Salir del ‘"Veraz Parisino"’, el primer paso para conseguir los dólares que hacen falta
Mire, ya está: lo sacamos del Veraz. Incluso antes que cancele la deuda. Con el compromiso alcanza. Usted paga, nosotros queremos que pague. ¿Da para festejar? Vaya y festeje. Pero el lunes me cancela la primera cuota, ¿eh?
Argentina llegó a un acuerdo con el Club de París: debe u$s 9.700 millones –en 2003 eran u$s 2.341 millones– y se comprometió a cancelar la totalidad de la deuda en 5 años. La noticia es buena.
Habrá quienes mencionen que esto se hizo empujado por la necesidad de dólares antes que por honrar los compromisos; habrá quienes, además, mencionarán que la exclusión del FMI en el acuerdo implicará seguramente un costo financiero extra y condiciones menos ventajosas, sostiene El Cronista.
También estarán los que acusarán recibo por el costo de oportunidad que implicó no acceder a tasas de interés ventajosas en el mundo en momentos donde la falta de dólares en las reservas restringió la posibilidad de seguir creciendo en los últimos años. Incluso se mencionará que la semana que viene, habrá que convencer al Fondo Monetario que las estadísticas del Indec, las nuevas, valen más que las otras, las viejas.
Y eso, en plena revisión de todos los datos de los últimos años. ¡Ah! Y el 12 de junio, la Corte Suprema Suprema de los Estados Unidos deberá decidir si toma el caso de los holdouts. Todo eso es cierto.
Igual, es una buena noticia. Sirve para el corto plazo, pero más sirve en el mediano y el largo. Y esto es así, porque en lo inmediato, el país deberá pagar u$s 1.150 millones en momentos donde reunir esos recursos le cuesta, no sólo tiempo, sino también un freno muy importante a la actividad económica. Es que para detener la caída de dólares del Banco Central –motivada por la falta de ingreso de divisas–, el Gobierno debe ‘pisar’ las autorizaciones para el pago de importaciones, lo que redunda en una caída de la actividad que termina impactando en el mercado de empleo.
Poniendo blanco sobre negro, el acuerdo con el Club de París da marcha atrás con el default. El default le había traído beneficios de cortísimo plazo a la Argentina: de un día para el otro, dejó de pagar y esto impactó positivamente en su administración cotidiana: de pronto tuvo menos déficit.
Pero también le trajo disgustos a lo largo de los últimos años, principalmente, la carencia de recursos para hacer más rutas, autopistas y puentes, comprar más trenes, extender el trazado de las red ferroviaria, mejorar aún más los puertos... y, sobre todo, para no pedirle prestado esos dólares al Banco Central, que es el encargado de preservar el valor de la moneda (doméstica).
Ahora, en cambio, habrá que pagar las primeras cuotas al “Club” en momentos donde el déficit del Gobierno es importante y le trae dolores de cabeza a Fábrega & Co. porque tiene que financiarlo con emisión monetaria, lo que trae inflación y, por ende, una baja chance de evolucionar el tipo de cambio, es decir, devaluar para aplacar la demanda de dólares.
Siempre quedará París
Por otro lado, mientras se salda la deuda, se espera la llegada de inversiones del exterior. Si bien el origen del “Club” data de la década del 50, durante los 80 y los 90, varias empresas de Europa habían pedido crédito a sus propios bancos europeos para invertir en la Argentina. Esos créditos estaban asegurados.
Como la Argentina cayó en default, dejó de pagarle a las empresas. Como los créditos estaban asegurados, las deudas con el Club de París provenían de seguros pagados por compañías aseguradoras internacionales en garantía de esas inversiones. Estas compañías tenían garantía estatal, de modo que sus pagos fueron afrontados por los respectivos gobiernos que se constituyeron, por lo tanto, en acreedores principales.
Entre los beneficios, la posibilidad de obtener recursos en el exterior –además de las inversiones que lleguen– le dará al Gobierno (pero también a las empresas) la posibilidad, primero, de financiarse; y, después, de hacerlo a tasas de interés sensiblemente más bajas que las que podrían conseguir hoy en los reducidos mercados dispuestos a prestarle a un país considerado un deudor que aún no ha saldado sus compromisos.
En rigor, ¿acaso un gobierno electo podría negociar una mejor tasa que uno que cierra su ciclo político? Es probable.
Hay quienes arriesgaban que un Gobierno con dinero fresco, puede repetir viejos vicios, por ejemplo, atrasar el tipo de cambio para no generar más inflación. Habrá que recordar que este fue, entre otros factores, el elemento que impulsó la salida de dólares de las reservas y que disparó el cepo.