iProfesional

"Dejo todo y me voy a vivir a la playa": pro y contra del sueño no tan oculto que todos tuvieron alguna vez

Qué tienen en común las personas que se animaron a pasar del dicho al hecho en este deseo, y porqué volver no es sinónimo de fracaso
30/01/2017 - 13:10hs
"Dejo todo y me voy a vivir a la playa": pro y contra del sueño no tan oculto que todos tuvieron alguna vez

¿Cuántas veces se le cruza a una persona por la cabeza el deseo de barajar y dar de nuevo tanto en su vida profesional como la personal? 

Dejar el trabajo -en el cual se desempeña con mayor o menor éxito- armar un bolso o una mochila y mudar de geografía.

Olvidarse del tránsito, las reuniones en la oficina, los jefes, los compañeros (los buenos y los malos), y en todo caso, pasar a tener otros problemas, nuevas complicaciones y no las mismas de siempre.

La idea del bar en la playa o un local en la costa es la que muchos tienen como primera opción, y se la imaginan en cada destino al que visitan por vacaciones. La perspectiva de trabajar solo en temporada y tener como ocupación un espacio de relax o diversión, es para ellos la situación ideal.

Tanto así que hay más de uno que se animó a dar el paso. Fue por ejemplo el caso del periodista Juan Bergelín y la diseñadora Johanna Mandelli, quienes en 2013 decidieron cumplir el sueño que él había acunado toda su vida y que era el origen de su pasión por el surf.

"No quería seguir limitando mi vida en la playa a 15 días al año de vacaciones", dijo el periodista, aunque era su mujer la que lo incitaba a cumplir este objetivo.

Planificaron la salida, sin revelárselo a nadie, alrededor de un año. El medio donde ambos trabajaban estaba ofreciendo retiros voluntarios y eso abría una oportunidad única para un cambio de vida.

Luego de breves viajes exploratorios, descartaron los destinos balnearios de Argentina y de Uruguay, ya que aquellos que permitían el surf, en invierno quedaban muy abandonados. Pipa en el noreste de Brasil, por el contrario, se les apareció como un paraíso para todo el año.

Les permitía nadar con delfines todos los días, un ritmo de vida laboral que empezaba después de las cinco de la tarde, el ritual de ver salir la luna llena por detrás del horizonte del mar y también la oportunidad de fundar allí una revista para turistas que comentara la vida cultural así como los atractivos del destino playero.

En octubre de 2013 cargaron el auto con todo lo que pudieron llevar de su casa en Buenos Aires, y se instalaron en Pipa, donde finalmente abrieron un local para vender algunos vestidos y carteras con diseño argentino.

Otro caso en donde las amplitud de profesiones llegó al extremo es el de Rosario Marianeschi, quien acusa tener desde siempre el "bichito viajero" en su interior, y por eso atravesó numerosas etapas como "baby sitter" en Canadá, mochilera en Europa, camarera en Francia e Ibiza, maestra de jardín de infantes en EE.UU., capacitadora en un call center y una editorial jurídica en Buenos Aires, empleada de hotel en Costa Rica, profesora de zumba en Uruguay y Miami, moza de catering en Australia donde también ejerció en una universidad, entre otros puestos de una lista interminable.

El objetivo de Rosario no era específicamente la playa, sino conocer el mundo. Desde los 19 años no tuvo prácticamente vacaciones ni años sabáticos: "En cada viaje fui a buscar algo, trabajo, aprender un idioma, visitar a alguien, encontrarme a mi misma. No concibo la idea de ahorrar durante meses para tirarme en la playa sin hacer nada".

Así "hizo temporada" en cada uno de sus destinos para ganar dinero en moneda extranjera y adentrarse en culturas diversas, que también incluyeron paseos por Croacia, Italia, Tailandia, Vietnam, Camboya e Indonesia.

Sin embargo, de la historia de Marianeschi se desprende que su lugar en el mundo está junto al mar. Desde 2010 vuelve cada verano a Punta del Este -desde donde habló con iProfesional- para manejar el servicio de bartenders y camareras de un restó y boliche, mientras da clases de Zumba durante el día. 

Y además en 2012, una vez que identificó su verdadera vocación por la capacitación del capital humano, eligió la Universidad de Griffith en Goal Cost, Australia, para hacer un Máster en Educación y conocer la vida junto al mar.

"Disfruté un montón vivir cerca de la playa. Australia me cambió la vida, en términos de conexión conmigo y con el resto del mundo también. Yo fui a buscar solo un Máster y la verdad es que me traje mucho más", recordó ahora desde Uruguay.

"Aprendí a armarme de cero en un país extranjero, con otra cultura, otros horarios, hasta con otro sentido del humor. Cuando uno encaja en el sentido del humor del país, se siente más a gusto. Además Australia tiene una energía muy particular. Tuve experiencias muy nutritivas", añadió.

Se necesita más que las ganas

Los anteriores son dos casos que se animaron a dar el paso. Pero entre el dicho y el hecho hay una distancia que no todos se animan a cruzar. ¿Qué tienen en común las personas que toman esa decisión?

"Cada situación es diferente, pero muchos de los casos que he conocido se conectan con la necesidad de -después de estar expuestos a muchas presiones, tensiones y desafíos- bajar varios cambios y focalizarse más en sí mismos que en otros. Es un deseo de conectarse con lo más profundo y darse cuenta que las necesidades pasan por otro lado que por lo material", dijo al respecto el director de Humanize Consulting, Alejandro Melamed.

Y vale la pena destacar que Melamed no opina simplemente "tocando de oído". Él también decidió dejar una exitosa carrera de 25 años en corporaciones multinacionales -17 de ellos como VP de RR.HH. de Coca-Cola- para diseñar su propio destino.

Hoy en día es "speaker" internacional, autor de libros y asesora empresas e individuos en materia de talento. De hecho, le contestó a iProfesional desde Israel, mientras tomaba un curso sobre innovación y el concepto de startup nation; "¡justamente una de las cosas que me permito en esta nueva etapa de mi vida!", afirmó.

"Decidí dedicarme a pocos clientes con mucho foco, a la academia, a escribir y a aprender cosas nuevas, innovar, descubrir, conectar. Y he podido reinventarme y generar proyectos super divertidos, estudiar en el exterior, ir a universidades que nunca me hubiera imaginado previamente", admitió contento.

Es cierto: renunciar al puesto cómodo en la multinacional requiere de tanto valor así sea para irse a vivir frente al mar como para iniciar una carrera propia. Esta fue también la experiencia de la Susana Von der Heide, presidenta de la homónima consultora de talento, que tras varios años en una compañía grande se animó a fundar su propia empresa con un solo cliente. Hoy tiene sedes en cuatro países. 

"En ese momento no pensé que 'había dado El Paso' sino que 'había metido la pata' porque las cosas no fueron fáciles. Tuve incertidumbre y pasé más nervios y ansiedad que antes. Pero siempre estuve convencida de que mi sueño era tener esta compañía, y lo cuidé como si fuera un hijo. Invertí no solo dinero sino formación, tiempo, energía y mucha pasión y trabajo", recordó.

Esto último es para ella aquello que auna a las personas que finalmente se atreven a salirse de su zona de confort: "Lo que es innegociable es amar el trabajo. Si tu pasión es el kiosko, sea en la playa o en el subte, te va a ir bien", resumió.

En ese sentido, para la titular de la consultora internacional, la pasión debe ayudar a superar los miedos: "Las emociones pueden jugarnos una mala pasada a la hora de pensar en los proyectos que involucren una cuota de riesgo. Si desarrollamos mayor autoconfianza podremos superar los obstáculos como así también ser más creativos a la hora de crear una propuesta novedosa para el mercado".

Expectativas vs. realidad

En algunos casos, la concreción de la idea original de vivir de un bar en la playa o de algún emprendimiento similar puede resultar menos satisfactoria que lo esperado. Esto sucede, según define Melamed, porque "a mayor expectativa, mayor la posibilidad de decepcionarse". 

"Quienes se arrepienten, en su mayoría, encontraron escollos que excedieron su planificación. O también les ocurre que las variables coyunturales de mercado actuaron como factor sorpresa", sumó Von der Heide, y agregó que muchas veces también hay cierta "actitud de minimización de las dificultades que hay afuera de las corporaciones".

Ninguna de estas aventuras ocurre sin inconvenientes en el camino. Al llegar a Pipa con el auto cargado, Bergelín y Mandelli encontraron que los precios de los alquileres estaban mucho más altos de lo que ellos habían investigado. Los dueños preferían alquilar por temporada a visitantes que venían de vacaciones o a ver el Mundial de fútbol, y no querían inquilinos permanentes.

También descubrieron que solo cuatro meses antes de su llegada se lanzó en esa localidad brasileña una revista como la que ellos pensaban abrir, que era su primera opción antes de la tienda propia.

Pero no bajaron los brazos: además de abrir el local de indumentaria, Juan trabajó en una heladería y atendía un bar de vinos de argentinos -"era my tranquilo, había pocas mesas y aprendí mucho"- donde no pasaba un día sin que un turista argentino o europeo le preguntara por su aventura de "largar todo y mudarse a la playa".

Toda esa vida laboral, además, iniciaba después de las cinco de la tarde. Antes, él y su mujer disfrutaban de la arena, del surf y de hacer la plancha escuchando el sonido de los delfines.

Pero no todo era color de rosa. Juan encontraba que las posibilidades de crecimiento profesionales eran casi nulas. "Era otra calidad de vida, pero lo que ganábamos era para vivir y si queríamos venir acá de vacaciones teníamos que ahorrar un año y medio", ejemplificó.

Marianeschi por su parte, puede contar una serie de inconvenientes por cada sello en su pasaporte. Por ejemplo, al llegar a Australia para hacer su máster se dio cuenta de que el costo de vida era mayor al que había calculado.

Así fue que "para ahorrar", pasó unos meses recorriendo destinos más económicos en el Sudeste asiático antes de iniciar la cursada. "Ahí aprendí lo que es viajar con muy poco presupuesto", recordó. Luego atravesó algunos meses muy austeros en Oceanía, comiendo fideos de un dólar en el supermercado o la comida de su trabajo de catering.

"Fue la etapa más dura hasta que hasta que empecé a ganar dinero y empezó a correr la rueda. Pero empujarla al principio fue crucial, y sacar las energías de donde uno no sabe que las tiene. Me puse a hacer cosas que nunca pensé que iba a hacer", recordó Rosario sobre su trabajo en la universidad o como profesora de inglés de alumnos chinos en Australia.

Esta argentina viajera tiene como anillo al dedo la práctica de compatibilizar expectativa y realidad en cualquier lugar al que visita. "A la larga siempre trato de sacar lo mejor de cada momento, recuerdo todos los destinos con mucho cariño y siempre me dieron más de lo que me quitaron", afirmó.

Pero más allá de su positividad, también reconoce que ha "pagado precios" para mantener ese estilo de vida. "Es que viajar se convierte en un trabajo, en un nuevo sistema de vida en el que tenés que encontrar una rutina, un ingreso, una actividad. Te armás un nuevo círculo de gente, de amigos, hasta de comidas", añadió.

¿Cómo se evita en estos casos dar un paso en falso? "Hay que prepararse, no tomar la decisión de un día para otro, generar un plan. Del mismo modo, sostener la agilidad en caso de que los contextos se modifiquen", sugirió Melamed.

Esto implica una sólida planificación financiera a largo o al menos mediano plazo, y un buen plan de negocios, pero sobre todo, "tener claro cuál es nuestra misión en la vida y cuáles son los valores que nos sostendrán", dijo el director general de Humanize Consulting.

En resumen: "Las personas deben conocerse mucho a sí mismos y no pasársela pensando que el césped del vecino es más verde que el propio. Siempre hay que tener autocrítica y reconocer cuáles son los deseos más profundos".

Volver al ruedoEs importante tener claro que se puede volver de esta aventura a la profesión si las cosas no resultan como se esperaba, sin que ese "desvío" sea considerado un fracaso. 

Para Von der Heide "no hay mejor sensación que la de levantarse luego de una caída. El éxito y el fracaso es una opinión no es una verdad, porque la capitalización de un error puede compensar ampliamente la inversión inicial".

Entonces parte fundamental de partir a la aventura, es saber reconocer cuando volver. Bergelín y su mujer pasaron más de un año y medio en Pipa hasta que los nuevos proyectos de buscar su primer hijo, de darle mejores posibilidades de salud y de educación, y de estar cerca de sus afectos pesaron más, y emprendieron el regreso.

"Tenemos los mejores recuerdos y tengo una experiencia buenísima. No siento que fracasé o que fue malo. Si no hubiese ido, hoy estaría pensando que tendría que haber vivido en la playa. Y hoy ya sé lo que me gusta y lo que no. Además, vivir en otro país es muy enriquecedor todo el tiempo", relató Juan a iProfesional, a punto de convertirse en padre por primera vez.

Ahora conociendo bien los pro y los contras de vivir en destinos de playa, no descarta en algunos años volver a cargar el auto y buscar un hogar en un sitio con más contacto con la naturaleza, aunque esta vez con mayor planificación.

Para sostener ese estilo de vida a largo plazo, "es clave que coincida el lugar y hacer lo que te gusta", afirmó Bergelín, quien después de extrañar mucho su profesión volvió a trabajar como periodista en Buenos Aires.

"Hay que tener cierto desapego de lo material. También aprender a no estar en los lugares y momentos donde uno siempre estuvo", respondió Marianeschi a la misma pregunta.

Y coincidió en que, en cierto punto, es necesario hacer coincidir el destino con aquello que se quiere hacer profesionalmente: "Es clave si uno decide irse, que te guste lo que hacés. Si no, volvés para hacer lo que te gusta. Algo que no te gusta durante mucho tiempo es muy duro".

"Yo lo hice porque era un medio para un fin. Lo hice con alegría porque era lo que me permitía estar ahí, y si es cierto que sacrifiqué muchas cuestiones laborales para estar en lugares que elegí y que no volví a hacer lo que me gusta por mucho tiempo para tener esta vida de viaje", confesó la argentina que después del verano volverá a Buenos Aires, pero ya tiene su mirada puesta en su próximo destino: España.

Qué pueden hacer los empleadoresEn la medida en que el deseo de "largar todo y vivir en la playa" sea tan fuerte como para concretar ese sueño, es probable que ese ex empleado que abandona la compañía esté mejor afuera que adentro. 

Es probable que haya tomado esa decisión después de mucho tiempo de estar disconforme, de sentir que su lugar y su forma de trabajar no eran las de la compañía que lo emplea y que no esté rindiendo al 100%.

Sin embargo, nada impide que no le suceda todo esto a uno de los altos potenciales o "estrellas" que la empresa quiera retener. ¿Qué pueden hacer en estos casos las compañías para no perder el talento?

"Yo no creo en la palabra retención. Cuando se intenta retener a alguien (que es poner barreras físicas) se terminan yendo los talentos que queremos que se queden y se quedan los que preferiríamos que se fueran. A mí me gusta más el concepto de fidelización", arrancó Melamed.

"En esa dirección, creo que hay que escuchar mucho a los colaboradores, generar experiencias significativas permanentemente, brindar desafíos acordes a las potencialidades y si algunos talentos quieren irse, brindarles la oportunidad que lo hagan y que puedan volver si así lo deciden en el futuro", aconsejó.

Claro que todo esto va en paralelo a trabajar en una propuesta de valor potente, y desarrollar una marca empleadora significativa.

Esto es cada vez más importante sobre todo al tratar con las nuevas generaciones, para quienes la carrera profesional compite cabeza a cabeza con otros aspiracionales como pueden ser pasar un año de mochilero recorriendo la región o jugar un deporte profesional en Europa.

"El paradigma de la estabilidad laboral como valor está cambiando, por lo tanto es más frecuente que en el último tiempo hayan aumentado los proyectos individuales o lo que podríamos llamar 'el gran paso'. También porque resulta posible volver atrás y retomar la carrera corporativa. Hay menos prejuicios respecto de la carrera lineal", opinó Von der Heide.

Melamed, por su parte, no cree que el fenómeno, "que no es nuevo" se profundice en las generaciones más jóvenes, sino que éstas, a diferencia de las anteriores, "tendrán varios momentos de stop a lo largo de sus trayectorias y cambios bruscos en los mismos. Pero fundamentalmente porque serán trayectorias mucho más largas y con influencias sociales y tecnológicas exponenciales".