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Gianni Agnelli, el "playboy" vanidoso que reinventó Fiat

Producido por HBO, un biopic cuenta la vida del Avvocato, un personaje mítico y admirado en todo el mundo, heredero y presidente de la automotriz italiana
24/01/2018 - 17:16hs
Gianni Agnelli, el "playboy" vanidoso que reinventó Fiat

Poder, glamour, muertes, mujeres, drogas, el imperio FIAT. Todo eso rodeó a Gianni Agnelli, un personaje mí­tico italiano, el más conocido y admirado en todo el mundo, considerado un monarca sin corona.

En su paí­s nadie le dedicó una serie o una pelí­cula pero en Estados Unidos le dedicaron al Avvocato –así­ era conocido en todo el mundo- un film, un biopic, producido por HBO y dirigido por Nick Hooker.

El documental se titula «Agnelli» y hace un retrato sobrio, refinado, pero al mismo tiempo trágico y lleno de sombras, con la aportación de decenas de entrevistas a familiares, amigos y diversas personas que lo conocieron de cerca, testimonios algunos apologéticos en el tono, pero despiadados en la sustancia.

Entre ellos llama la atención el de su nieto Lapo Elkan, el personaje dí­scolo de la familia, quien ha protagonizado diversos escándalos de droga y sexo: «Pienso que fue un abuelo maravilloso, pero no hubiera querido ser hijo suyo».

Suicidio del hijo Edoardo
Producen cierto escalofrí­o estas palabras, porque inevitablemente hacen recordar a Edoardo Agnelli, hijo del Avvocato. De la pésima relación entre ellos da testimonio el primo hermano de Edoardo, Lupo Rattazi, hijo de Susanna Agnelli: «Estábamos comiendo, cuando en cierto momento Edoardo dijo una cosa y su padre le respondió mal, con desprecio. Yo no lograba entender que después de muchos años, esa relación se hubiera deteriorado tanto por la falta de respeto del padre hacia el hijo».

Gianni Agnelli, que según su hermana Susanna habí­a leí­do un solo libro en su vida -«El viejo y el mar» de Ernest Hemingway-, nunca pudo entender que su hijo Edoardo fuera un estudioso del Islam, un intelectual, una persona sentimental y un gran viajero que se perdí­a en sus paraí­sos artificiales.

Tres dí­as después de la comida con el padre y su primo Lupo Ratazzi, el 15 de noviembre del 2000, Edoardo Agnelli se suicidó, lanzándose al vací­o desde un viaducto, a una altura de 80 metros, sobre la autopista Turí­n-Savona. Fue la mayor tragedia para el hombre que habí­a tenido todo en la vida: Riqueza, ingenio simpatí­a, las mujeres más bellas detrás de él... pero, como se desprende del documental, fue también un personaje cí­nico, incapaz de amar a su único hijo varón, un padre ausente.

A este respecto, Carlo De Benedetti, que fue socio y consejero delegado de Fiat, cuenta una anécdota ilustrativa: «Me encontraba con el Avvocato, cuando de forma inesperada se abrió la puerta y apareció su hija Margherita con un corte de pelo al cero. Agnelli la miró y le preguntó: «Pero, ¿qué has hecho?» Y ella le respondió: «Al menos te has percatado de mi».

Tras el suicidio de Edoardo, Gianni Agnelli cayó en depresión y murió dos años después, el 24 de enero 2003.

Infinidad de amantes
Algunos testimonios son despiadados. La amiga del Avvocato, Marina Branca, lo describe como muy vanidoso: «Adoraba ser Gianni Agnelli, admirado e imitado por todos». Lanzó la moda del reloj sobre el puño de la camisa.

Un amigo de barca y de fiestas lo describe como el «hombre que inventó la vanidad». Otro manifiesta, al tiempo que se toca la nariz, que «estaba lleno de droga", dando a entender que era consumidor de cocaí­na.

«Preferí­a vivir antes que leer», decí­a su hermana Susana. El tipo de vida que llevaba lo describe con tres palabras y sonrisa complaciente su hermana Maria Sole, 92 años: «Chicas, chicas, chicas».

Por su parte, Diane von Fí¼rstenber, exmujer de Egon, hijo de Clara Agnelli, lo califica de «seductor irresistible». Era un don Juan –«enamorarse es cosa de camareros», decí­a el Avvocato- y su lista de amantes es interminable.

De algunas se habla en el documental, con particulares incluso picantes. La estilista Jackie Rogers cuenta que una noche lo encontró en la cama de un hotel con Anita Ekberg, la protagonista de «La dolce vita».

Casi 5 años duró su relación con Pamela Harriman, exmujer del hijo de Winston Churchill, a la que le regaló un piso en Parí­s y le puso a su disposición chofer y sirvienta (el presidente Bil Clinton la nombró embajadora en la capital francesa en 1992).

La relación de Agnelli con Pamela, otra seductora, se rompió cuando esta lo pilló en la Costa Azul con la joven Anne-Marie d' Estaiville. Entre sus amorí­os se cita también a la primera dama de Estados Unidos, Jackie Kennedy, a la que agasajó en la isla de Capri en el verano de 1962.

Gianni Agnelli se convirtió en presidente de la FIAT a los 45 años. Es una historia compleja la del imperio Automovilí­stico que hizo grande la industria italiana en el siglo XX, y es la parte más débil del documental.

El Avvocato fue a Libia en un velero para vender, en 1976, al entonces presidente Gadafi el 10 por 100 de la FIAT. Entre los personajes que desfilan en la reconstrucción de Hooker aparece Henry Kissinger confesando que desaconsejó a Gianni Agnelli tener como socio al coronel Gadafi.

Cortina de silencio
Curiosamente, en Italia hay una especie de cortina de silencio en torno a este hombre de estilo inimitable, brillante playboy, empresario y senador vitalicio que ha sido central durante algunas décadas en la historia italiana.

Hace 30 años, el propio Gianni Agnelli encargó a Roger Cohen, periodista del diario «The Wall Street Journal», que le escribiera su biografí­a. Mantuvieron muchas horas de conversaciones, pero después Agnelli cambió de idea, le pagó el libro y se lo quedó para que no se publicara.

Se han dado otros casos parecidos de libros sobre su biografí­a que no han llegado a puerto. Se supone que al menos mientras viva su mujer Marella Caracciolo (90 años) se impondrá la discreción, para que no se desvelen los aspectos más delicados y embarazosos de su biografí­a.

Hace hoy quince años 500.000 personas hicieron cola en Turí­n para despedir al Avvocato, a quien consideraban un personaje irrepetible, un «rey» sin corona.

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