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La inflación galopante reduce las chances electorales de Massa y... ¿hace despegar la campaña de Scioli?

Scioli está determinado a encarnar la unidad peronista y lanzó una campaña con mensajes para cada público: estabilidad, desarrollo y lucha contra el delito
14/04/2023 - 21:01hs
La inflación galopante reduce las chances electorales de Massa y... ¿hace despegar la campaña de Scioli?

Acaso la consecuencia más importante del 7,7% que registró la inflación de marzo todavía no se haya percibido con claridad, y pueda darse en el lugar menos pensado. Ocurre que con semejante revés en la economía fue seriamente puesta en duda la candidatura de Sergio Massa… y gana posibilidades la de Daniel Scioli.

El ministro de Economía mantiene sus aspiraciones personales, pero sus probabilidades van en descenso. Ya había cometido un error de novato: en contra de lo que afirman los manuales, había realizado un pronóstico sobre la evolución de la inflación, al punto de señalar que en abril el IPC comenzaría con un 3.

La dura realidad muestra que no solamente no se dará esa cifra, sino que el sendero de los precios va en el sentido opuesto al que él había pronosticado. Y, para peor, quedó en evidencia que también cometió otro error de apreciación, al minimizar la crisis del campo: a comienzos de año, había dicho que el costo de la sequía estaría en el orden de los u$s3.000 millones, cuando las proyecciones apuntan a u$s15.000 millones.

A Massa le queda una última oportunidad, si es que efectivamente consigue el "puente" de dólares que le permita evitar una turbulencia en los próximos meses, pero lo cierto es que su imagen como gestor de la economía ha quedado dañada. Y, en todo caso, su apego a la austeridad fiscal que le exige el FMI es visto como antipatía por el ala kirchnerista de la coalición.

Quien primero percibió esa debilidad fue Scioli, quien hizo saber que está dispuesto a ser la figura de unidad peronista que cumpla con los requisitos que piden todas las partes del Frente de Todos.

"Lo dije muy claro. La gente me entendió y yo entiendo a la gente. Acá estoy. Cuentan conmigo. Mi definición es que seré precandidato porque hay que atravesar las PASO y ser respetuoso de la voluntad popular, que sea la gente la que ordene las candidaturas", dijo Scioli.

La aceleración inflacionaria reduce las chances electorales de Sergio Massa, al tiempo que mejora las posibilidades de que Daniel Scioli obtenga el apoyo peronista
La aceleración inflacionaria reduce las chances electorales de Sergio Massa, al tiempo que mejora las posibilidades de que Daniel Scioli obtenga el apoyo peronista

Muestras de dialoguismo con todos los sectores

Ya había dado muestras de su disposición cuando el verano pasado pasó el "test de playa Bristol" y reflotó la indumentaria naranja que había caracterizado la campaña electoral de 2015.

Oficialmente el presidente Alberto Fernández no se ha bajado de su candidatura, pero desde hace meses dio la bendición para que Scioli se lanzara, dando a entender que, en caso de dar el paso al costado, contará con la simpatía del Gobierno.

Scioli también aprovechó el verano para posicionarse en la interna, gracias a la vidriera que le proporcionó el recambio presidencial en Brasil. En su rol de embajador en Brasilia, Scioli revalidó sus calificaciones de político dialoguista y moderado, al lograr una buena comunicación con el saliente Jair Bolsonaro, con quien logró avanzar en temas específicos de la agenda pese a la mala relación personal de los dos presidentes.

Y, al mismo tiempo, mantuvo la línea con la coalición que llevó a Lula Da Silva al gobierno, facilitando el encuentro con Alberto y la nueva agenda de integración comercial y financiera.

Ahora, en Buenos Aires, parece dispuesto a que ese estilo personal, que en otros momentos le ha valido críticas, sea su principal fortaleza. No por casualidad, uno de sus movimientos más recientes fue el acercamiento a los gobernadores peronistas que están peleados con el Gobierno.

"Todos conocen que de los moderados soy el original", fue la elocuente frase de Scioli, quien parece más convencido que nunca de que existe una "avenida del medio" dentro del peronismo y que él está llamado a realizar ese tránsito hacia las PASO.

Fue así que estuvo con el entrerriano Gustavo Bordet y con el santafecino Omar Perotti, ambos derrotados en las legislativas de 2021 y ambos tenaces opositores a las medidas "anti campo" que en su momento impulsó el kirchnerismo, como el cierre de la exportación cárnica.

Lo curioso es que pocas horas antes, Scioli se había reunido con Mayra Mendoza, intendente de Quilmes y una de las figuras emblemáticas de "La Cámpora".

En su rol de embajador en Brasilia, Scioli hizo gala de su fama de dialoguista, al mantener una buena relación con Jair Bolsonaro
En su rol de embajador en Brasilia, Scioli hizo gala de su fama de dialoguista, al mantener una buena relación con Jair Bolsonaro

Una plataforma con mensajes para todos

El lanzamiento oficial fue con un video que Scioli subió a las redes sociales, y que lleva su sello inconfundible: mensajes conciliadores para cada uno de los segmentos del público. Así, hay promesas de desarrollo económico, de estabilización financiera, de lucha frontal contra la delincuencia y el narcotráfico.

Bajo el eslogan "Es tiempo de Argentina", Scioli hace su declaración de principios para la campaña: "Es tiempo de dejar de echarle la culpa al otro, pero escuchar a la gente y pensar en el país. Es tiempo de proponer políticas a largo plazo en vez de repetir frases marketineras. Es tiempo de cambiar planes por más trabajo y sueldos dignos. De poner lo que haya que poner y decirles basta a los delincuentes y a los narcotraficantes. Es tiempo de tener estabilidad, previsibilidad y de vivir tranquilos de una vez por todas".

Y cierra con las consabidas apelaciones a la unidad por encima de las diferencias y al crecimiento con inclusión.

En definitiva, el tipo de mensaje al que es difícil oponerse: dice que quiere terminar con la inflación, que la economía vuelva a crecer, que quienes hoy cobran planes se ganen un sueldo trabajando y que no haya violencia en las calles.

https://twitter.com/danielscioli/status/1646275589748162567

Lo que no explica es el cómo: ¿está dispuesto a apoyar el fin de las retenciones al agro, como había dicho que iba a hacer en 2015? ¿Impulsará un plan para la reunificación cambiaria y el fin del cepo, como pretende la oposición y hasta el propio viceministro Gabriel Rubinstein? ¿Seguirá el recorte de los planes Potenciar Trabajo que pidió el Fondo Monetario Internacional? ¿Mantendrá las condiciones del programa "stand by" que firmó Massa o lo repudiará, como pide Máximo Kirchner?

Es el tipo de definiciones que probablemente Scioli encuentre la forma de evitar, con su consabida cintura política para evitar los temas espinosos y escudarse detrás de las declaraciones de buenas intenciones.

Sin embargo, lo cierto es que hoy son pocos los pre candidatos que puedan hacerle frente. Después de todo, Scioli tiene una virtud de la que no muchos pueden hacer gala: ya ha demostrado ser digno de la confianza de los sectores que hoy están enfrentados.

El año pasado, en uno de los peores momentos del Gobierno, aceptó tomar el hierro caliente del ministerio de Desarrollo Productivo, cuando Cristina Kirchner echó en público a Matías Kulfas. Y llegó a la que, en ese momento, era una de las sillas más problemáticas del Gobierno, porque fue recibido por empresarios que se encontraban en plena puja por ocupar el lugar prioritario a la hora del reparto de los dólares.

No fue mucho lo que logró en el escaso mes y medio en que ocupó el cargo antes de la llegada de Sergio Massa como "superministro". Pero al menos dejó su impronta de reuniones y diálogo multisectorial: escuchó a la gremial de pequeños industriales quejarse sobre cómo el sistema de asignación de dólares perjudicaba a las empresas chicas y favorecía a las grandes.

Scioli atribuyó el acelerado aumento de las importaciones a "una acumulación de stocks y a un uso de la brecha cambiaria". Pero el entonces ministro insinuó, además, que interpretó el mensaje político respecto la necesidad de un cambio de actitud en el Banco Central, que aplicaba un muy cuestionado criterio de asignación de dólares, que establece el permiso de importaciones por un equivalente a las importaciones del año pasado más un 5%, y que daba permisos para sobrepasar ese límite con la condición de que la empresa deberá financiar la operación a 180 días.

Fue uno de los puntos en los que más explícitamente se había referido Cristina Kirchner.

De la asfixia financiera al "incombustible"

Desde el kirchnerismo, la percepción sobre Scioli siempre fue algo ambigua: por un lado, siempre se le reconoció la "lealtad" a Cristina y su proyecto. Y en 2015 demostró esa supeditación al punto que aceptó que la entonces presidente le hiciera la lista de candidatos al Congreso, y además aceptó que su compañero de fórmula fuera Carlos Zannini, un hombre "del riñón" kirchnerista que haría las veces de garante sobre la continuidad del "modelo K".

Sin embargo, también es cierto que Scioli mantuvo un perfil personal que se apartó muchas veces de la línea K y que llegó a actitudes irritantes como ser un habitué de los estudios de TN, justo en el peor momento de la guerra de Cristina con el multimedios.

Scioli y Cristina Kirchner, una relación tensa, marcada por la asfixia financiera de la provincia de Buenos Aires
Scioli y Cristina Kirchner, una relación tensa, marcada por la asfixia financiera de la provincia de Buenos Aires

La fama de "incombustible" que se ganó Scioli vienen de la época en la que Cristina lo sometía a duras pruebas de asfixia financiera, al achicar el aporte del Fondo del Conurbano cuando Scioli fue gobernador de Buenos Aires.

Era una caja creada en 1992, financiada con el 10% de lo recaudado por el Impuesto a las Ganancias, que le permitió a Eduardo Duhalde impulsar obra pública con la cual forjar su candidatura presidencial para 1999. El fondo tenía un tope de $650 millones, de manera que si la recaudación superaba ese monto, sería repartido entre el resto de las provincias.

La cuestión es que en ese tope de $650 millones estuvo la trampa que vio Cristina para disciplinar a Scioli, que desde el inicio mostró sus ambiciones presidenciales. El método elegido por la ex mandataria fue simple y letal: congelar la cuota sin actualizarla por inflación. Eso llevó a que la porción correspondiente a la provincia se fuera diluyendo de tal forma que en 2015 –es decir, cuando Axel Kicillof, hoy gobernador, era ministro de economía- llegó a ser el 1% del total.

Y se llegó al absurdo de que todas las provincias recibían más que Buenos Aires, de un fondo que había sido creado a modo de "reparación histórica". Fue en aquellos tiempos que Scioli empezó a ser un misterio para los analistas de la ciencia política. El ahogo financiero lo ponía en una situación de déficit crónico, por el cual siempre estaba en conflicto con los gremios docentes y en una ocasión hasta tuvo que pagar el aguinaldo de los estatales en cuatro cuotas.

Cristina, en ese entonces argumentaba que la provincia era privilegiada por sus recursos naturales. Por caso, en un acto junto a Scioli en 2012, luego de haber ayudado con un tercio del dinero que pedía el gobernador, enumeró las transferencias hechas por su gobierno en obras, y lo acusó de no gestionar correctamente.

"Tuve un maestro que me enseño que no hay manera de poder sobrevivir si no se administra y gestiona como se debe", decía Cristina, en alusión a Néstor Kirchner. Impávido, Scioli se resignaba a seguir aumentando los impuestos provinciales.

A pesar de ello, cuando se hacían encuestas de imagen, el resultado indicaba que la población no culpaba al gobernador por los problemas sino a la propia Cristina, quien finalmente se rindió ante la evidencia de que Scioli debía ser el candidato.

Ocho años más tarde, el peronismo vuelve a encontrarse en una situación de crisis económica, conflictos internos… y un candidato que proclama ser la prenda de unidad, con una campaña con el color naranja como protagonista y las palabras "diálogo, fe y esperanza" como mantra.

Tal vez la inflación galopantes sea su mayor aliada.