Fragmentación política e inflación: los problemas de los que ahora habla Cristina
/https://assets.iprofesional.com/assets/jpg/2022/03/532829.jpg)
En su última exposición pública, Cristina Kirchner reiteró conceptos respecto a la dolarización, el FMI y la economía bimonetaria. Con muchos datos -precisos en algunos casos, inexactos en otros y de interpretación muy libre casi siempre- no sorprendió en esos tramos de la disertación. Ella misma se encargó de señalar que estos tópicos los visita con regularidad.
Son sus temas clásicos con los cuales entusiasma seguidores que, con auténtica lealtad, llenan auditorios, plazas y estadios precisamente para escucharla reafirmar las convicciones del espacio kirchnerista y evocar los años dorados de los tres mandatos K.
Como a una verdadera celebrity sus fans la adoran y ella no los defrauda. Siempre aporta los guiños, gestos y complicidades al auditorio para encuadrar sus apariciones estelares.
En los últimos años ha consolidado una narrativa y una gestualidad que, de manera inmediata, es multiplicada en redes y medios, en remeras y carteles. En general no se aleja demasiado de su zona de confort.
Pero el pasado viernes, invitada a disertar en ocasión de recibir el título de Doctora Honoris Causa por la Universidad de Río Negro, añadió una novedad al repertorio: la fragmentación política.
Lo hizo mencionando el riesgo concreto de que la Argentina transite un camino similar al de la República del Perú, una nación que en los últimos años ha multiplicado sus espacios partidarios repitiendo en cada elección presidencial el esquema de una primera vuelta con una gran cantidad de candidatos de pocos votos que fuerzan posteriormente a la ciudadanía a descartar más que a elegir en el balotaje.

Fragmentación e inflación: palabras agudas, problemas graves
Los resultados de la fragmentación son poderes ejecutivos débiles que no suelen terminar los períodos constitucionales. Da cuenta de ello que, entre los ex presidentes andinos, hay renunciantes, renunciados, presos, exiliados y hasta suicidados.
Si CFK, para referirse al gobierno del que forma parte, elige un punto de enunciación externo y ajeno a la gestión de Alberto Fernández, para referirse a los riesgos de peruanización opta por situarse desde dentro del sistema político. Probablemente pocas personas sepan como ella las oportunidades y los riesgos de la atomización del sistema de representación.
En el año 2003, acompañando a Néstor Kirchner, observó desde un lugar privilegiado las ventajas que le podía proporcionar a un gobernador patagónico desconocido para buena parte de la opinión pública nacional la implosión de la convertibilidad y el "que se vayan todos".
El sueño de la Casa Rosada se adelantó para su esposo, alumbrando un liderazgo nuevo y disruptivo que se llevó puesto buena parte de la constelación de poder vigente hasta ese entonces.
Es esa memoria -precisamente- la que la hace tener conciencia del peligro actual: ahora ella está en el corazón del sistema. Kirchnerismo y el macrismo representan el establishment para importantes sectores de la comunidad, especialmente aquellos que están por debajo de la frontera de los 35 años.
Para ese 45% del padrón los tres mandatos K, la gestión de Macri y la experiencia del Frente de Todos representan "la política", actividad a la que juzgan severamente por sus resultados estanflacionarios.

Análisis genérico y expectativas negativas en el corto plazo
Su descripción (con cifras equivocadas y conclusiones correctas) de un cuadro social hecho pedazos por la difícil convivencia entre los empleados registrados sindicalizados (tanto del sector privado como público), los monotributistas y autónomos, los no registrados, planeros (sic) y desempleados es asertiva e inquietante por la conclusión lógica que conlleva: la fragmentación de arriba no es otra cosa que el reflejo de la fragmentación social de la base misma de la sociedad que la dirigencia no puede cerrar.
Si abundó en detalles para describir fue mucho más austera a la hora de postular acciones y medidas. Salvo el llamado a renegociar el acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional, el resto fue un genérico mensaje destinado a concretar un consenso si la realidad no le permite a nadie la construcción de una hegemonía.
Con excepción de una cita ambiguamente elogiosa para Horacio Rodríguez Larreta, no avanzó mucho en el terreno de las precisiones. Se comprende la dificultad pues no ha logrado acordar en estos años con su elegido de 2019 cuestiones mínima de la gestión.
De hecho, cuestionó severamente la propia renegociación de la deuda en dólares implementada por Martín Guzmán lo que implica, indirectamente, una crítica a la administración actual de la deuda en pesos. Quizás sabiendo el número envenenado que traía el INDEC en materia de inflación es que no tampoco aportó al respecto más que generalidades.
Pero el 6,6% de febrero superó las previsiones más pesimistas. La barrera de tres dígitos anuales ha sido formalmente perforada (102,5%) y los pronósticos para marzo son poco auspiciosos. Los famosos conejos de la galera no hicieron su magia, solo lograron distraer a unos pocos por un rato. La escalada de precios fragmenta y unifica a la vez.
Hay "cuatro vivos" (Cristina dixit) que ganan, un sector que apenas se defiende, otros que pierden algo y muchos que pierden mucho. Ahí se nota su carácter desigualmente corrosivo. Pero tiene un elemento unificador: todos se equiparán en sus expectativas negativas sobre el corto plazo. Mala noticia para celebrar el primer año de la declaración de guerra contra la inflación. No se estaría ganando.