Tótems de seguridad: la apuesta de los consorcios para reducir costos y bajar las expensas
Los edificios de Buenos Aires incorporan tecnología para contener gastos en un contexto de expensas que siguen en aumento. Los tótems de seguridad, dispositivos con cámaras, micrófono, parlante y conexión directa con un centro de monitoreo, se multiplican en consorcios que buscan reducir el costo operativo sin resignar control ni protección.
Las expensas se convirtieron en uno de los principales motivos de preocupación. Según distintos análisis de entidades del sector, los gastos mensuales en edificios porteños oscilan entre $230.000 y $300.000 por unidad, dependiendo de los servicios y del tamaño del consorcio. En muchos casos, esos montos superan el alquiler de un departamento mediano y presionan sobre el presupuesto de propietarios e inquilinos. Hoy tanto locatarios como interesados en comprar una vivienda, entre las primeras consultas que realizan en las inmobiliarias preguntan: ¿Cuánto se paga por expensas?
Según estimaciones del sector y por lo investigado en plataformas de compra venta online, comprar un tótem cuesta entre $1.000.000 y $6.000.000, según el tamaño del edificio, la cantidad de accesos y el nivel de sofisticación tecnológica. Aunque representan una inversión inicial significativa, su atractivo radica en la posibilidad de reducir hasta un 80% los costos mensuales en seguridad frente al modelo tradicional con vigilancia física.
"Los tótems son percibidos como una alternativa más económica a la seguridad presencial, pero los beneficios que ofrecen son limitados, ya que no hay nadie físicamente en el lugar", explicó David Loisi, presidente de la Fundación Liga del Consorcista de la Propiedad Horizontal. "De todos modos, al menos hay alguien que observa la puerta de entrada del edificio, lo que es mejor que tener sólo una cámara sin supervisión", agregó.
Loisi señaló que, dentro del esquema actual de seguridad, existen cuatro modalidades: vigilador directo (empleado del consorcio), empresa de seguridad con personal propio, monitoreo remoto a través de tótems y cámaras sin seguimiento activo. Las empresas que brindan servicios de seguridad suelen ofrecer combinaciones de estas variantes, según la necesidad y el presupuesto de cada edificio.
Los tótems generan ahorros inmediatos que impactan en expensas
Desde el punto de vista económico, los tótems generan ahorros inmediatos que impactan en expensas. El costo mensual de un vigilador humano puede rondar los u$s1.000, mientras que el mantenimiento de un sistema electrónico equivale a una fracción de ese valor. En edificios medianos o grandes, donde el servicio de vigilancia es permanente, la diferencia se multiplica.
Osvaldo Berretti, director de GIA Seguridad, sostuvo que "los valores para instalar un tótem rondan el 10% del costo de una seguridad física, lo que lo hace más económico y, al mismo tiempo, más seguro". Según explicó, la empresa ofrece sistemas que integran control de accesos, cámaras con videoanalítica y asistencia remota las 24 horas. "El edificio queda cubierto y sus habitantes protegidos. Luego pueden añadirse sensores o alarmas específicas según la arquitectura y la cantidad de ingresos", precisó.
Berretti destacó además que los sistemas de seguridad moderna no implican costos operativos imprevisibles, ya que funcionan bajo contratos de mantenimiento y monitoreo continuo. "Detectamos cualquier anomalía y despachamos un servicio técnico. Además realizamos mantenimiento preventivo todos los meses en cada edificio", indicó.
Razón del avance de su uso
La expansión de estos sistemas también responde a la falta de personal capacitado y al incremento de los salarios en el sector de seguridad privada. Muchos consorcios no pueden sostener guardias presenciales las 24 horas y optan por una combinación de cámaras, tótems y controles digitales de acceso. Sin embargo, la tecnología no reemplaza del todo la presencia humana. "Su actuación es más limitada que la de una persona física in situ", aclaró Loisi. "Ante una emergencia, el operador remoto solo puede avisar a la policía o contactar al encargado."
La diferencia central, según los especialistas, radica en el modelo operativo. Mientras un vigilador físico cumple funciones adicionales —como recibir encomiendas o asistir a los vecinos—, el tótem se limita al control visual y al registro de accesos. En términos de seguridad, ambos modelos pueden complementarse, pero no sustituirse completamente.
Desde el punto de vista técnico, los sistemas más avanzados integran reconocimiento facial, detección perimetral y conexión directa con aplicaciones móviles de los vecinos. "La evolución tecnológica fue enorme. Incorporamos inteligencia artificial a nuestro software propietario, lo que mejora la capacidad de respuesta y detección", indicó Berretti.
Los tótems también contribuyen a un cambio cultural en la administración de consorcios. A diferencia de las soluciones tradicionales, permiten una mayor trazabilidad y control de incidentes, ya que cada movimiento queda registrado digitalmente. El sistema alerta automáticamente ante situaciones inusuales —puertas abiertas, presencia prolongada o ingreso no autorizado— y comunica en tiempo real al centro de monitoreo.
Para Nicolás Gutiérrez, CEO de AyS Alarmas y Soluciones, los tótems representan un avance necesario, aunque no una solución definitiva. "Todo edificio debería contar con seguridad electrónica, incluso como complemento de la vigilancia física. Lo importante es hacer un análisis de riesgo a medida, porque no todos necesitan lo mismo", señaló.
Mantenimiento de los tótems
Gutiérrez explicó que el costo de mantenimiento anual varía según la magnitud del sistema, pero destacó que lo esencial es contratar empresas que hagan mantenimiento preventivo sistemático y respondan rápido ante fallas. En su compañía, detalló, los planes incluyen revisiones periódicas y asistencia técnica continua. "El problema no es solo cuánto cuesta mantenerlo, sino qué tan confiable es el proveedor", dijo.
En AyS, el proceso de instalación incluye un diagnóstico técnico previo, una evaluación eléctrica y de conectividad, y la definición de un diseño personalizado. "Muchos edificios compran soluciones estandarizadas que no se adaptan a su estructura. Eso genera fallas o zonas ciegas", explicó Gutiérrez. La recomendación es que la empresa que instala los tótems no sea la misma que brinda la seguridad física, para evitar conflictos de interés y garantizar independencia en el monitoreo.
Un desacople económico que golpea
El auge de los tótems coincide con una etapa de presión sostenida sobre las expensas, que siguen siendo un motivo de preocupación entre propietarios e inquilinos. La suba de salarios, servicios y mantenimiento dejó a muchos consorcios con presupuestos ajustados, y la búsqueda de eficiencia se volvió prioritaria. Según la Liga del Consorcista, en los últimos 12 meses las expensas aumentaron más de 150% interanual, impulsadas por los costos laborales y energéticos.
En ese contexto, los sistemas tecnológicos aparecen como una herramienta para reorganizar gastos sin resignar seguridad. Algunos edificios incorporan tótems solo en los accesos principales y conservan vigilancia física en horario diurno. Otros adoptan esquemas híbridos, con cámaras, sensores y porteros eléctricos inteligentes.
"Los tótems no reemplazan la presencia humana, pero ofrecen un control permanente a menor costo. La clave está en elegir el sistema adecuado y un proveedor confiable", concluyó Loisi.
La tecnología, aunque no resuelve por completo el problema de las expensas, redefine la forma en que los consorcios administran sus recursos y promete ganar terreno en una ciudad donde cada peso cuenta.