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Qué respondió la titular del grupo español cuando fue consultada por el futuro del empleo y el nuevo contrato social en la era digital
02/06/2018 - 10:31hs

Si bien el sector financiero, al evaluar las mejores prácticas de las compañías que cotizan en bolsa, fue en todo el mundo uno de los principales impulsores de la equidad de género en las empresas, no son muchas las mujeres que llegan a los puestos más altos en los bancos.

Así y todo, entre ese selecto grupo, la líder del grupo español Santander, Ana Botín, ya sobresale como uno de los nombres a seguir de cerca. 

En todo el mundo se destaca su liderazgo, e incluso algunos piensan que podría hacerle sombra a su padre, el legendario Emilio Botín. 

Semanas atrás, la presidenta de Santander se manifestó a través de Twitter en contra de la sentencia judicial de "La Manada", un grupo de cinco hombres que tras violar a una jóven en Navarra, fueron condenados a prisión por abuso sexual (un delito menor que la violación según el Derecho español). Luego, en el marco del IV Encuentro Internacional de Universia, celebrado en Salamanca, Botín se declaró feminista, según relevó el diario El País. 

En esta ocasión impartió una lección magistral sobre el futuro de las empresas, el trabajo en la era digital, y sobre cuál debería ser el nuevo contrato social.

Para muchos, la discusión sobre la revolución digital y su impacto sobre las estructuras económicas y la estabilidad de la sociedad se resume, señaló Botín, en una pregunta muy simple: "¿Cómo van a vivir nuestros hijos y nietos?".

Para los optimistas tecnológicos, apuntó la directiva, la respuesta es obvia: vivirán en una sociedad parecida a la que describió Keynes en 1930, durante su conferencia en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Será un mundo "donde habrá clases y grupos cada vez más grandes de personas para quienes los problemas de necesidad economía han sido prácticamente eliminados".

En cambio, los pesimistas vivirán en una sociedad distópica en la que el 1% de los humanos, esto es, los dueños de los robots y de los algoritmos, acumularán el 90% de la riqueza y de las oportunidades.

Para Ana Botín, en cambio, comprender las conciencias de la transformación digital se necesita "tener una definición más precisa de las preguntas a las intentamos responde, basar nuestro razonamiento en datos y experiencias, así como desarrollar nuestra ideas utilizando un marco analítico claro y sólido".

En su opinión, la pregunta relevante es ¿cómo va a ganarse la vida la gente? "Aunque es posible que una parte de la sociedad recibirá algún ingreso básico universal, la mayoría seguirá trabajando".

Según Botín, puede que menos horas que hoy y en múltiples trabajos, con mayores discontinuidades que ahora, pero el empleo como práctica seguirá ampliamente extendido.

El mundo de los empleadores, dijo Botín en declaraciones relevadas por El País, también se modificará: "Para sobrevivir en el mercado es necesario contratar a los mejores, atraer clientes, entablar negociaciones y relaciones estrechas con los proveedores".

Todas estas actividades tienen costos, y las empresas exitosas "saben que cualquier trabajo no fundamental que se externalice permite aprovechar la inversión de otros en capital, conocimiento y experiencia". Porque el más visible impacto de la revolución digital, es la reducción de los costos de transacción, incluyendo el de acceso a clientes y mercados, por lejanos y dispersos que estén.

"No hará falta masa crítica, habrá más empresas, más pequeñas, operando directamente en mercados abiertos", resumió la empresaria.

El nuevo contrato social

En cuanto a la prosperidad de futuras generaciones Botín, quien en noviembre pasado visitó la Argentina y se entrevistó con el presidente Mauricio Macri, se mostró optimista.

Para ella todo pasa por mantener el crecimiento de la productividad y evitar los riesgos de catástrofe nuclear y climática, para los que se requiere competencia, diálogo y buenas políticas, además de coordinación internacional, tecnología y el compromiso de todos los agentes, incluido el sector privado.

"El crecimiento debe ser inclusivo para ser sostenible. Debe llegar a todos" afirmó.

Por último, resaltó que la consecuencia política, social y económica de no haber puesto este objetivo en el radar de las políticas económicas de las últimas décadas está a la vista: "Populismos de derechas e izquierdas que polarizan la sociedad, y suponen una amenaza al modelo de democracia liberal y de economía de mercado".