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A los 43 años, tras experimentar en su laboratorio casero, escribió: "A menos que esté equivocado, esta invención resultará importante en el futuro"
24/08/2017 - 13:29hs

El inventor y millonario blega Leo Baekeland aprendió de su padre el oficio de zapatero a los 13 años. Fue su madre, una empleada doméstica, quien lo apoyó para que pudiera asistir a una escuela nocturna. 

A los 20 años el joven ganó una beca para asistir a la Universidad de Gante, donde obtuvo un doctorado en Química.

Luego se casó con la hija de su tutor y se mudaron a Nueva York, donde hizo una enorme fortuna fabricando papel para imprimir fotografías.

Y en su casa de Yonkers, con vista al río Hudson, construyó un laboratorio casero para disfrutar de su hobby de experimentar con químicos

Allí estaba el 11 de julio de 1907 trabajando con formaldehído y fenol, cuando escribió en su bitácora: "A menos que esté muy equivocado, esta invención resultará importante en el futuro".

Aún no lo sabía, pero a los 43 años de edad, había iniciado un camino que revolucionaría la industria y el mundo del consumo. 

El 18 de julio volvió a escribir relatando lo feliz que estaba de haber pasado "todo el día en el laboratorio" mientras los "esclavos millonarios de Wall Street (sic)" iban a sus oficinas, a pesar de que hacía un calor terrible".

Cuatro días más tarde escribió: "Hoy es el 23º aniversario de mi doctorado... Qué rápido pasaron estos 23 años... Ahora soy un estudiante nuevamente y lo seguiré siendo hasta que la muerte me llame".

Lo que Baekeland inventó ese julio fue el primer plástico completamente sintético. Lo llamó Bakelite. Y tuvo razón sobre su importancia futura, que le permitió continuar incrementando su fortuna y ahora también su fama. 

La revista Time puso un retrato suyo en su tapa sin necesidad de explicar quién era. Sólo escribió un epígrafe con su nombre y la frase: "No se quema. No se derrite".

La Corporación Bakelite no fue modesta a la hora de publicitar su producto. Señaló que los humanos habíamos logrado trascender la vieja taxonomía de animal, mineral, vegetal y que ahora había "un cuarto reino, cuyas fronteras no tienen límites".

Los primeros plásticos, como el celuloide, estaban basados en plantas. Y el propio Baekeland estaba buscando una alternativa para la goma laca, una resina secretada por los escarabajos que era usada como aislante eléctrico. Sin embargo, rápidamente se dio cuenta de que el Bakelite podía usarse para muchas más cosas, según relató BBC Mundo.

La Corporación Bakelite lo bautizó: "El material de los mil usos". Se comenzó a usar en la fabricación de teléfonos y radios, en armas y ollas de café, en pelotas de billar y en joyas. Incluso se usó en la primera bomba atómica.

El éxito del Bakelite también inspiró nuevas creaciones. En los años '20 y '30 distintos tipos de plástico empezaron a fluir de los laboratorios. Había poliestireno, usado muchas veces para empaquetar; el nylon, que se hizo popular en la medias; y el polietileno, que se usa en las bolsas de plástico.

Cuando la Segunda Guerra Mundial estiró al límite el uso de recursos naturales, aumentó la producción de plásticos para llenar el vacío. Y cuando la guerra terminó, aparecieron productos nuevos como el Tupperware en el mercado de consumo.

Fabricamos tanto plástico que insume cerca del 8% de la producción de petróleo: la mitad para el material crudo y la mitad para la energía.

Pero su brillo no duró por tanto tiempo: la imagen del plástico comenzó a cambiar gradualmente. Para las generaciones más grandes el plástico seguía significando oportunidad y modernidad. Pero para los más jóvenes representaba todo aquello que es falso, superficial, de imitación.

Más allá de su problema de imagen, medio siglo después la producción de plástico se multiplicó por 20. Y se duplicará nuevamente en los próximos 20 años, asegura la BBC.

Eso a pesar de la creciente evidencia de problemas medioambientales: algunos de los químicos en el plástico afectan el desarrollo y la reproducción de animales.

Esos químicos pueden ingresar a las aguas subterráneas y de allí llegar a los océanos, donde son consumidos por distintas especies. Las estimaciones más pesimistas aseguran que para el año 2050 todo el plástico en los mares pesará más que todos los peces.

No obstante, el plástico también ofrece algunos beneficios ecológicos. Los vehículos hechos con partes de plástico son más livianos y por ende usan menos combustible. Los envases de plástico también permiten guardar la comida por más tiempo, reduciendo los desperdicios.

Algunos plásticos no pueden ser reciclados. El Bakelite es uno de ellos. Muchos otros sí lo pueden ser, pero no se los recicla. Solamente se recicla cerca de un 7% de los envoltorios plásticos, una cifra mucho menor que el papel o el acero. Y con otros productos plásticos la cifra es aún más baja.