de menores de 29 años). Por ello, comenzó a hacer videos para TikTok para llegar a ellos.
Según expone, "el servicio no es terapia, sino acompañamiento en el momento presente". El objetivo es que la persona se desahogue, se sienta escuchada, y encuentre la calma. El modelo se basa en el criterio de escucha rogeriana (enfoque centrado en la persona), sin dar consejos ni juicios. La conversación busca que la persona identifique un próximo paso que la ayude a salir de la situación, como llamar a un amigo ahora o conseguir ayuda profesional.
Los voluntarios son mayores de 18 años y pasan por un riguroso proceso de formación que incluye cursos pregrabados y role plays en vivo para validar su capacidad de escucha. Además, todas las conversaciones son monitoreadas por psicólogos y counselors.
El salto global
El mayor desafío para una ONG de este tipo es la sustentabilidad económica. "La demanda de escucha es abrumadora", expresa su creador. "De cada tres personas que nos escriben, solo podemos atender a una. Además, entre el 10% y el 15% de quienes escriben diariamente tienen ideación suicida". Para poder escalar y responder a esta necesidad, Villani entendió que requería una inversión masiva.
Y si bien cubrió los costos iniciales (entre 500 y 1.000 dólares mensuales) durante casi dos años, descubrió que conseguir fondos en Estados Unidos era mucho más fácil debido a los incentivos a la donación y la mayor disponibilidad de capital, a diferencia de lo que sucede en América Latina.
Esto lo llevó a reestablecer contacto con Crisis Text Line, una ONG estadounidense con un modelo similar, pero que funciona vía SMS, y sin llegada más allá de Estados Unidos. Villani les propuso una sinergia: "Ustedes son muy eficientes levantando capital, nosotros tenemos el equipo, la gente, el proceso, el conocimiento del territorio, del español".
Finalmente la alianza se anunció en las Naciones Unidas. El objetivo es que Crisis Text Line apoye a Aquí Estoy Chat para llegar a más de 3 millones de personas con acompañamiento en Latinoamérica en los próximos cinco años.
Gracias a esta inyección de recursos y conocimiento, las proyecciones son ambiciosas:
- Disponibilidad: pasar de 8 horas diarias de atención a estar 24/7 a fin de año.
- Voluntarios: aumentar el número de voluntarios activos de 130 a 500 para finales de año.
A partir de este anuncio, Villani dejó su rol operativo para enfocarse en el consejo directivo priorizando lo estratégico. Hoy las misión de Aquí Estoy Chat es muy clara: estar disponible para cualquiera que sufra en soledad; buscar proactivamente a los sufrientes (especialmente en redes sociales); y convertir a cada voluntario en un "agente de la empatía para el mundo".
En resumen, el objetivo final es ambicioso y global: "Queremos convertirnos en la red de escucha humana más grande del mundo", concluye Juan Pablo.