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Pichetto, un tsunami que ya se transformó de hecho en el jefe de la campaña macrista

El candidato a vicepresidente se lanzó a la concreción de alianzas estratégicas con el peronismo y ya se involucra en la agenda de la gestión gubernamental
20/06/2019 - 08:23hs
Pichetto, un tsunami que ya se transformó de hecho en el jefe de la campaña macrista

Miguel Pichetto está feliz. Se le nota en lo que dice y en cómo lo dice. Sonriente y locuaz, no rehúye el contacto con los periodistas, que lo ven como un entrevistado ideal porque no deja de tirar "frases para título".

Desafía a los reporteros a que le hagan "preguntas inteligentes" y desestima los análisis de politólogos y a los columnistas de medios de comunicación.

"Los acontecimientos en política hay que analizarlos en forma permanente y hay que dar una lectura adecuada", dijo ante la marea de micrófonos que lo suele acompañar.

En los últimos días se mostró hiperactivo. Tanto que es difícil no verlo en alguna pantalla de TV o en los portales de noticias. Puede aparecer reunido con Vidal, o participando en una reunión del gabinete de ministros de Mauricio Macri, o en un foro empresarial para hablar de Vaca Muerta, o haciendo lobby en el Congreso, o entrevistado para "chicanear" al peronismo bonaerense que se siente incómodo con Axel Kicillof.

Como saben todos los asesores de imagen, hay ciertas cosas que se comunican mejor con la actitud corporal que con el discurso. Y basta con comparar la vehemencia de Pichetto -en contraposición a la sensación de cansancio, abatimiento o agobio que transmiten otros candidatos- para entender que el flamante número 2 de Cambiemos es un típico "animal de poder".

"Y… él es así, es su estilo", respondió uno de los asistentes al almuerzo de Pichetto con "los peronistas de Cambiemos" cuando los periodistas le preguntaron si el nuevo candidato se había tomado a pecho su condición de integrante del Gobierno y había empezado a tomar decisiones por su cuenta.

Lo cierto es que la acumulación de señales que ha enviado Pichetto en las últimas dos semanas han instalado en el ámbito político una certidumbre: lejos de ocupar un lugar decorativo para completar la fórmula presidencial, asumió un rol protagónico.

Las declaraciones políticas y la agenda de reuniones dejan en claro que será el gran armador político para la búsqueda de los votos que aseguren la reelección de Macri. Y no sólo eso, su estilo avasallante lo está sitiando en el lugar de verdadero jefe de la campaña, eclipsando incluso a estrellas del armado electoral de Cambiemos como Marcos Peña.

De hecho, Pichetto ya estableció el eje del debate y los polos de la "nueva grieta": capitalismo versus comunismo.

A la reconquista del peronismo tradicional

Ni bien "asumió" la candidatura, expresó su voluntad de impulsar una gestión en la que se promoviera un "capitalismo inteligente". Es decir, libertad de mercados pero con determinados niveles de regulación que permitan la protección de la producción nacional.

Repitió el concepto cuando fue invitado al precoloquio de IDEA en Neuquén, ante un auditorio de empresarios donde se destacaban los principales inversores de Vaca Muerta.

Y allí se ganó aplausos al demostrar conocimiento del tema pero, sobre todo, al despejar temores en cuanto a seguridades para la inversión.

"Me tocó ser candidato en 2015 en Río Negro y se discutía el fracking. Hemos evolucionado y hemos entendido que esto implica recursos y genera trabajo. Tiene un potencial extraordinario y es lo que va a poner a la Argentina de pie", dijo, para alegría y alivio del auditorio.

Acto seguido, empezó su campaña de reconquista de la facción peronista tradicional. Su blanco de críticas preferido es Kicillof, a quien calificó como "comunista". Y, conocedor del terreno, envió un mensaje directo a los intendentes bonaerenses que se sienten incómodos al tener que acompañar esa candidatura a la gobernación provincial.

Pero el mensaje a "los compañeros" no quedó en la frase dicha ante el micrófono, sino que ya inició la estrategia de apuntalamiento para la candidatura de María Eugenia Vidal. Se reunió con la gobernadora para analizar qué tan grave es la amenaza de Kicillof para la reelección. Y se diseñó un plan que ya está en marcha.

"Muchos compañeros del peronismo de la provincia de Buenos Aires, que tienen representación histórica en el partido, me están acompañando y se van a sumar", dijo a la salida de su reunión con Vidal.

Y, por si quedaban dudas respecto de cómo espera apuntalar la campaña de la gobernadora, explicó que se propone capturar el voto de los partidarios tradicionales que no se sienten representados en los postulados ni el estilo del kirchnerismo expresado por Kicillof.

"Hay muchos que están afuera de la propuesta de Unidad Ciudadana, que no vienen acompañando al kirchnerismo hace tiempo y que encuentran el camino de salida en fortalecer el peronismo democrático, republicano".

Esa misma denominación hace acordar a la frase de un líder provincial que ya ha dado su guiño a Pichetto. El gobernador cordobés, Miguel Schiaretti, ya había insinuado que sabía lo que vendría, cuando dijo: "Estamos convencidos de que no habrá república en Argentina sin peronismo. Y no habrá peronismo si no es republicano".

Sugestivamente, en la noche de su arrolladora reelección, el cordobés dijo: "Córdoba ha demostrado que puede votar un intendente, un gobernador o un presidente de partidos distintos".

Ahora, Pichetto está abocado a la misión de lograr que Schiaretti, juegue explícitamente a favor de la candidatura de Macri y que ese ejemplo genere un efecto de imitación en otras provincias.

Por lo pronto, se consideran prácticamente ganados los apoyos de Omar Gutiérrez, de Neuquén; Hugo Passalacqua, de Misiones; Mariano Arcioni, de Chubut, y Alberto Weretilneck, de "su pago chico" de Río Negro.

La forma del apoyo sería, por lo general, la presentación de "listas cortas" en PASO y en las elecciones de octubre, de forma tal que los electores de las provincias puedan combinar al peronismo local con la fórmula oficialista a nivel nacional.

Coautor de la agenda

La negociación con los gobernadores implica, para Pichetto, dar garantías sobre cómo será el relacionamiento entre las provincias en un eventual segundo período de Macri. Y allí adquieren un peso determinante la política de distribución tributaria y el apoyo para las obras públicas, así como los regímenes de ayuda a economías provinciales.

La misión de Pichetto es asegurar que se profundizará la mayor independencia de las provincias. Según una estimación de la Fundación Mediterránea, las transferencias automáticas pasaron de un 25,9% en el gobierno de Cristina Kirchner a un 31,9% con Macri.

"Pero hace falta ahora una contribución más decidida de las provincias a la competitividad, ya que sin crecimiento los gobernadores se enfrentarán a un escenario más adverso. Aquellos que administran provincias que dependen de la coparticipación y del empleo público no tendrán la mejora de recursos esperada. Y los que están al frente de territorios más grandes, o ricos en recursos naturales, tendrán más dificultad para obtener recursos propios y el voto local se resentirá, porque está asociado a la evolución del empleo privado", advierte Jorge Vasconcelos, economista jefe de la fundación.

De manera que la función de Pichetto, que en un principio fue la de tranquilizar al mercado y luego la de enviar señales a dirigentes peronistas y a empresarios, ahora también empieza a implicar las cuestiones programáticas.

Y esto no se limita al 2020. Hay destacadas figuras del Gobierno, como el ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, que se entusiasman con la posibilidad de reflotar reformas que parecían irremediablemente archivadas.

Por lo pronto, indicó que veía posibilidades de que este año se diera forma al blanqueo laboral. Es decir, a una amnistía para que los empresarios con empleados "en negro" inscribieran en forma regular a sus trabajadores, acogiéndose a una amnistía por los aportes no realizados, pero empezando de inmediato a hacer los nuevos aportes a la Anses.

Era algo que en el Gobierno creían imposible de cumplir, hasta que el "efecto Pichetto" cambió el humor y las perspectivas de mejores chances en el Congreso.

Por otra parte, Pichetto se ha mostrado muy firme en definiciones que hacen a otras temáticas de la agenda nacional, en particular en el relacionamiento entre la justicia y el Poder Ejecutivo. Lo cual hace presumir que también en esos ámbitos le estará reservado un margen de poder en un eventual segundo mandato.

La sombra de Frank Underwood en la Casa Rosada

Mientras tanto, en el comité de campaña de Cambiemos se ilusionan con los nuevos números que van marcando las encuestas.

Un sondeo de Poliarquía realizado en junio indica que la aprobación al desempeño del Presidente tuvo una abrupta recuperación, desde un nivel de 28% a uno de 34%. Sigue siendo bajo, claro está, pero es indicador de una mejora del humor social gracias a una percepción de estabilidad financiera.

El detalle más importante es que uno de los lugares donde más se recuperó la imagen del oficialismo fue en el conurbano bonaerense, el lugar de dominio kirchnerista, donde la gobernadora Vidal intenta fortalecerse.

Aunque influyeron muchos factores, en el Gobierno creen que el "efecto Pichetto" jugó un rol destacado para este cambio en la opinión pública. Él mismo lo ha negado cuando los periodistas le preguntaron al respecto, pero sus actitudes dejan entrever que comparte la percepción.

Lo que resta definir es hasta dónde permitirá el macrismo que crezca el protagonismo de Pichetto. Por lo pronto, una de las expectativas que se empezó a generar entre los empresarios es que, en caso de obtener la reelección, el vicepresidente pueda convencer a Macri de cambiar el estilo de gestión.

Esto implicaría abandonar la descentralización que Macri aprendió en las empresas del grupo Socma. Y que, en contra de sus principios, acepte por ejemplo la existencia de un superministro de economía del viejo estilo, que goce de un amplio margen de maniobra sin tener que dar explicaciones a una "mesa chica".

Esa es, por caso, la condición que siempre puso Carlos Melconian, el economista preferido por el mercado, para sumarse al gabinete.

Hasta ahora, Macri se resistió a cambiar su organigrama de poder descentralizado, controles de calidad y retiros espirituales. Pero claro, no estaba Pichetto.

A partir de ahora, con el gen peronista definitivamente agregado a Cambiemos, ya no hay nada que pueda descartarse a priori.

No por casualidad, muchos ya lo llaman "el Frank Underwood argentino", en alusión al maquiavélico –pero también admirado- personaje de la serie "House of Cards".