¿"Kristalina o Cristina"?: por qué el kirchnerismo cree que el FMI será "piantavotos" para Milei en las elecciones
:quality(85)/https://assets.iprofesional.com/assets/jpg/2025/03/593123.jpg)
En el peronismo ya se entusiasman con la frase "Cristina o Kristalina" como eslogan de campaña para las legislativas de octubre, emulando al histórico eslogan "Braden o Perón" de 1946. Lo cual confirma que, a pesar de todos los cambios en la forma de hacer política, ciertas cosas no cambian: en Argentina, siempre es redituable acusar al rival de ser, en realidad, un empleado de Estados Unidos o del capital internacional.
Es probable que Kristalina Georgieva no haya sido totalmente conciente de las consecuencias políticas de su frase -en la que dijo que era fundamental "que no se descarrile la voluntad de cambio" y su recomendación a los argentinos para "mantener el rumbo"-. Después de todo, en ningún país los directores del Fondo Monetario Internacional son figuras conocidas por el gran público, ni nadie los acusa de tener la capacidad para influir en una elección.
Pero esto es Argentina. Y quedó en evidencia que a la directora del FMI la habían notificado sobre el escándalo político que se había generado tras la frase que podía ser interpretada como un llamamiento a votar por el oficialismo en las legislativas. Además, es posible que le hayan recordado a Kristalina que hay en el código de ética del FMI se prohíbe expresamente que los funcionarios se manifiesten en favor de un determinado candidato o partido en las disputas electorales de los países miembros del organismo.
Todo esto quedó en evidencia cuando, al día siguiente, Kristalina intentó limitar el daño con una aclaración: que su frase iba en el sentido de que, ahora que tenía dinero de respaldo, el gobierno de no debería relajar su esfuerzo fiscal. Es decir, que su advertencia no era sobre a quién debían votar los argentinos sino hacia el propio Javier Milei. Y que lo que la había motivado a hacer esa advertencia era el antecedente histórico de gobiernos que, en tiempos electorales, suspenden las reformas estructurales y se ponen en modo gastador.
La oposición encuentra un eslogan
Fue una aclaración que no terminó de satisfacer a los críticos, dado que su frase: "Insto a Argentina a mantener el rumbo" no parecía una advertencia destinada a Milei sino un pedido a que el electorado argentino confirmara su apoyo político a la agenda de reformas liberales.
En todo caso, la aclaración y la frase previa ya son una anécdota: lo que importa en términos de política doméstica es que la oposición encontró una nueva bandera. Después de haber intentado, con poco éxito, movilizar a las minorías sexuales y al feminismo para repudiar el discurso "anti woke" de Milei en Davos; después de que se diluyera el escándalo por la estafa de la criptomoneda Libra y después de pasado el pico de la protesta por las jubilaciones, todo indicaba que el gobierno se estaba fortaleciendo.
De hecho, en las últimas semanas las encuestas mostraron una recuperación de cinco puntos en la imagen de Milei, en coincidencia con la firma del acuerdo con el FMI. El optimismo del oficialismo se hizo evidente por la relativa calma del dólar, que no confirmó los pronósticos escépticos sobre que el tipo de cambio se pegaría al techo de la banda -en lo que habría sido un salto devaluatorio del 30%-
El síntoma más elocuente de la mejora en el humor del gobierno fue el tono revanchista de Milei en entrevistas y redes sociales. Al presidente, además de haberle molestado los pronósticos sobre que no habría apoyo financiero del FMI, le irritaron particularmente las críticas y comentarios irónicos sobre su viaje a Mar a Lago, para el evento donde supuestamente se encontraría con Donald Trump. El fiasco inicial de la entrevista frustrada se compensó luego con la confirmación, hecha por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, sobre una línea crediticia del propio gobierno, habilitada para el caso de que un shock externo pusiera en riesgo la estabilidad de la economía argentina.
El "romance" Macri-Lagarde
De manera que la frase de Kristalina fue un inesperado regalo para la oposición. Justo cuando Milei, Toto Caputo y sus funcionarios se jactaban de que los indicadores mostraban datos positivos e imponían el nuevo mantra TMAP –"todo marcha acorde a lo planeado"-, aparece un elogio en forma de boomerang.
Como sabe todo político argentino, hay personas cuyo apoyo es bienvenido y hay otras que son "piantavotos". En este caso, no se trata de una cuestión personal vinculada a Georgieva, a quien incluso los funcionarios de la anterior gestión peronista veían con simpatía, sino de lo que representa el FMI en el imaginario argentino.
Nadie tiene más claro este tema que Cristina Kirchner. Durante su gestión, aprovechó cada foro internacional -incluyendo las reuniones del G20- para criticar las políticas del Fondo y pedir un cambio en su rol en las finanzas globales. Ninguno de sus pedidos tuvo eco, pero las críticas le daban rédito político ante el ala más radicalizada de su electorado.
El momento en que el FMI hizo el mayor favor involuntario al peronismo fue en 2018, cuando Christine Lagarde -precedesora de Georgieva- aprobó el acuerdo con el mega préstamo para el gobierno de Mauricio Macri.
Fue ese momento en que el peronismo acusó al FMI de financiarle al líder el PRO la campaña electoral más cara de la historia. Había argumentos concretos para esa crítica, como por ejemplo que el monto aprobado para Argentina excedía el máximo permitido por el reglamento y, sobre todo, que se le había dado al Banco Central el permiso de vender dólares para defender el tipo de cambio, algo expresamente prohibido en el estatuto del Fondo.
El propio Macri contribuyó a que esa imagen de connivencia. En un acto público ante inversores, con una sonrisa pícara, llegó a hablar de un "enamoramiento" de los argentinos con Christine Lagarde. La ex directora del FMI mostró correspondencia a esa corriente de afecto y, ante la elección presidencial de 2019, tras elogiar el esfuerzo reformista de Macri, dijo: "Sería una tontería darle la espalda al trabajo que se está haciendo".
El boicot de Cristina al acuerdo de Alberto
No fue la única vez que Cristina Kirchner entendió el poder "piantavotos" del FMI. Ni bien comenzó la gestión de Alberto Fernández, impulsó una denuncia judicial contra los funcionarios que habían tomado la deuda en 2018, y además una ley que impedía tomar deuda sin el permiso previo del Congreso.
Y, cuando en 2022 llegó la ineludible situación de renegociar la deuda con el Fondo, no dudó en oponerse y votar en contra, lo cual terminó por concretar la fisura entre el kirchnerismo y el sector que apoyara a Alberto. Fue una situación extraña en la que el entonces presidente, para lograr el nuevo stand by, tuvo que pedir los votos del macrismo en el Congreso, apenas un año después de haber denunciado a Macri en la justicia por el acuerdo previo.
Pero no fue la única paradoja en la relación de Argentina con el FMI. Porque luego, ya con Sergio Massa en su rol de "super ministro", ocurrieron situaciones que hoy, apenas transcurridos tres años, resultan difíciles de creer. En el kirchnerismo se recelaba de la buena relación que Massa mostraba con Kristalina, y había empezado a imponerse en el ámbito político la idea de que el directorio del Fondo veía con simpatía la candidatura del entonces ministro, porque lo veía como una figura confiable.
El "romance" Kristalina-Massa
De hecho, antes de julio de 2023 -cuando se anunció un apoyo de u$s7.500 millones para reforzar las reservas del BCRA- Massa se había esforzado por mostrar su compromiso con el equilibrio fiscal.
Ya en plena campaña llegaría el plan platita y su descontrol fiscal. Pero a inicios de 2023, cuando todavía pugnaba por ser candidato, Massa anunciaba subas en las tarifas de servicios públicos, hacía trasferencias a los gobernadores provinciales por debajo de la inflación y había aceptado la recomendación del FMI para que el gasto social bajara del 3,8% del PBI al 2,9%. Era, además, el momento en que la fórmula de indexación hacía perder a las jubilaciones un 14% real interanual por efecto de la licuación inflacionaria.
No por casualidad, en las frecuentes manifestaciones con "acampes" en la avenida 9 de Julio, las organizaciones piqueteras desplegaban pancartas con el elocuente mensaje: "Basta de ajuste. Fuera el FMI". Desde su punto de vista, Massa estaba cumpliendo con una exigencia del Fondo al recortar la nómina de beneficiarios del plan Potenciar Trabajo, que asistía a un millón y medio de personas y era el más costoso para el fisco.
Y mientras Massa le prometía al Fondo que, contra todas las críticas y a pesar del pésimo año del agro, reduciría el rojo fiscal a 1,9% del PBI, también obtenía algunos guiños por parte del organismo. Por ejemplo, el FMI dio una inusual muestra de flexibilidad al no protestar cuando, ante una corrida cambiaria producida en abril, Massa echó mano a los dólares de las reservas para intervenir en el mercado y de esa manera frenar la escalada del dólar blue.
En aquel momento, Massa no hablaba en contra del Fondo, sino de los economistas vinculados a Macri, a quienes acusó públicamente de estar boicoteando las negociaciones.
"Hoy un funcionario del Fondo, en un zoom que compartimos a la mañana, me contaba que hubo economistas de la oposición de la Argentina que en los últimos días se comunicaron y les decían: ‘No les den nada, pídanles todo, la Argentina tiene que pasarla mal ahora, exíjanle al máximo’. ‘Esto tiene que estallar’, le llegó a decir uno. Y me decía, sorprendido, ‘qué poco patriotas tus colegas de la oposición’", contó Massa en un acto.
Los economistas negaron las acusaciones, y uno de ellos, Luciano Laspina, contraatacó al decir que el peronismo usaba al FMI como excusa para ocultar sus errores. "Nos mienten en la cara. Ya lo han hecho varias veces. Mintió Massa ya con el gasoducto, diciendo que el Fondo no quería el gasoducto, y el Fondo lo había puesto como prioridad", dijo entonces el diputado.
El argumento renovado
En todo caso, lo que sonaba contradictorio era que los mismos miembros del gobierno de Alberto que acusaban al macrismo de boicot eran los que habían advertido al FMI en 2019 que no siguieran realizando desembolsos para sostener el plan económico de Macri porque la situación del país era tan insostenible que resultaría inevitable un default.
Seis años y dos recambios gubernamentales después, los nombres cambiaron pero las argumentaciones siguen siendo las mismas. El kirchnerismo, que ya antes de que el Congreso hubiera aprobado el DNU de Milei advirtió al FMI que no reconocería los términos del acuerdo, ahora encontró un involuntario estímulo por parte de Kristalina.
En un comunicado del Partido Justicialista, en el que se repudia la "intromisión electoral" de la directora del FMI, se recuerda que con las declaraciones "confirman además loque señalemos desde un primer momento: se trata de otro préstamo político, similar al otorgado a Mauricio Macri en 2018".
Quedará para estudio de los politólogos si este tipo de debate ayuda electoralmente a Milei, al kirchnerismo o si le resulta indiferente al electorado. Pero, por lo pronto, queda en evidencia que Cristina tendrá más material para debatir con Milei sobre uno de sus temas favoritos a medida que se acerque la fecha de las legislativas.