La necesidad de unificar y asegurar la calidad de los medicamentos
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Cuando enfermamos, o cuando se enferma alguien que queremos, hay una pregunta que nos atraviesa de inmediato: ¿cómo salimos de esto? La respuesta, intuitiva, es casi siempre la misma: yendo al médico para que nos diagnostique y administre el tratamiento que, probablemente, incluirá tomar algún medicamento que nos ayude a estar bien lo antes posible.
Detrás de esa confianza en "el remedio" hay un enorme recorrido que muchas veces pasa desapercibido. Para que ese medicamento esté disponible y funcione como esperamos, debe guardar tres condiciones: ser seguro, eficaz y de calidad.
¿Qué significa eso? Que debe cumplir con todo lo necesario para tratar la enfermedad para la que fue diseñado, partiendo de la consigna de no hacer daño y no poner en riesgo la salud del paciente. Además, debe haber demostrado, vía estudios clínicos, que realmente funciona y que fue elaborado a través de procesos robustos y reproducibles que garanticen que siempre se obtiene un producto final con las mismas características, composición y efectividad.
En Argentina, la agencia que vela por ese cumplimiento es la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica), una Autoridad Sanitaria –reconocida a nivel Internacional- que regula y supervisa todo el ciclo de vida de los medicamentos, dispositivos médicos, equipamiento sanitario y alimentos.
Medicamentos: cómo se construye la calidad
Pero no lo hace sola. Quienes trabajamos en la industria farmacéutica -ya sea en compañías farmacéuticas, en laboratorios de control de calidad o en gestión de procesos- sabemos que la calidad es algo que se construye desde el diseño y durante todo el ciclo de vida del medicamento.
Para explicarlo, hablamos de "Gestión de Calidad", un sistema integral que garantiza que cada etapa, desde el desarrollo y fabricación del producto, hasta la llegada al paciente, se haga de forma controlada, documentada y con altos estándares. Y esto incluye cumplir normas nacionales e internacionales, realizar auditorías internas a la planta, atender a inspecciones periódicas de ANMAT y sostener la premisa de la mejora continua.
Solo así se logra mantener un sistema de Calidad sólido y saludable, que responda a nuestras necesidades. Pueden surgir cambios en un proceso, ajustes en una fórmula o nuevas condiciones de distribución. Cada modificación debe ser comunicada, controlada, registrada y aprobada por la ANMAT antes de implementarse.
Ante cualquier sospecha de algo extraño, un efecto inesperado, indeseado o eventual falla de calidad de una especialidad medicinal que recibe un paciente, entra un componente fundamental de todo este proceso: la Farmacovigilancia.
Pacientes, familiares y profesionales de la salud podemos ser parte activa del cuidado de la calidad sencillamente, elevando un reporte al Sistema Nacional de Farmacovigilancia. Cada notificación es investigada y, de comprobarse un problema real, puede activarse una cadena de acciones que incluye: inspecciones en la planta de producción, revisiones del proceso de elaboración del medicamento y, en casos extremos, hasta el retiro del mercado del producto.
Detrás de cada comprimido, jarabe, crema, inyección -o cualquier otra forma farmacéutica - que llega a nuestras manos, hay equipos de personas comprometidas, procesos rigurosos y controles permanentes para que la calidad esté garantizada.
Habiendo dedicado más de 20 años al área regulatoria en el ámbito público, puedo afirmar que la calidad no se improvisa: se diseña, se entrena, se discute, se controla y se mejora todo el tiempo. Y cuando se trabaja con seriedad, se nota.
Contar con un sistema de salud eficiente, que mejore las condiciones de acceso a los medicamentos por parte de la población, debe asegurar que los productos farmacéuticos comercializados en la Argentina cumplan con estándares de calidad uniformes, garantizando así la seguridad de los pacientes.
Detrás de cada medicamento confiable hay un proceso riguroso que comienza mucho antes de su uso, garantizando su seguridad y eficacia desde el origen.