Capturaron a los tres prófugos con vida: los hermanos Lanatta y Víctor Schillaci cayeron en la zona de Cayastá, Santa Fé
Martín Lanatta, uno de los tres prófugos del penal de General Alvear, cayó esta mañana en la zona rural de Campo del Medio, al norte de la capital santafesina.
Fue capturado por un grupo comando compuesto por miembros del GEOF, TOE y la Gendarmería, con apoyo de la Policía de Santa Fe.
El paraje rural de Cayastá -donde fue encontrado- queda en la ribera del río San Javier, en el centro este de la provincia de Santa Fe (ver imagen):

Posteriormente la policía logró dar con su hermano Cristian Lanatta. Los prófugos fueron capturados en tres tiempos.
El primero en caer fue Martín Lanatta, quien había quedado herido por el siniestro vial. Más tarde se produjo la posterior detención de Cristian Lanatta, quien ya se había separado y fue encontrado en el paraje "Las Cuatro Bocas".
En tanto, Víctor Schillaci fue el último en ser apresado por las autoridades.
Vuelco, huída a pie y primera detención
Lanatta presentaba algunas heridas, producto del vuelco de la Volkswagen Amarok en la que escapaba. No habría ofrecido resistencia.
Así quedó la camioneta:

"Estaba lastimado y embarrado", aseguró una testigo. "Cerca de las 11 de la mañana lo ingresaron a la comisaría", detalló.
Marcos, otro vecino de Cayastá, contó que Lanatta "tenía pelo largo" y que estaba vestido con "una camisa blanca, jeans y un chaleco azul".
Los tres prófugos escapaban en una camioneta robada y ploteada como si fuera de la Gendarmería.
Los Lanatta y Schillaci huían inicialmente en una Amarok que le habían robado a un ingeniero agrónomo que abordaron en la zona rural de San Carlos, donde se llevaban a cabo la mayoría de los operativos de rastrillaje.
A este hombre lo llevaron a su departamento de la zona del macrocentro de Santa Fe y lo dejaron atado. Aparentemente pasaron varias horas en ese lugar antes de volver a intentar escapar hacia los campos santafesinos.
Lo que complicó el escape de los fugados del penal de General Alvear fue el mal estado de los caminos del interior de la provincia, por las crecidas de ríos y arroyos que complican al litoral.
Viviana Busti, secretaria de gobierno de Cayastá, contó cuál fue el desenlace de la persecución. Los tres prófugos llegaron a un campo de su propiedad y el puestero del lugar dio aviso a la policía.
"A la madrugada pasaron de largo un control y se metieron en un camino transversal. Allí tuvieron un accidente y volcaron la camioneta en la que se movían", contó en una entrevista radial.
Según describió Busti, los hermanos Lanatta y Schillaci "tuvieron que caminar por el medio del campo y llegaron a una casa, dónde robaron otra camioneta".
Pero en su escape se toparon con caminos rurales inundados por la crecida del río Paraná en esa zona de Santa Fe, y "dejaron la camioneta encajada".
Sin vehículos disponibles, los tres prófugos continuaron la huida a pie y por el medio del campo.
"Llegaron a un terreno nuestro que está ubicado sobre la ruta 1 y pidieron agua", contó Busti.
Ese fue el principio del fin para el escape que llevaban adelante los tres prófugos de la prisión de máxima seguridad de General Alvear.
Luego de reconocerlos, el puestero dio aviso a los dueños del campo y a la policía.
"Estaban todos cortados porque cruzaron zonas rurales donde hay cortaderas, que es una planta que genera cortes", explicó Busti. "Uno de ellos estaba mordido por un perro", agregó.
Una vez alertada de la situación, la policía de Santa Fe y los policías a cargo del operativo de búsqueda comenzaron a cercar las zonas cercanas al campo donde habían estado.
Con ayuda externa
Martín Lanatta, recapturado tras la fuga de un penal de General Alvear junto con su hermano y otro preso por el triple crimen de la efedrina, nunca estuvo solo.
Sin apoyo político, no se explicaría cómo consiguió integrar el directorio de tres sociedades comerciales, gestionar -desmedidamente y por plata- permisos de tenencia y portación de armas de fuego, sin contar sus clases rápidas de tiro como instructor.
Tampoco, cómo se escapó de la Unidad Penal 30 de esa localidad bonaerense, de dónde sacó los celulares encontrados en su celda ni las supuestas armas de juguete con las que amenazó de muerte, redujo y tomó rehenes para escapar de la cárcel, donde debería estar cumpliendo perpetua.
Martín Lanatta y Sebastián Forza -una de las tres víctimas del triple crimen de la efedrina- se conocieron gracias a Martín Guillermo Schutz, uno de los supuestos gerenciadores de la Feria Larroque y quien les vendía a empresarios autos de alta gama por medio de la concesionaria Lonco Hue.
Interactuaron para que Forza pudiera conseguir el permiso de portación de armas en el RENAR.
De esa manera, Lanatta pasó a ser rápidamente el gestor imprescindible para que muchos pudieran conseguir sus permisos de tenencia o portación.
En su libro "La Ejecución" (sobre el triple crimen de General Rodríguez), los periodistas Emilia Delfino y Rodrigo Alegre muestran a Lanatta como alguien ultra violento, nervioso, inquieto, un oscuro gestor con vínculos políticos que le permitieron durante años moverse a su antojo.
De acuerdo con esa investigación, Lanatta conseguía las armas que le pedían los empresarios (a cambio de mucho dinero) en la armería Pizzu de Florencio Varela. La tenencia o portación dependía de la cantidad de billetes que había en el bolsillo del interesado.
El 7 de agosto -cuando Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina aparecieron muertos a balazos- la Justicia registró un alto flujo de comunicaciones entre Martín Lanatta e Iván Esteban Perez Corradi, un empresario que desde México hacía puente con Buenos Aires.
Seis meses antes se conocieron en una oficina de Forza y rápidamente se asociaron en una droguería para la supuesta comercialización de medicamentos oncológicos y de VIH.
La sociedad se llamó Elvesta SA, en Pola al 2400, aunque nunca estuvo en funcionamiento. Sí se sabe -como bien relata el libro- que nunca operó para esos fines sino que era una sociedad montada para la venta ilegal de efedrina a México.
"Pérez Corradi aportó el capital para formarla, pero no recuerdo la cifra", dijo Lanatta cuando declaró ante la Justicia.
La droguería consiguió permiso para funcionar ya que estaba habilitada por el Ministerio de Salud, pero pero no por la Sedronar.
Los autores del libro definieron a Lanatta como un empresario multifacético que se sabía rodear de gente poderosa: desde expertos en tiro, armas y seguridad hasta funcionarios de distintos gobiernos. A pesar de su corta edad, integraba los directorios de tres sociedades comerciales y parecía tener poco impedimento para moverse y concretar sus negocios oscuros.
"El 30 de noviembre de 2007 creó Homeland Broker Security SA, una empresa de seguridad privada, cuyos servicios iban de blindados de redes informáticas y consultoría a empresas hasta la resolución de conflictos con tomas de rehenes, secuestros extorsivos y narcóticos", precisó Alegre en su libro.
En esa época, se había asociado junto al comisario Miguel Angel Colella, un alto jefe de la División de Asuntos Internos, que había investigado al ex comisario Jorge "Fino" Palacios por sus comunicaciones telefónicas con el reducidor de autos Sagorsky durante el secuestro de Axel Blumberg.
Lanatta fue el intermediario entre Forza y un hombre con bigotes apodado "El Morsa" quien por u$s250.000 le prometía inmunidad.
Fue quien tuvo el valor de señalar y acusar en Periodismo Para Todos (PPT) al ex jefe de Gabinete Aníbal Fernández como el autor ideológico de los crímenes de Sebastián Forza (34), Damián Ferrón (37) y Leopoldo Bina (35), cometidos en 2008 en General Rodríguez.
Fue quien no se calló y desparramó culpa y complicidades cuando la Justicia lo declaró culpable y le dio perpetua. Preso o no, Lanatta sigue siendo el mismo gestor con vínculos políticos que lo respaldan y lo quieren en libertad.
Aquellos que quizá le facilitaron el escape de esa unidad penal.
Cristian, preso por robo calificado
Los autores del libro, Emilia Delfino y Rodrigo Alegre, revelaron que el 3 de septiembre de 2008, Cristian cayó preso en Bolívar por ingresar con un arma a una casa de Sarmiento al 1000.
Esa mañana había ido al autódromo con Víctor a hacer pruebas de velocidad.
"Cristian iba a comprar un pagaré por la suma de 44.000 pesos. Le iban a entregar un auto en parte de pago. Pero al día siguiente me enteré que lo habían detenido", contó Schillaci en la Justicia.
Por esa causa, estuvo detenido en Sierra Chica por robo calificado y privación ilegítima de la libertad. Luego, consiguió el arresto domiciliario.
El 11 de julio de 2011 fue baleado en una pierna en un confuso episodio que ocurrió en la puerta de su casa. Los allegados le temían más a Martín que a Marcelo.
El primero era visto por su entorno como un personaje "temido y violento" y cercano a Aníbal Fernández. El mismo que supuestamente era protegido fue el que lo involucró en el tráfico de efedrina a México.
"Martín era terrible, pesado y jodido. Nadie le decía nada porque (decía) es amigo de Aníbal Fernández", dijo Julio Pose durante el juicio.
El prontuario del hermano está igual de manchado, pero la diferencia es que éste amenazaba a la gente del barrio con matarlos y solía hacerlo con armas cuando algo no le gustaba. Una vez a una vecina le advirtió que cuidara a su hijo porque iba a "aparecer en un zanjón".